LA IGLESIA
EXISTE PARA SERVIR
Iluminación:
Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan
como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser
así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros,
será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será
vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser
servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20, 25-
28)
Toda la
Iglesia es Servidora y es Misionera (Tito 1, 1)
Por el
bautismo somos discípulos de Cristo, llamados a ser apóstoles y a ser
servidores de Cristo y de los demás, el que no sirve no vive su bautismo. “El
que no trabaje que no coma, nos dice el Apóstol de los gentiles ( 1 de Tes 4,
10) Y el que no trabaja que se ponga a trabajar con sus manps para que ayude a
los necesitados (Ef 4, 27) Para ser servidores de Cristo y de la Iglesia, el
camino, es hacer pobres espiritualmente para hacer desprendido de títulos de
grandeza, bajarse de los monopolios económicos como Zaqueo para abrirle las puertas
del corazón a Jesús y extender la mano a los necesitados de una ayuda (Lc 19,
1- 10; Mc 3, 1-5) Tres cosas debe de haber en el servidor: humildad, desprendimiento
y agradecimiento.
El Modelo de
servidores es Jesús.
“No he
venido a ser servido sino a servir y a dar mi vida por muchos.” “Dichosos los
siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se
ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá”. (Lc
12, 37) Los sentará a su Mesa y se
pondrá a servirles de uno en uno, según sus necesidades. Para Jesús servir es
dar vida, es amar, es compartir, es darse y donarse en servicio a los pobres
que se dejan amar por Él.
Los
servidores de Cristo Jsús deben de ser como Él, mansos y humildes de corazón,
misericordiosos y generosos.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “¿Quién de ustedes, si
tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste
regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien:
‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después
comerás y beberás tú?’ ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo,
porque éste cumplió[11] con su obligación? Así también ustedes,
cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que
siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’. (Lc 17, 7-10)
Esa es mi alegría como servidor: hacer la Voluntad de Dios, como
Jesús que ama por primero (q de Jn 4, 10) Y es muy agradecido con sus
servidores que hace las cosas por amor y no por obligación o hacen las cosas
para que los vean y los admiren. Escuchemos a san Pablo decirnos:
No os
engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el
que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el
espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de obrar el bien;
que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. Así que, mientras
tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros
hermanos en la fe. (Gál 6, 7- 10)
Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que
siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el
dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da
con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que
teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda
obra buena. Como está escrito: Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su
justicia permanece eternamente. (2 de Cor
9, 6- 9)
La Iglesia existe para servir.
Los medios que Dios le da a la Iglesia para el crecimiento espiritual,
son ahora los medios para servir a los hombres. La Palabra de Dios, viva y
eficaz, para sembrar y regar para que Dios la haga crecer (1 de Cor 3, 6).
La Oración personal y comunitaria en toda ocasión para entregar a Dios
nuestras preocupaciones y las de los demás (1 de Pe ) La Oración humilde,
agradecida, en fe, intercesora y de alabanza. Como modelo de oración Jesús nos
dejó al Padre Nuestro. Oramos por todos y por su salvación.
La Eucaristía, el Culto a Dios, donde se celebra la muerte y la
resurrección de Cristo, es la oración por excelencia, un verdadero servicio a
Dios de la Iglesia. Ha de ofrecerse con un corazón limpio y con una fe sincera
para que le haga bien al celebrante y a toda la Iglesia.
Las Virtudes que brotan de la fe y del amor, son la armadura de Dios y
alimento que nutre, fortalece y transforma. Sin las Virtudes nuestro servicio
queda vano y vacío. Las virtudes nos revisten de Cristo (Ef 4, 24)
El servicio
es la corona de la vida cristiana.
Vosotros me
llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también
debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que
también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. «En verdad, en verdad os
digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía.
(Jn 13, 13- 16).
El servicio
a Cristo y a los hombres ha ser hecho con amor y compasión: Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13, 34- 35)
Donde hay amor hay disponibilidad para servir, hay humildad y hay agradecimiento.
Este servicio pide esfuerzos, renuncias y sacrificios para que nos configure
con Cristo Jesús.
En la
Iglesia todos somos iguales en dignidad, por el bautismo, pero, a la vez somos
diferentes por el carisma recibido para servir. El Papa, el Obispo, el Sacerdote,
el Diácono y el Laico o Laica, todos somos iguales, todos tenemos la misma fe y
la misma dignidad, pero, diferentes por el llamado a servir y a darse a los
demás.
Todos fuimos
elegidos por amor y para amar para ser protagonistas de nuestra salvación y de
los demás: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la Verdad (1 de Tim 2, 4) Y para esta Obra, Dios Cristo llamó a
su Iglesia y la consagró en sacerdotes, profetas y reyes (1 de Pe 2, 9) Y así
toda la Iglesia es Misionera y es Servidora, existe para servir.
La Oración
por la salvación de los hombres ha de ser nuestro primer servicio a Dios y a la
Iglesia.
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