BUSQUEN SU FORTALEZA EN EL SEÑOR Y EN SU INVENCIBLE PODER.

BUSQUEN SU FORTALEZA EN EL SEÑOR Y EN SU INVENCIBLE PODER.



Busquen su fortaleza en el Señor y en su invencible poder. Utilicen las armas que Dios les ha dado, para poder resistir a las asechanzas del diablo. Porque no estamos luchando contra fuerzas humanas, sino contra las fuerzas espirituales y sobrehumanas del mal, que dominan y gobiernan este mundo de tinieblas. (Ef 6, 10- 12)

El relato evangélico.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: “Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”.

Él les contestó: “Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones hoy y mañana, y que al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido!

Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada. Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!. (Lc 13, 31-35)

 

La Obra del Señor.

 

La Obra del Señor Jesús es la redención de los hombres mediante su muerte y su resurrección. Para que pasen de la muerte a la vida, del pecado a a gracia (Ef 2, 4- 6) Para que entren en la presencia de Dios liberados, reconciliados, salvados y santificados. (cf Col 1, 13- 14)

¿Quiénes pueden pasar de la muerte a la vida?

Los que crean y se conviertan ya que el hombre tiene un libre albedrío, puede creer o no creer; puede elegir entre luz y tinieblas. Para entrar en la presencia de Dios, tal como lo dice la Escritura: “Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados.” (Hch 3, 19)

¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido! Ser protegidos de los peligros de la vida como la gallina protege a sus pollitos, equivale a entrar en la Presencia de Dios, entrar en su Gracia para ser protegidos contra el león furioso que busca a quién devorar (1 de Pe 5, 8) Y contra las enseñanzas de este mundo tenebroso. (Ef 6, 12) Y contra el dominio de la carne que lucha contra el Espíritu (Gal 5, 16).

Nada es a fuerzas, sino si tú quieres, y si no quieres, levántate y da la espalda al Plan de Dios y vete al país lejano que es el Mundo para que lleves una vida mundana y pagana que te leva ala idolatría. (Lc 15, 11s) Recordemos la Escritura: “Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. (Jn 1, 11- 13)

Eres libre para elegir a Cristo o al Mundo. Se entiende por Mundo todo el sistema de doctrinas que rechazan la Luz de Cristo Jesús, su Mensaje y su Obra. Así lo dice l Escritura: «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. (Mt 12, 30) Dios ha dispuesto que Cristo es nuestro Salvador y nuestra Salvación, pero, tú y yo decidimos, aceptarlo o rechazarlo. El hombre decide salvarse o perderse.

Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada.

Casa vacía es decir, sin Dios, sin amor y sin los valores del Reino. La razón del vacío existencial lo explico Jeremías: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen. (Jer 2, 13) Hay incredulidad, infidelidad, desobediencia y rebeldía; sacamos a Cristo de nuestra vida y lo llenamos de ídolos, cayendo en la idolatría. Los ídolos son ciegos, opresores y explotadores, dividen, confunden engañan, sofocan y matan. Y la Iglesia va quedando vacía y se cumplen las palabras proféticas de Jesús.

Podemos auto justificarnos y decir es que somos débiles, frágiles y somos pecadores. Recordemos a san Pablo decir: Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. (2 de Cor 12, 9- 10) En vez de lamentarnos o de quejarnos, hagamos lo que hizo el Apóstol que se puso la Túnica de Cristo y encendió en sus corazón las virtudes cristianas (cf Lc 12, 35)

Revístanse de Cristo Jesús, despojándose del hombre viejo (Ef 4, 23- 24)

Por eso, para que puedan resistir en los momentos difíciles y quedar definitivamente victoriosos, revístanse con la armadura de Dios: que su cinturón sea siempre la verdad; su coraza, la justicia; su calzado, la prontitud para anunciar el Evangelio de la paz; que la fe les sirva siempre de escudo para protegerlos y apagar las flechas incendiarias del enemigo malo; pónganse el casco de la salvación y empuñen la espada del espíritu, que es la palabra de Dios. Y, con la ayuda del Espíritu Santo, oren y supliquen continuamente. Velen en oración constantemente por todo el pueblo cristiano y también por mí, a fin de que Dios me conceda hablar con toda libertad para anunciar el misterio de Cristo, contenido en el Evangelio, del cual soy embajador, aunque estoy encadenado. Pidan, pues, que tenga valor para predicarlo como debo. (Ef 6, 13. 20)

La verdad echa fuera toda mentira y toda maldad para que seamos libres y hagamos el bien (Jn 8, 32) La justicia para dar gloria a Dios, guardemos sus Mandamientos y amemos al hombre. Con el Celo Apostólico venzamos toda pasividad en la Iglesia y seamos los Misioneros que el Señor necesita. La fe es el escudo para defendernos en a lucha contras el pecado y sus aliados. Con la Espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, que esté este siempre en nuestros corazones para anunciar el Reino de Dios, y expulsemos de nuestro corazón toda soberbia y aprendamos a ser mansos y humildes de corazón. (Mt 11, 29)

Todo lo anterior ha de ir acompañados por la Oración íntima, cálida y extensa para no caer en la tentación sabiendo que no hemos recibido un espíritu de miedo o de esclavitud, sino, de Amor, Fortaleza y Dominio propio ( 2 de Tim 1,6)

 BUSQUEN SU FORTALEZA EN EL SEÑOR Y EN SU INVENCIBLE PODER.

