JESÚS TOMÓ LA FIRME DETERMINACIÓN DE EMPRENDER EL
VIAJE A JERUSALÉN.
Iluminación: Desde
entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a
Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. (Mt 16, 21) Va a
graduarse como el Siervo de Dios y el servidor de los hombres.
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo,
Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió
mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle
alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que
iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron:
"Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con
ellos?" (Lc 9, 51-56)
Jesús tomó
la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Va a su
graduación como Servidor de Dios y de su Pueblo. Tal como lo dice en san Mateo:
“No
ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre
vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros,
será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido
a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.” (Mt
20, 26- 28) En Jerusalén será su graduación y de los que quieran ir con Él.
El que quiera que me siga, para
que donde yo esté, esté también mi servidor (Jn 12, 26) Lo que implica caminar con
Jesús por el Camino estrecho y entrar por la Puerta estrecha: “Cristo
Crucificado” (Mt 7, 13- 14) Lo que significa “Creer y convertirse” (Mt 4, 17)
Para pertenecer a Cristo y ser sus servidores: “Pues
los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus
apetencias”. (Ga 5, 24) Pasar por la Puerta estrecha para recibir de las
manos del Señor como siervos de Cristo, teniendo una fe sincera y un corazón
limpio para hacerlo por amor (cf 1 de Cor 1, 5)
Envió
mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle
alojamiento.
Pero no los recibieron por
se dieron cuenta que iban a Jerusalén. Los samaritanos eran enemigos de los
judíos, aun que Jesús los había visitado y muchos se habían convertido (Jn 4,
10, ss) Quisa era otro momento, otra época, no lo reciben, de acuerdo a san
Lucas.
Santiago y Juan, los hijos
del trueno, se llenan de coraje y estallan, diciendo a Jesús: “¿quieres que
hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?" Jesús los reprende,
diciéndoles: la violencia engendra violencia. Es el amor lo que echa fuera el
odio. En san Lucas les dice: Ama a tu enemigo y reza por él (Lc 6, 27- 28)
¿Porqué
Jesús les nombró los hijos del trueno?
Porqué tenían un “carácter”
recio, fuerte, violento y agresivo. El hombre nace con su carácter y que lo acompaña
hasta la sepultura. El carácter no cambia, tan solo se templa, se modera y se
suaviza. El hombre puede ser muy trabajador o muy perezoso; Muy violento o
puede ser pacifico; puede ser activo, corajudo, peleonero, alcohólico, como
puede ser pasivo, calmado, amistoso, puede tener dominio propio. Dependiendo de
su carácter.
En su infancia si recibe
violencia, desamor, acosos o violaciones, bullings, y más, puede hacerse muy
tímido, cobarde, encerrado en sí mismo, o puede hacer agresivo, violento, hasta
neurótico. El carácter se acomoda al “Vacío existencial”. El vacío viene del
engaño, de la parálisis y de la frustración. Viene de la inversión de los
valores que echa sus raíces en la mentira. Del vacío sale el aburrimiento, la
agresividad y el aislamiento que llevan a la perdida de la vida. Del
aburrimiento genera pereza, alcoholismo, drogadicción, sexo desordenado y otras
cosas. El, aislamiento te encierra en sí mismo, no hay comunión, te alejas de
los demás y se acaba el diálogo, fraterno, amistoso y familiar.
¿Cómo se
templa o suaviza el carácter?
En la educación como
personas, en la verdad, para hacerse íntegros sinceros, honestos y leales. Para
educar en la fe, como lo dice Pablo: Honra a tu padre y a tu madre, tal
es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: Para que seas feliz y
se prolongue tu vida sobre la tierra. Padres, no exasperéis a vuestros hijos,
sino formadlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor.
(Ef 6, 2- 4) Los padres son los primeros educadores de sus hijos.
En la escucha y en la
obediencia de la Palabra, esta educación nos lleva al amor, al perdón y a la
libertad. Amar sin fingimiento, rechazando el mal y amando el bien (Rm 12, 9)
Vivir de encuentros con Jesús, suaviza y templa nuestro carácter. Juan y
Santiago y los demás discípulos que eran agresivos, envidiosos y buscaban los
primeros lugares. Después de la Resurrección de Cristo, se ven cambios grandes en
sus vidas.
San Juan, el discípulo del
amor, Nos dice: “Hijitos míos miren cuánto nos ama el Padre que podemos
llamarnos sus hijos y en verdad serlo (Jn 3, 1ss) “Ámense los unos a los otros
como Dios nos ha amado (cf 1 Jn 4, 10) Santiago, su hermano, nos dice: “Si
pudiendo el bien no lo hacemos estamos pecado” (Snt 4, 17) “No hagan acepción
de personas”. Lo que significa no den culto a los ricos y a los poderosos (cf
Snt 2, 1s)
Porque somos de Jesucristo,
nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor. El cambio en su manera de
pensar, de sentir y de vivir fue después de la Muerte y Resurrección de Cristo.
Nuestro carácter que es interior es amable, generoso y servicial. Porque se
echa fuera la malicia, la mentira y la envidia para darle lugar al amor, a la
verdad y la vida, es decir a Cristo (1 de Cor 13, 4s: Jn 14, 6)
Cuando Cristo vive por la fe
en nuestro corazón, experimentamos el amor, la paz y el gozo[um1] del
Espíritu que es amor fortaleza y dominio propio (Rm 14, 17; Ef 4, 17- 18; 2 de
Tm 1, 6)
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