CON UN CORAZÓN AGRADECIDO DECIMOS SIEMPRE GRACIAS A DIOS.

 

 

CON UN CORAZÓN AGRADECIDO DECIMOS SIEMPRE GRACIAS A DIOS.



Ilustración: Pero, al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así, justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza de la vida eterna. Ti 3, 1.7

Con un corazón lleno de agradecimiento decimos siempre a Dios.

Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que ustedes hagan. (1 Tes 5, 1) Lo que Dios quiere es que estemos unidos a Cristo, nuestro Redentor, nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor. Darle gracias por que nos llamó a la existencia, porque nos ha elegido para estar en su Presencia, porque nos ha destinado a ser sus hijos, porque nos ha redimido y nos santificado (Ef 1, 4- 8).

 

La acción de gracias es la primera oración que debe brotar de un corazón redimido. El agradecimiento está acompañado de una actitud de humildad, de desprendimiento y de servicio. Donde hay soberbia no se hace oración, no se pide y no se da gracias. El orgulloso dice: “No serviré” “No amaré” y “No obedeceré”. Se pone a la altura de Dios: “Seréis como Dios” Le dice el Diablo a Eva. Y ella le creyó y comió. En el origen del primer pecado hay una mentira, hay un engaño.

Todo el que es de Dios escucha la Palabra de Dios y la obedece con gozo y se abre a la Voluntad de Dios con la disponibilidad de hacer lo que a ´Él le agrada; con la disponibilidad de servir a sus hermanos y con la disponibilidad de ofrecer su vida en servicio por sus hermanos. A esto le llamamos Caridad que se manifiesta en el servicio. Por qué la Palabra dice: Que de tanto dar gracias se queda la tierra estéril. El agradecimiento ha de ir acompañado por las obras de la fe. Wl agradecimiento sin obras está vacío como la fe sin obras está muerta (Snt 2, 14- 17)

El relato bíblico o evangélico.

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!”

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. (Lc 17, 11-19)

Los leprosos era gente marginada, vivían al margen de la familia, de la comunidad y de la sociedad. Habitaban en el monte, aislados, ya que la lepra era una enfermedad incurable y terriblemente contagiosa. Le sale un grupo de ellos a Jesús que iba por el camino a Jerusalén.

Los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!”. Estos leprosos creían en el poder sanador de Jesús, por eso le decían cúranos señor para que podamos volver con nuestras familias. Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Eran 10 los leprosos, solo uno volvió con Jesús alabando a Dios con gritos, se acerca a Jesús, se postra ante Él y le da gracias por su salud.

Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

El samaritano representa el 10 por ciento del grupo que fue sanado, es figura del “Pequeño rebaño” del “Resto fiel” que busca a Dios de todo corazón por lo que es y no por lo que tiene. Dios es Amor y su Salvación es gratuita, no se compra y no se vende, hay que agradecerle por todas sus bendiciones, las pequeñas y las grandes y poner en sus manos todas sus preocupaciones por que Él se preocupa de nosotros. (1 de Pe 5, 7)

 Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. Jesús lo curó de la lepra de su cuerpo. Y también lo sanó de la lepra de su alma. La lepra del pecado. Perdonó sus pecados y le dio el Espíritu Santo y lo convirtió en discípulo de Cristo, ahora camina con Jesús lo ama y lo sigue. Los otros nueve se fueron al Templo, es decir a la Ley.

Muchos hoy día van a misa, escuchan la Palabra de Dios y al terminar dicen: ¡¡¡Qué pereza!!! Y ¡¡¡Qué aburrimiento!!! No se les olvide que el aburrimiento y la pereza vienen del “Vacío de Dios y del vacío de Amor”. ¿Qué buscan? Palabras bonitas, novedades, En el vacío existencial no hay agradecimiento, por eso san Juan nos dice: El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.» (Jn 8, 47) Y que hermoso es escuchar las Palabras de Dios: “Levántate, tu fe te ha salvado” Una fe que viene de la escucha de la Palabra (Rm 10, 17) y da fruto al ponerla en práctica (Mt 7, 24; Lc 11, 28) Gracias Señor por darme tu Palabra. Habla Señor que tu siervo escucha. Tus Palabras son espíritu y son vida. (Jn 6. 63)

 

 

 

 

 

 

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