DIOS ES EL QUE HACE CRECER EN LA FE, LA ESPERANZA Y LA
CARIDAD.
Iluminación: Por la fe en Jesucristo somos justificados de nuestros
pecados y recibimos el Espíritu Santo. Con la fe recibimos la esperanza y la
caridad. (Rm 5, 1- 5)
Dios no
hace acepción de personas.
Pero Yahveh dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran
estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del
hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón.» (1
de Sm 16. 7) Para Dios todos somos iguales en dignidad, pero, diferentes en
carisma.” Hombres y mujeres, pobres y ricos, cultos o incultos, judíos y
gentiles, blancos y negros…
La mentira es la fuerza del mal, y nos dice: ¿Cuánto tienes cuánto
vales? Según está filosofía el hombre vale por lo que tiene, por lo que hace y
por lo que sabe. Según la Antropología bíblica el hombre vale por lo que es,
hijo de Dios y es una persona valiosa, importante y digna. Para todo bautizado,
para todo cristiano que ha salido de las manos de Dios san Pablo nos dice: “No os
mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del
hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento prefecto,
según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e
incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en
todos”. (Col 3, 9- 11) El hombre Nuevo es el que está en Cristo (2 de Cor 5, 17)
Mientras que el pecado llena el corazón del Hombre viejo. Pecado que es el
enemigo común de la fe, la esperanza y la caridad.
Según la
teología del apóstol Pablo.
Hermanos:
Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser
muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros,
seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo
Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo
Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada
uno es miembro de él. En la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar a los
apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercer lugar, a los maestros;
luego, a los que hacen milagros, a los que tienen el don de curar a los
enfermos, a los que ayudan, a los que administran, a los que tienen el don de
lenguas y el de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Son todos
profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don de
curar? ¿Tienen todos el don de lenguas y todos las interpretan? Aspiren a los
dones de Dios más excelentes. Palabra de Dios. (1 de Cor 12,
Por el Bautismo todos somos
iguales dignidad, pero, por el carisma somos diferentes, llamados a la Unidad y
al Servicio. Llamados a edificar la Iglesia, la Familia de iguales, pero a la
vez diferentes, según el don de Dios. El primero de estos dones es el Profeta,
el que abre brecha donde no hay brecha; el que tumba montes para abrir caminos
donde no hay caminos. Caminos de la Palabra, Caminos de fe, de esperanza y de
caridad. Caminos de la Oración, de la Caridad y de los Servicios.
El segundo don es el de
los Apóstoles. los enviados a confirmar lo que ha el hecho el profeta. “Al enterarse
los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra
de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para
que recibieran el Espíritu Santo (Hch 8, 13. 15)
En tercer lugar,
viene el Maestro que viene a profundizar para que crezcan en Unidad la fe, la
esperanza y la caridad: para crecer en gracia de Dios y en conocimiento de
Cristo, hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto Cristo el Señor (Ef 4,
13) Luego siguen los Pastores para guíen, administren, cuiden y alimenten la fe
de sus rebaños. Así lo dijo el profeta Jeremías: Os
daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con inteligencia y
sabiduría;(Jer 3, 15)
Todos unidos en la fe, la esperanza y la caridad: Unos siembran y otros
riegan, pero es Dios el que hace crecer y que la planta legue a dar frutos (cf
1 de Cor 3, 6) Las tres virtudes nacen y crecen e la escucha, guarda y
obediencia a la Palabra de Dios. (cf Lc 8, 32: Lc 11, 28) Son pura Gracia de
Dios y pide guardar los Mandamientos de Dios y guardar su Palabra, como también
pide amar y servir a los hombres. (1 de Jn 2, 3- 5) Tienen como enemigo común
el pecado que paga con la muerte (Rm 6, 23) Y deja el corazón de los hombres
vacío de amor, de los valores del Reino y de Dios. Pero si hay conversión y
arrepentimiento sincero, Dios nos da la Vida en Cristo Jesús. Hay un Nuevo
Nacimiento donde hay un paso de la muerte a la vida, del pecado a la Gracia,
del hombre viejo al hombre Nuevo conducidos por la Palabra de Dios: por su
escucha y obediencia para que haya fidelidad al Mensaje de Cristo: Crean y
conviértanse a la fe, a la esperanza y a la caridad, es decir a Cristo. Que nos
invita diciéndonos:
«Venid a mí
todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad
sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque
mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30) Cristo es nuestro
descanso: es nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad. (Rm 5. 1- 5)
En la fe sincera que es confianza obediencia y pertenencia a Cristo.
Fe que abraza la esperanza y la caridad, que pide tener un corazón limpio que
se ha lavado en la sangre de Cristo (Hb 9, 14) y que sus pecados han sido
perdonados (Ef 1, 7) Para que tenga una conciencia recta (1 de Tm 1, 5) Para
hacerlo todo para la Gloria de Dios y para el bien de los fieles.
Quien posea la fe, la esperanza y la caridad hace de la Voluntad de
Dios “la Delicia de su vida”. Y está creciendo en la Gracia y en el
conocimiento de Cristo Jesús.
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