LA GRACIA DE DIOS NOS ENSEÑA A RENUNCIAR A UNA VIDA SIN RELIGIÓN.

 

LA GRACIA DE DIOS NOS ENSEÑA A RENUNCIAR A UNA VIDA SIN RELIGIÓN.


Introducción: Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. El se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien. (Tito 2. 11- 14)

¿Cuál es la vida sin religión?

Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais. Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. (Gál 5, 16- 18) Dos estilos de vida: la carne y el Espíritu. La carne es una vida mundana, pagana y de pecado, Miestras que la vida según el Espíritu es una vida en Cristo, el Dios, conducida por el Espíritu Santo de Dios. (Rom 8, 14)

¿Cuáles son las obras de la carne y los frutos del Espíritu?

Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.

En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente. (Gál 5, 19- 26)

Enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina.

Querido hermano: Enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina: que los ancianos sean sobrios, respetables, sensatos, bien cimentados en la fe, en el amor y la paciencia.

Que las ancianas, así mismo, sean respetables en su comportamiento, que se abstengan de murmurar y de tomar mucho vino; que, con su buen ejemplo, enseñen a las jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser sensatas, castas, sobrias, a cuidar bien de su hogar, a ser bondadosas y obedientes a sus maridos, para que nadie pueda hablar mal del Evangelio.

Exhorta igualmente a los jóvenes a ser sensatos en todo y dales tú mismo buen ejemplo. Cuando enseñes, hazlo con autenticidad y dignidad, con un lenguaje sano e irreprochable, para que los adversarios tengan que retirarse, al no poder decir nada malo de nosotros. (Ti 2, 1-8.)

La religión de esta comunidad cristiana es el Amor, la Paz, la Justicia, la Verdad, la Santidad y la Libertad, es decir, su religión es el Señor. Que es Amor, Paz, Justicia…. Pablo dice a Timoteo y a nosotros: Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro. Evita las discusiones necias y estúpidas; tú sabes bien que engendran altercados. Y a un siervo del Señor no le conviene altercar, sino ser amable, con todos, pronto a enseñar, sufrid y que corrija con mansedumbre a los adversarios, por si Dios les otorga la conversión que les haga conocer plenamente la verdad (2 de Tim 2, 22- 25)

Para el Apóstol lo que realmente es necesario ser fieles a la multiforme gracia de Dios (1 de Cor 4, 1) Y permanecer firmes en la gracia de Dios para no enredarse en los asuntos de la vida mundana:  

Tú, pues, hijo mío, mantente fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuánto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros. Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha alistado. Y lo mismo el atleta; no recibe la corona si no ha competido según el reglamento. (2 de Tim 2, 1- 5)

El reglamento que Dios ha mostrado a la Iglesia para que viva una religión verdadera es el Amor. Amar que es darse, donarse y entregarse a Dios y a los demás, un servicio unido a la confianza y al abandono en las manos de Dios, esta es nuestra fe que unida al amor nos enseña a vivir la Religión verdadera. Para el Apóstol lo dice diciendo:

“Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios.” (Ef 3, 17- 19) Con la fe y la conversión podemos llegar a la Plenitud de Dios que es Cristo (Col 2, 9) Llenarnos de Cristo es llenarnos de Amor, Verdad y Justicia (cf Jn 14, 6; Ef 5, 9) Y ser en Él hombres nuevos igual que Cristo (2 de Cor 5. 17).

 

 

 

 

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