USTEDES SON SAL
DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal
se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y
se tira a la calle para que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No
se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se
enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un
candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille
la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que
ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos''. (Mt 5, 13-16)
Después que Jesús le dice a sus discípulos sobre
las Bienaventuranzas: ustedes son llamados a ser pobres, mansos, humildes, misericordiosos,
limpios de corazón, justos y perseguidos por mi causa, ahora les dice: “Ustedes
son sal y luz del mundo”.
Hoy día que la Iglesia celebra al Apóstol san
Bernabé, compañero de san Pablo, llamados a ser sal y luz del mundo nos
recuerdan dos Palabras de la teología católica: “La Orto- doxia y la Orto- praxis[D1] ”. Enseñanza y la
práctica. Escucha y pon en práctica para que pongas en práctica las dimensiones
de la fe: Creer en Jesús, vivirlo lo que crees, anunciar lo que vives y celebrar
lo que anuncias.
La Ortodoxia es el Evangelio de Jesucristo, es su
Enseñanza, tal y como lo es “Palabra de Dios”. La Ortopráxis es vivir ese
Evangelio sin componendas. Hereje es el que pretende vivir el Evangelio, pero,
negando algunas verdades de él. Caen en la herejía, dicen los que tienen mucha fe,
pero son conducidos por las Ideologías que niegan la vida, rechazan a Jesús, su
Mensaje y su Obra, niegan la Iglesia y lo que ha enseñado por más de dos mil
años. El creyente que cae en la herejía cae también en la tibieza espiritual,
hace una mezcla de luz y tinieblas, a quienes Jesús les dice: “Apártense de mí
los que hacen el mal” (Mt 7, 23) Quieren ser cristianos sin Ortopráxis, sin
santidad, con las luces apagadas.
El verdadero católico o cristiano. Ha de saber
discernir entre lo que viene de Dios y lo que viene de otro espíritu que nos
lleva al pozo de la muerte, a la herejía. (Rm 14, 23) Los que quieren cambiar el
Evangelio a las modas del mundo, a sus intereses y a sus gustos, se salen y
abandonan el camino, cambian el Evangelio por una Ideología.
Pablo y Bernabé nos dejaron como herencia la Palabra de Dios escrita: Tú, pues, hijo mío, manténte fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros. (2 de Tim 2, 1- 2) Cuiden de la Ortodoxia y de la Ortopráxia
Como soldado de Cristo: Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado
de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de
la vida, si quiere complacer al que le ha alistado. (2 de Tim 2, 3- 4)
Como un atleta que compite: Y lo mismo el atleta; no recibe la corona si no ha
competido según el reglamento. (2 Tim 2, 5)
Juega limpio, no mezcles el Evangelio con la vida mundana y pagana. El
atleta que no juega limpio es descalificado.
Como un labrador que trabaja la
tierra: Y el labrador que trabaja es el
primero que tiene derecho a percibir los frutos. (2 de Tim 2, 6) Es el primero
en comer de los frutos de su cosecha, es un derecho. No puede pasar hambre
teniendo la comida en su barbecho.
Para que lo entiendas: Entiende lo que quiero decirte, pues el Señor te
dará la inteligencia de todo. (2 de Tim 2, 7) Como soldado, atleta o campesino
hay que ser los primeros en creer, en vivir, en anunciar y en celebrar nuestra
fe, y no confundir lo malo con lo bueno. No confundas y no engañes, eso viene
de la mentira que tiene por padre al diablo (Jn 8, 44)
Tú eres sal y luz de la tierra, es decir de los
hombres. Sal para darle sabor al caldo y para
que no se pudran los alientos. Para darle sentido a la vida que es el amor. Luz para ver, para
discernir, para conocer el camino, donde estamos parados y para dando vamos. La
luz es para iluminar y enseñar la verdad del Evangelio. Sal y Luz son dones de
Dios que no se deben esconder, son para compartir y para servir a todos, con
amor que es más fuerte que el odio, como la verdad es más fuerte que la mentira
y la humildad es más fuerte que la soberbia. Los dones son para nuestra propia
realización y para la realización de los demás. Compártelos, los dones crecen
con el uso de su ejercicio.
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