JESÚS ES EL MESIAS QUE HACE PARTICIPAR A TODOS LOS SUYOS DEL
DON DEL WSPÍRITU SANTO
En aquel
tiempo, Juan dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios
en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo”.
Jesús replicó: “No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en
mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros
está a favor nuestro. (Marcos 9, 38ss) Juan y los discípulos fueron motivados
por el Ego y la soberbia.
Jesús lo que quiere es que no encerremos el amor en círculos de grupo. Quiere hacer de todos sus creyentes una sola familia, en la cual todos sean hijos de Dios, hermanos y servidores de todos. El que no te contradice, no se burla de ti y no blasfema de lo que tu digas o haces, entonces es de los tuyos, aunque sea de otra religión. Lo que Jesús quiere es que no peleamos. Que no discutamos, que nos odiemos. Los otros pueden ser mejores que tú, pero no les tengas envidia. Mejor supérate, pero sin entrar en competencias. (2 de Tm 2, 23) Si te rechazan, si se burlan de tu mensaje, si blasfema, no vale la pena disccutir, vete a otras pueblos, o a otras personas. Pero no discutas o peleies.
Os
aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no
quedará sin recompensa. (Marcos 9, 43) Cada cual dé según el
dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da
con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de teniendo,
siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra
buena. (2 de Cor 9, 7-8) A Dios no le ganamos en generosidad. Todo servicio que
se haga en fe y con amor el Señor nos da su Gracia y de sus dones en abundancia.
Hay recompensa de profeta; recompensa de justo;
recompensa de discípulo de Cristo. Lo que se hace con amor a Dios y al prójimo
recibe recompensa, pues se hace al mismo Dios o al mismo Señor. Dios conoce la
intención de nuestro corazón, aunque nuestra ofrenda sea pobre, pequeña y
humilde, es grata y agradable a Dios. Un vaso de agua, una oración pequeña
por otros, una palabra dicha con amor para corregir es un servicio al hermano
que no se queda sin recompensa de Dios.
Educar con la Palabra y con el testimonio.
Al que sea ocasión de pecado para uno de estos
pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra
de molino y lo echaran al mar. Sí tu lengua te hace pecar, córtatela. (Marcos
9, 42)
Los pecados
de la lengua hacen referencia al séptimo mandamiento: “No mentirás” “No hables
groserías” “No digas falsos testimonio” “No calumnies” “No confundas ni
manipules a nadie” “No engañes y no confundas”.
No
enseñemos a pecar a los niños, ni a los discípulos de Jesús. Padres eduquen a
sus hijos con amor y en la fe, no con gritos ni con golpes para no hacerlos neuróticos;
hijos honren a sus padres, respétenlos, obedézcanlos y ayúdenlos. (Ef 6, 1- 4) Edúquenlos
para el amor a Dios y al prójimo. Que sus palabras sean amables, limpias y
veraces. Levantar una calumnia a un discípulo de Cristo es un pecado gravísimo.
No hablemos mal de los demás para no ser sus jueces y matarlos con la crítica.
Niégate a
ti mismo, el camino para alcanzar disciplina.
Y si tu
mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la
vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie
es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida,
que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de
pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser
arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y
el fuego no se extingue”. (Marcos 9, 43-48)
La moral
cristiana se aprende desde la infancia.
¿Hemos visto
alguno que se haya cortado a lengua para no pecar? ¿Hemos visto a alguien que
se haya cortado lo mano para no pecar? ¡Hemos visto alguno que se haya sacado
un ojo para no pecar? ¿Hemos visto a alguno que se haya cortado un pie para no
pecar?
Con la mano
podemos matar, oprimir, robar, golpear, hacer bullings. Lo que Jesús quiere
enseñarnos es el niégale a tu mano el placer el complacerla. Educa tus manos
para que hagas el bien. Niégales a tus pies el placer de complacerlos, no busques
la ocasión de pecar. Niégales a tus ojos el placer de complacerlos. ¿Cómo? Niégale
el alimento al hombre viejo que le entra por los sentidos: La pornografía que
lleva a la lujuria. Niégales a tus oídos el complacerte participando de conversaciones
impuras o de chismes o críticas o juicios negativos.
Jesús loque
nos está invitando es a guardar sus Mandamientos y su Palabra para amar a servir
a Dios y a los hermanos. Examinemos las cargas de conciencia para darnos cuenta
si le estamos sirviendo a Jesús o a nosotros mismos, a nuestros intereses y a nuestras
intenciones. Examinemos nuestro servicio en la Iglesia si es un servicio hecho
con amor a Cristo a nosotros mismos o a nuestro grupo. Examinemos si vuestras acciones
están llenas de humildad o llenas de soberbia. La humildad es inseparable del amor
y la soberbia encuentra su fuerza en la mentira y se manifiesta en la envidia y
en la hipocresía.
El servicio
a Cristo y a la Iglesia ha de hacerse con humildad y con amor para que sea
grato y agradable a Dios. El humilde reconoce a los demás como de su familia,
les pertenece y ellos le pertenecen a él, es un don de Dios y los otros son
dones de Dios para él. Por eso puede trabajar, orar, caminar y adorar a Dios
con los demás. Somos de Cristo y vivimos para él. Podemos vivir en Sinodalidad.
Y poder llegar a ser una Comunidad fraterna, solidaria y servicial.
“Pues todos
han de ser salados con fuego. Buena es la sal; más si la sal se vuelve
insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con
otros.” (Marcos 9, 49-50) Una persona que pierde la sal, la echa a la calle
donde es pisoteada, es criticada y burlada. Cuando se pierde la paz,se pierde
la armonía interior y la armonía exterior, su vida se convierte en Caos.
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