LA CONVERSIÓN ES UN VOLVER A JESUCRISTO PARA VIVIR
EN ARMONÍA
Introducción: Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros para que vuestros pecados sean borrados (Hch 3, 19)
La conversión nos lleva al Nuevo Nacimiento.
Nos pide escuchar la Palabra de Dios que
es luz que ilumina nuestros pecados y el camino a recorrer: el reconocer
nuestros pecados, arrepentirnos de corazón, hacer el propósito de no volver a
pecar y confesar nuestros pecados. Soy
pecador, Señor ten piedad de mí. Al recibir el perdón y la paz, la resurrección
y el don del Espíritu Santo, estamos naciendo de Dios. Somos una Nueva Creación
( 2 de Cor 5, 17) Entramos en la Nueva Alianza y le pertenecemos al Señor para
que luego lo amemos y lo sirvamos.
La conversión es pasar del
judaísmo, del paganismo y de las obras muertas de la carne a Jesucristo. Para
orientar la vida hacía Dios. Tal como lo dice el apóstol san Pablo: Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue
nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, tras haber
abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, (1 Tes 1, 9) Abandonar los ídolos que ocupan
nuestro corazón como so el poder, el tener y el placer: “Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas
vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen”
(Jer 2. 13)
Un corazón
contrito y arrepentido tu no lo rechazas (Slm 51. 19)
«Mas ahora todavía - oráculo
de Yahveh - volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llantos, con lamentos.»
Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios,
porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se
ablanda ante la desgracia. (Joel 2, 12- 13)
El pecado es
lejanía de Dios y de los hermanos y por miedo nos escondemos de Dios.
Sino que vuestras faltas os
separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder
su rostro de vosotros para no oír. Porque vuestras manos están manchadas de
sangre y vuestros dedos de culpa, vuestros labios hablan falsedad y vuestra
lengua habla perfidia. No hay quien clame con justicia ni quien juzgue con
lealtad. Se confían en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a luz
iniquidad. (Is 59, 2- 4)
El Culto que no le agrada a Dios está vacío de amo y de obediencia.
Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros.
Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas:
lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mí vista, desistid de
hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al
oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y
disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la
nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si
aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 15ss)
La conversión nos trae una lluvia de bendiciones.
¡Si volvieras, Israel!, oráculo de Yahveh, ¡si a mí volvieras!, si
quitaras tus Monstruos abominables, ¡y de mí no huyeras! Jurarías: «¡Por vida
de Yahveh!» con verdad, con derecho y con justicia, y se bendecirían por él las
naciones, y por él se alabarían. Porque así dice Yahveh al hombre de Judá y a
Jerusalén: - Cultivad el barbecho y no sembréis sobre cardos. Circuncidaos para
Yahveh y extirpad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y
habitantes de Jerusalén; no sea que brote como fuego mi saña, y arda y no haya
quien la apague, en vista de vuestras perversas acciones. (Jer 4, 1- 5)
La Inversión de valores es la causa de guerras, guerrillas y masacres.[11]
Consiste en reducir al hombre a cosa, instrumento de trabajo o de placer.
Se le valora por lo que tiene y por lo que hace o por lo que sabe. Es la madre
del Vacío existencial. Vacío de Amor y de los valores del reino. Pero, sobre
todo, vacío de Dios. Vacío que hace de la humanidad un caos: familias divididas
y hambrientas, naciones en guerra, países
sin paz, sin armonía y con la amenaza eterna de la guerra. En el corazón de los
hombres reina la soberbia, envidia, la mentira, la hipocresía y el odio.
Por la conversión nos apropiamos de los frutos de la Redención: El perdón,
la paz, la resurrección y el Espíritu Santo; nacemos de Dios y Cristo habita en
nuestro corazón[12] por la fe
(Ef 3, 17) La conversón pide romper con el pecado para participar de la
Naturaleza divina ( 2 de Pe 1, 4) “Huye de las
pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de
la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro”. (2 Tim
2, 22) La conversión es llevarse y revestirse de Cristo. Para que cambie
nuestra manera de pensar (Rm 12, 2) Cambia nuestra manera de sentir (Flp 2, 5)
Y cambia nuestra manera de vivir ( 1 de Jn 2, 6) Y pueda así haber paz y
armonía, amor y gozo entre nosotros (Rm 14, 17)
La
conversión pide obediencia, justicia y fidelidad: En esto
sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le
conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en
él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado
a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. ( 1 de Jn 2, 3- 5) La
conversión es pasar del odio al Amor; de la mentira a la Verdad, de la muerte a
la Vida; de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la uz. (Ef 5, 7-9;
Col 1, 13- 14)
La conversión es ir a Cristo para intercambiar nuestras miserias con su
Amor.: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os
daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras al Porque mi yugo es
suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28)
La
conversión es respuesta a la Palabra de Dios.
Al oír esto,
dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos
de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros
se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados;
y recibiréis el don del Espíritu Santo; (Hch 2, 37- 38[13] ) Ahora
pueden caminar, trabajar y servir en comunión; pueden compartir lo que saben, lo
que tienen y loque son.
Por la
conversión dejamos de ser copias y títeres de la sociedad.
Para llegar
a ser personas íntegras, honestas y honradas; Volvamos a ser seres originales,
únicos y irrepetibles, responsables, libres y capaces de amar y de servir para
poder trabajar en la “Civilización del Amor” Cimentada en la Verdad y en la Libertad para poder recocer a los otros
como personas valiosas y dignas; aceptarlas como son, respetarlas de palabra y
acción abriéndonos al diálogo fraterno y amistoso.
Jesucristo
nos recomendó: “Ámense los unos a los otros como yo lo los he amado” (Ij 13, 34)
Y el que quiera ser grande que se haga un servidor de sus hermanos (Mt 20, 25)
Y que extienda su mano para compartir los dones de Dios con todos especialmente
los más necesitados (Mc 3, 5; Kn 13, 13; Mt 25, 34s)
Publicar un comentario