LAS PRUEBAS SON MANIFESTACIONES DE QUE ESTAMOS SIGUIENDO
A CRISTO.
Iluminación: «¡Simón,
Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he
rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto,
confirma a tus hermanos.» (Lc 22, 31- 32)
El relato bíblico:
Un día fueron los ángeles a presentarse ante el Señor y entre ellos
llegó también Satanás. El Señor le preguntó: "¿De dónde vienes?" El
respondió: "De dar una vuelta por la tierra". El Señor le dijo:
"¿Te fijaste en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra; es un
hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se aparta del mal". Satanás le
respondió: "¿Y crees tú que su temor a Dios es desinteresado? ¿Acaso no
has construido tú mismo una cerca protectora alrededor de él, de su familia y
de todos sus bienes? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus rebaños se han
multiplicado por todo el país. Pero hazle sentir un poco el peso de tu mano,
daña sus posesiones y verás cómo te maldice en tu propia cara". El Señor
le dijo: "Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques".
Y Satanás se retiró de la presencia del Señor.
La finalidad de las pruebas son manifestaciones del amor de Dios a los
hombres: son una verdadera enseñanza. En cambio, las tentaciones son inclinaciones
hacia el pecado. Las tentaciones no vienen de Dios, en cambio en la pruebas pueden
decir que un verdadero don, una visita del Ángel de la purificación. Que viene
a confirmarnos en la fe y a corregirnos cuando nos estamos desviando a la
izquierda o la derecha, o nos estamos atascando en el lodo. En las pruebas
Satanás pide permiso para tratar de desviarnos o par que perdamos la batalla.
No habéis sufrido tentación superior a la
medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras
fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con
éxito. (1 de Cor 10, 13) Tanto en las pruebas como en las tentaciones,
Satanás pide permiso, y Dios que nos conoce, no permite que seamos probados más
allá de nuestras fuerzas.
Si no vemos
pruebas en nuestra vida, ¿porqué será? Prepárate para la prueba por que el
Ángel del Señor viene a la vuelta de la esquina y está por llegar. El libro del
Eclesiástico nos dice: “Hijo, si te llegas a servir al
Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme, y
no te aceleres en la hora de la adversidad. Adhiérete a él, no te separes, para
que seas exaltado en tus postrimerías. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y
en los reveses de tu humillación sé paciente. Porque en el fuego se purifica el
oro, y los aceptos a Dios en el honor de la humillación. Confíate a él, y él, a
su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en él. Los que teméis al
Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, para no caer”. (Eclo 2,1- 7)
¿Qué hacer
durante las pruebas? Lo primero es aferrarse a Cristo, orar, invocarlo pedir, darle
gracias, ofrecerse. Segundo esperar hasta que Él haga su Obra, quiere darnos
una enseñanza, personal o comunitaria. Cuando es una prueba para la Comunidad,
pone su confianza en alguno de sus amigos para que carguen el peso de la prueba,
hay confianza y amor, y está con él para que padezca la prueba. Cuatro virtudes
aparecen en la prueba: la paciencia, la confianza, la esperanza y la
misericordia, hay crecimiento espiritual. Salimos fortalecidos con la Gracia de
Dios.
Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por
algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad
probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el
fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la
Revelación de Jesucristo. (1 de Pe 1, 6- 7)
Considerad como un gran gozo,
hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la
calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento. pero la
paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e
íntegros sin que dejéis nada que desear. (Snt 1, 2- 4)
Tú, pues, hijo mío, mantente
fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuánto me has oído en presencia de
muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de
instruir a otros. Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo
Jesús. Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida,
si quiere complacer al que le ha alistado. (2 de Tim 2. 1- 4)
Nos
gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la
paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. (Rm 5, 3- 5)
En la
prueba Dios nos da una porción doble de luz, a la que no estamos acostumbrados
y entramos en crisis o hacemos berrinche. Puede ser cuando escuchamos una
Palabra de Dios y nos damos cuenta que estamos equivocados; puede ser cuando alguien
nos corrige; cuando las cosas son salen como queríamos; cuando hay un fracaso sentimental
o económico; un accidente o llega una enfermedad o la muerte de un ser querido;
puede ser de otra manera, Dios lo sabe. Hay que saber distinguir entre los
padecimientos de la prueba y el de nuestras malas acciones.
Cuando
entremos en la prueba que es una crisis espiritual, hagamos un alto para
interiorizar y hacer oración del corazón. Preguntémosle dos preguntas a Dios:
Señor. ¿Qué me quieres enseñar? ¿Señor que quieres que yo haga? La respuesta no
se hace esperar, Dios tiene su mirada en el que siendo probado. Dios nos dice: Hace
tiempo que no visitas mi Palabra; hace tiempo que has descuidado la oración; Hace
tiempo que no te confiesas; está cayendo en la pornografía; cuando te corrigen
te enfureces; criticaste a un hermano o hermana; te veo aburrido en tu trabajo.
Tu respuesta
puede ser, es cierto Señor, sólo Tú eres santo y justo, yo soy pecador.
A la segunda pregunta: ¿Señor que quieres que haga? Es la disponibilidad de hacer la Voluntad de Dios y la disponibilidad
de salir fuera para ir al encuentro de tu realidad y hacer lo que Dios te pida.
Como es volver a ser hijo, amigo y hermano de Dios y de los demás reconciliándote.
En tercer
lugar, es ofrecer al Señor, tal como lo hizo María: “He aquí la esclava del Señor,
hace en mí su Palabra” (Lc 1,38) Y la prueba pasa, sí termina en amor hay victoria,
hay crecimiento espiritual. Dios respeta nuestras decisiones, esperamos otras
pruebas, y si hay victoria hay crecimiento, y sino pasaran los años y nos quedamos
con un infantilismo eterno, sin madurez humana o sin madurez cristiana.
La prueba es un momento de Cruz,
se le puede abrazar o se le puede rechazar.
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