Busquen su fortaleza en el Señor y en su invencible poder. Utilicen las armas que Dios les ha dado, para poder resistir a las asechanzas del diablo. Porque no estamos luchando contra fuerzas humanas, sino contra las fuerzas espirituales y sobrehumanas del mal, que dominan y gobiernan este mundo de tinieblas. (Ef 6, 10- 12)

El relato evangélico.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: “Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”.

Él les contestó: “Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones hoy y mañana, y que al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido!

Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada. Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!. (Lc 13, 31-35)

 

La Obra del Señor.

 

La Obra del Señor Jesús es la redención de los hombres mediante su muerte y su resurrección. Para que pasen de la muerte a la vida, del pecado a a gracia (Ef 2, 4- 6) Para que entren en la presencia de Dios liberados, reconciliados, salvados y santificados. (cf Col 1, 13- 14)

¿Quiénes pueden pasar de la muerte a la vida?

Los que crean y se conviertan ya que el hombre tiene un libre albedrío, puede creer o no creer; puede elegir entre luz y tinieblas. Para entrar en la presencia de Dios, tal como lo dice la Escritura: “Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados.” (Hch 3, 19)

¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido! Ser protegidos de los peligros de la vida como la gallina protege a sus pollitos, equivale a entrar en la Presencia de Dios, entrar en su Gracia para ser protegidos contra el león furioso que busca a quién devorar (1 de Pe 5, 8) Y contra las enseñanzas de este mundo tenebroso. (Ef 6, 12) Y contra el dominio de la carne que lucha contra el Espíritu (Gal 5, 16).

Nada es a fuerzas, sino si tú quieres, y si no quieres, levántate y da la espalda al Plan de Dios y vete al país lejano que es el Mundo para que lleves una vida mundana y pagana que te leva ala idolatría. (Lc 15, 11s) Recordemos la Escritura: “Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. (Jn 1, 11- 13)

Eres libre para elegir a Cristo o al Mundo. Se entiende por Mundo todo el sistema de doctrinas que rechazan la Luz de Cristo Jesús, su Mensaje y su Obra. Así lo dice l Escritura: «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. (Mt 12, 30) Dios ha dispuesto que Cristo es nuestro Salvador y nuestra Salvación, pero, tú y yo decidimos, aceptarlo o rechazarlo. El hombre decide salvarse o perderse.

Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada.

Casa vacía es decir, sin Dios, sin amor y sin los valores del Reino. La razón del vacío existencial lo explico Jeremías: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen. (Jer 2, 13) Hay incredulidad, infidelidad, desobediencia y rebeldía; sacamos a Cristo de nuestra vida y lo llenamos de ídolos, cayendo en la idolatría. Los ídolos son ciegos, opresores y explotadores, dividen, confunden engañan, sofocan y matan. Y la Iglesia va quedando vacía y se cumplen las palabras proféticas de Jesús.

Podemos auto justificarnos y decir es que somos débiles, frágiles y somos pecadores. Recordemos a san Pablo decir: Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. (2 de Cor 12, 9- 10) En vez de lamentarnos o de quejarnos, hagamos lo que hizo el Apóstol que se puso la Túnica de Cristo y encendió en sus corazón las virtudes cristianas (cf Lc 12, 35)

Revístanse de Cristo Jesús, despojándose del hombre viejo (Ef 4, 23- 24)

Por eso, para que puedan resistir en los momentos difíciles y quedar definitivamente victoriosos, revístanse con la armadura de Dios: que su cinturón sea siempre la verdad; su coraza, la justicia; su calzado, la prontitud para anunciar el Evangelio de la paz; que la fe les sirva siempre de escudo para protegerlos y apagar las flechas incendiarias del enemigo malo; pónganse el casco de la salvación y empuñen la espada del espíritu, que es la palabra de Dios. Y, con la ayuda del Espíritu Santo, oren y supliquen continuamente. Velen en oración constantemente por todo el pueblo cristiano y también por mí, a fin de que Dios me conceda hablar con toda libertad para anunciar el misterio de Cristo, contenido en el Evangelio, del cual soy embajador, aunque estoy encadenado. Pidan, pues, que tenga valor para predicarlo como debo. (Ef 6, 13. 20)

La verdad echa fuera toda mentira y toda maldad para que seamos libres y hagamos el bien (Jn 8, 32) La justicia para dar gloria a Dios, guardemos sus Mandamientos y amemos al hombre. Con el Celo Apostólico venzamos toda pasividad en la Iglesia y seamos los Misioneros que el Señor necesita. La fe es el escudo para defendernos en a lucha contras el pecado y sus aliados. Con la Espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, que esté este siempre en nuestros corazones para anunciar el Reino de Dios, y expulsemos de nuestro corazón toda soberbia y aprendamos a ser mansos y humildes de corazón. (Mt 11, 29)

Todo lo anterior ha de ir acompañados por la Oración íntima, cálida y extensa para no caer en la tentación sabiendo que no hemos recibido un espíritu de miedo o de esclavitud, sino, de Amor, Fortaleza y Dominio propio ( 2 de Tim 1,6)

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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