TRABAJAD
CON TEMOR Y TEMBLOR POR VUESTRA SALVACIÓN
Iluminación: Dichosos ustedes, si los injurian por ser cristianos, porque el
Espíritu de Dios descansa en ustedes. 1 Pedro 4, 14
La Salvación
de Dios es don y respuesta.
Así pues,
queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando
estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y
temblor por vuestra salvación, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y
el obrar, como bien le parece. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones para
que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una
generación tortuosa y perversa, en medio de la cual brilláis como antorchas en
el mundo (Flp 2, 12- 15)
El Camino
del Discipulado.
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él,
volviéndose a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere seguirme y no me
prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a
sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga
su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Discípulo es aquel o aquella que han escuchado a Palabra de Dios y la
han obedecido para entrar en Comunión con el Padre en Cristo Jesús.
Discípulo es aquel o aquella que libre y conscientemente deciden pertenecer
a Jesús y a los Doce, para poder participar del Fundamento y de los Pilares de
la Iglesia (Ef 2, 19; 1 de Cor 3, 11)
Los
Discípulos participan del Amor, de la Verdad. de la Vida y de la Santidad de Cristo.
(cf Jn 14, 6) Así lo describe san Juan: Por ellos ruego; no ruego por el
mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo
y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. (Jn 17, 9- 10)
Elegidos por amor en una noche
de oración para estar con Cristo y ser enviados con Poder a evangelizar hasta
los confines de la tierra (Mc 3, 13- 14; Hch 1. 8) Porque todo discípulo de
Cristo es su misionero y participa de su destino y de su misión.
El discípulo
de Cristo no está hecho, sino haciéndose en la escucha y en la obediencia de la
Palabra. Las exigencias fundamentales son amar y seguir a Cristo: Decía a
todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien
pierda su vida por mí, ése la salvará.” (Lc 9, 23- 24)
El discípulo
está llamado a amar a Cristo por encima de todo y de todos. Por encima de su
madre, de su padre, de su esposa, de sus hijos, de sus bienes materiales,
intelectuales y espirituales. Se puede decir que es propiedad exclusiva de
Cristo. Su alegría es guardar los Mandamientos de Dios y guardar su Palabra.
(Jn 14, 21- 23; 1 de Jn 2, 3-4)
La alegría
del discípulo es conocer, amar y seguir a Cristo para ser con Él un hombre
nuevo, una nueva creación (Ef 4, 24: 2 de Cor 5, 17) Amigo, hermano y servidor
de Jesús, y ser con Él hijo de Dios (cf Ef 1, 4-5) Y un hermano de la Comunidad
fraterna, solidaria y misionera que viene a ser la Comunidad de Cristo
Los discípulos de Jesús ven con toda claridad lo que les espera.
Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone
primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que,
después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se
enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir
y no pudo terminar’. (Lc 14, 25-33)
Lo primero si te dispones a ser discípulo de Jesús hay que romper con el
pecado para participar de la naturaleza divina (2 de pe 1, 4) Hay que dejar los
terrenos del hombre viejo y pasarse a los del Hombre Nuevo Para revestirse de
Cristo en justicia y en santidad. (Ef 4, 23- 24) Tomar la firme determinación de
servir a Cristo y obedecer su Palabra (Eclo 2, 1-5) Tener la disponibilidad de
hacer en todo la voluntad de Dios; la disponibilidad de salir fuera para ir al
encuentro de los mas necesitados y la disponibilidad de dar la vida por obedecer
los dos objetivos anteriores, a esto le llaman “caridad pastoral- ” El
discípulo ha de estar siempre con la disponibilidad de abandonar las guaridas
de las zorras (Lc 9, 57- 58) para ser casita de oración o casa de Dios.
Después del discipulado sigue el apostolado, pero nunca deja de ser
discípulo para que siempre tenga como Maestro a Jesús y siga aprendiendo de Él
y pueda llegar a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús: Sentimientos de
Hijo de Dios, hermano universal y servidor de todos.
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