EL HIJO DE LA VIUDA DE NAÍM SE CONVIERTE EN UN DON PARA SU MADRE

 

EL HIJO DE LA VIUDA DE NAÍM SE CONVIERTE EN UN DON PARA SU MADRE.



Iluminación: Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.  (Rm 5, 23)

Jesús vino a traernos a Dios.

Vino a sacarnos de la muerte y a llevarnos a nuestro suelo: al Reino de Dios ( Col 1,13) Jesús vino a salvarnos que significa sacarnos del pozo de la muerte para llevarnos a la Casa del Padre (cf Ez 37, 12) Por eso pudo decirnos con toda autoridad: “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) Jesús es la Vida y el pecado es la muerte, escoge lo que tu quieras (cf Jn 14, 6) Conmigo o contra mí, el que no recoge desparrama (Mt 12, 30) A fuerzas nada, todo es si tu quieres, la salvación es u don gratuito de Dios a los hombres, pero no es barato: “Crean y conviértanse” (Mt 4, 17) “Yanto amó Dios al mundo que le entregó su propio para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Para tener Vida eterna, solo hace falta creer en Jesús. (cf Jn 6, 39- 40)

Jesús todo lo hizo bien. Denuncio las injusticias y las opresiones, y abrió caminos de liberación. Hizo hablar a los sordos y oír a los sordos; hablar a los mudos y caminar a los cojos y resucitó a los muertos. Y liberó a los espíritus inmundos y a los oprimidos por el Diablo, limpio a los leprosos, defendió a los débiles y defendió a las mujeres y al final con su muerte reconcilió a los hombres con Dios y entre ellos. Hoy hace un milagro in que nadie se lo pida.

Jesús resucita al hijo de la viuda de Naím.

Y sucedió que a continuación se fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores.» Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.» El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». (Lc 7, 11- 16)

Las dos caravanas, una es de vida y la otra es de muerte.

Al frente de la caravana de la vida, va Jesús, lo siguen los doce y después más de 500 personas que van en peregrinación, a Jerusalén, van a celebrar la Pascua. (Sólo Jesús sabe que va celebrar su propia Pascua). Al frente de la muerte llevan al féretro, los siguen las plañideras o lloronas, después va la madre del muerto, a esto lo sigue una gran multitud de gente. Van en silencio y algunos lloran como signo de solidaridad con la viuda. Una caravana lleva alegría y la otra lleva muerte. Mientras unos cantan y alaban otros lloran y se lamentan.

El encuentro de Jesús con la mujer viuda.

Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. ¿Cómo no llorar si es su único hijo? La mujer tenía derecho a llorar, era su Madre. Jesús sabe lo que va hacer, le tiene una sorpresa. La caravana de muerte se detiene. Los que llevan al muerto se detienen y bajan al muerto. Jesús se acerca y toca realidad del muerto: su féretro. Jesús toma la iniciativa, todo lo hace con amor. Con su corazón lleno de compasión, de su boca sale una palabra poderosa y liberadora que le dice al muerto: Joven, a ti te digo, levántate.  El que estaba muero se levantó y comenzó hablar, está completamente vivo. Ahora todavía envuelto en las sábanas, Jesús se lo entregó a su madre. Es su Regalo.

La gente llena de temor y de admiración, alababan y glorificaban a Dios diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.

El encuentro con Jesús es liberador y es gozoso. Liberador por que nos quita las cagas del pacado y gozoso por que participamos de la resurrección de Cristo. Nos busca hasta encontrarnos (Lc 15, 4) Y cuando nos dejamos encontrar divide nuestra vida en dos, antes del Encuentro y después, antes éramos tinieblas, ahora somos luz (Ef Ef 5, 7-9) Le entregamos nuestras miserias y recibimos su Misericordia (Mt 11, 28- 30) Por la Gracia de Dios recibimos los frutos de la redención: el perdón, la paz, la resurrección y el don del Espíritu Santo, hemos pasado de la muerte a la vida del pecado a la gracia, y ahora somos regalos de Cristo a su Iglesia a la que hay que amarla y servirla.

En el encuentro con Jesús descubrimos la vocación de servir y la misión de vivir para Cristo y para los demás. Y de manera especial descubrimos y realizamos el sentido de nuestra vida que es el Amor. Después del encuentro viene una luna de miel, después nos lleva al desierto para que hagamos la Opción Fundamental por Cristo y demos la espalda al mundo. Enamorados de Cristo le decimos: Iré a donde me lleves y diré la lo que e digas, hemos tomado la firme decisión de servir a Cristo, ahora siguen las pruebas, tal como lo dice el libro del Eclesiástico: Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme, y no te aceleres en la hora de la adversidad. Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus postrimerías. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente”. (Eclo 2, 1- 4)

Tú, pues, hijo mío, mantente fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuánto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros. (2 de Tm 2, 1-2) Eres un Don de Cristo para su Iglesia, la Madre.

 

 

 

 

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