EL HIJO DEL HOMBRE
TAMBIÉN ES DUEÑO DEL SÁBADO
Iluminación: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No
he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.(Mt 5, 17)
¿Por qué el Domingo?. Jesucristo es
el Señor del Sábado, es el Centro de la Biblia, no es el sábado, que está al
servicio del hombre y no este, al servicio del sábado. Porque Cristo resucitó
en domingo, el domingo es el nuevo día del Señor. Cristo es el centro de la Revelación, siendo
Dios se hizo hombre, murió y resucitó para Señor de vivos y muertos. Él pudo
cambiar la Ley de Moisés, superarla y llevarla a su Plenitud. Cristo es la
Plenitud de Dios, y el domingo, el primer día de la semana, los Apóstoles se
reunían para celebrar la Eucaristía y la primera Eucaristía fue celebrada en
domingo, el primer día de la semana, de la Nueva Creación (Lc 24, 30- 31; Apoc
1, 10; Hech 29m 7; 1 de Cor 16, 1)
El relato bíblico:
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con
él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos.
Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: "Tus discípulos están
haciendo algo que no está permitido hacer en sábado". Él les contestó:
"¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y
sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los
panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan
sólo los sacerdotes?
¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque
ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien
más grande que el templo. Si ustedes comprendieran el sentido de las
palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no
condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre
también es dueño del sábado''. (Mt 12, 1-8)
Los escribas y fariseos eran rigoristas, legalistas
y perfeccionistas, los amos y señores de la religión judía: ayunaban dos días a
la semana, oraban siete veces al día, guardaban los Mandamientos, practicaban
limosnas, pagaban diezmos de manera muy rigurosas, pero, Jesús les dice a sus
discípulos: «Porque os digo que, si vuestra justicia no es
mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
(Mt 5, 20) Eran muy religiosos, pero no tenían amor, no tenían misericordia,
por eso chocaron contra Jesús y su doctrina. Por su rigorismo, legalismo y
perfeccionismo juzgaban, criticaban y condenaban a los que no pertenecían a su
grupo.
Jesús vino a los suyos, pero no lo recibieron, (Jn
1, 11- 12) lo rechazaron, lo juzgaron y lo
condenaron a muerte por medio de gente malvada, los romanos (Hch 2, 21-22)
Jesús murió, resucitó y declarado como Mesías y como Señor de todo y de todos,
aún del sábado. Con toda autoridad dice a los suyos y a todos las palabras de
Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios.” La Ley de Cristo que es el Amor,
supera la Ley de Moisés, porque nace de la Nueva Alianza, escrita con sangre en
nuestros corazones: ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el
Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras
muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo! (Hb 9, 14)
Para rendirle culto al Dios vivo y verdadero,
hay que despojarse del traje de tinieblas y revestirse de Luz, (Rm 13, 13; Ef
4, 23- 24) Ellos mismos cuentan de
nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios,
tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, (1 de Tes 1, 9) Con un corazón limpio podemos
ofrecer a Dios un sacrifico vivo, santo y agradable a Él (Rm 12, 1) Porque lo
ofrecemos a la Luz de la Nueva Ley, la ley del Amor, la Ley de Cristo.
Nuestros sacrificios, oraciones y
acciones hechas por Amor son agradables
a Dios, sin Amor, nada es grato a Dios: «No todo el
que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás
os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)
El
legalismo, el rigorismo y el perfeccionismo no realizan, no liberan no
reconcilian y no salvan, hunden sus raíces en la soberbia y en la mentira, en
la envidia y en la hipocresía (1 de Pe 2, 1) Jesús no recomienda a los fariseos
como modelos a seguir: “Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no
imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a
las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus
obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las
filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los
banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las
plazas y que la gente les llame "Rabbí". (Mt 23, 3- 7)
Misericordia quiero y no sacrificios, nadie
da lo que no tiene, para dar Misericordia hay que estar en Gracia de Dios; en comunión
con Jesús para dar frutos de vida eterna (Jn 15, 7). La Ley de Cristo es para
vivirla y ponerla en práctica. Si no lo hacemos podemos perder la Gracia de
Dios: “Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer
necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?
Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad”.
(1 de Jn 3, 17- 18)
La señal que hemos
pasado de la muerte a la vida es el Amor: Y
nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios
es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1
de Jn 4, 16)
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