EL AMOR AL PRÓJIMO FORMA PARTE DE LA LEY DE MOISÉS.

 

EL AMOR AL PRÓJIMO FORMA PARTE DE LA LEY DE MOISÉS.

 

¿Quién es mi prójimo? Es el cercano y el lejano, es aquel que está frente a mí para brindarle una ayudarlo en sus necesidades. Es aquel pobre que tiene necesidad y yo puedo ir para ayudarlo. Es aquel o aquella de la que tengo misericordia en sus necesidades.

 

Prójimo es el que tiene necesidad y está a mi alcance ayudarlo. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.… El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor, pero el que se apiada del necesitado le honra. (1 de Jn 3, 17- 18)


El amor al prójimo está en la Ley de Moisés. “Cuando coseches la mies de nuestra tierra, no siegues hasta el borde de tu campo, ni espigues los restos de su mies. Tampoco harás rebusco de tu viña, ni recogerás de tu huerto los frutos caídos; los dejarás para el pobre y el forastero. Yo, Yahvéh, vuestro Dios”. (Lev. 19, 9).

 

Jesús lo dijo con toda claridad: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. (Mt 5, 17- 19)

Ama a tú prójimo como a ti mismo. El amor excluye el odio y la envidia. “No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con pecado por tu causa” (Lev. 19, 17). Si peca corrígelo con humildad y con caridad, no lo juzgues y no lo condenes. Que la corrección esté llena de amor. “No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahvéh” (Lev. 19, 18). Los hijos de tu pueblo son entonces tus hermanos, son tu prójimo. Preocúpate por ellos, reconcíliate con ellos y comparte tus bienes con ellos. Haz con ellos una Comunidad fraterna, solidaria y servicial.

 

Lo que dice Jesús: «Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. (Lc 6, 27- 30)

Los preceptos de caridad para los más pobres:

a) -Para con los enemigos.

Cuando encuentres el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo llevarás. Si ves caído bajo la carga el asno del que te aborrece, no rehúses tu ayuda. Acude a ayudarle (Ex. 23, 4). La Palabra de Jesús: “Ser misericordioso como vuestro Padre celestial es Misericordioso (Lc 6, 36)


b) -Para con los esclavos.

Si tu hermano hebreo, hombre o mujer, se vende a ti, te servirá durante seis años; el séptimo le dejarás libre, y, al dejarle libre, no le mandarás con las manos vacías. Le harás algún presente de tu ganado menor, de tu era y de tu lagar; te darás con arreglo a cómo te haya bendecido Yahvéh tu Dios. Te acordarás de que tú fuiste esclavo te rescató: por eso te mando esto hoy (Deut. 15, 12-15). Amores son acciones y ni palabras bonitas.


c) -Para con los extranjeros.

Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestéis. Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a un de vuestro pueblo y le amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, Yahvéh, vuestro Dios (Lev. 19, 33-34). El forastero te pertenece, es tu propia familia, es de Dios.


d) -Para con los huérfanos.

Cuando siegues la mies de tu campo, si dejas en él olvidada una gavilla, no volverás a buscarla. Será para el forastero, el huérfano y la viuda, a fin de que Yahvéh tu Dios te bendiga en todas tus empresas (Deut. 24, 19). Dios bendice y ama al que da con alegría. 

 

e) -Para con las viudas.

Cuando vendimies tu viña, no harás rebusco. Lo que quede será para el forastero, el huérfano y la viuda (Deut. 24, 21). Los preferidos de Dios en el Antiguo Testamento. Con Jesús se les agrega los grupos de los enfermos y los pecadores.

 

Los preceptos de la caridad a la luz de los profetas y los sabios.

 

“Aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda”. (Is 1, 17) Porque el culto sin justicia y sin derecho está vacío de Dios y de amor, no es grato a Dios (Is 1, 15-16) Por eso busquen el derecho y la justicia, es decir, háganlo como Dios lo hace, en santidad.


¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero?
-oráculo del Señor Yahvéh-: desatar los lazos de la maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo. ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Qué cuando veas al desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahvéh te seguirá (Is. 58, 6-8).

 

Lo que Isaías nos quiere decir que el ayuno que a Dios le agrada es que aborrezcamos el pecado y que amemos apasionadamente el amor, el bien. Son los dos principios de la moral bíblica. Haz el bien y rechaza el mal. (Rm 12, 9).

 

Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos (Os. 6, 6). El sacrificio de alabanza, unido al sacrificio de Comunión es la práctica de la caridad, hacia los más pobres (cf Eclo 35, 1-3) La limosna es como la lluvia que apaga el fuego, así la limosna apaga el fuego de las pasiones (Eclo 3, 30)

 

Para que nuestros sacrificios sean gratos a Dios hay convertirse; “Y tú conviértete a tu Dios, observa amor y equidad, y esperar en tu Dios siempre” (Os. 12, 7). Para el profeta convertirse es practicar la caridad, es darse, donarse y entregarse en servicio a los demás, guardando los Mandamientos de Dios. Lo mismo lo dice Miqueas: - «Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.» (Mq 6, 8) Todos somos iguales en dignidad, vivamos en comunión con Dios y con los demás y sigamos las huelas de Cristo:


Así dijo Yahvéh Sebaot: Juicio fiel juzgad, y amor y compasión practicad cada cual con su hermano (Zac. 7, 9). La compasión es inseparable del amor, consiste en compadecerse de sufrir con los otros, haz tuyas sus necesidades, comprométete con ellos, especialmente, los menos favorecidos, los más pobres. Este es un juicio fiel porque está lleno de misericordia y de generosidad.

 

Escuchemos a san Juan hablarnos del Camino de Jesús: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. (Jn 12, 24- 26)

Jesús perfecciona la Ley de Moisés: «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego. (Mt 5, 20- 22)

Terminamos escuchando a san Lucas: Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 23- 26)

Para Jesús la perfección cristiana se alcanza por la caridad. Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.» Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. (Mt 19, 21- 22)

 

 

 

 



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