LOS DOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS.
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. (Mc 12, 28-34)
En el código de la Ley estaban escritos los diez Mandamientos. La Ley era el centro de la religión judía, y entre la gente se preguntaban ¿Cuál sería el más grande de los Mandamientos? Hoy la pregunta se la hacen a Jesús que lo sabía desde los primeros años de su vida; “El Señor es el único” No hay dos. Lo amarás y lo servirás con toda tu mente, con todo tu corazón y con todo tu ser.
Los hombres ponemos a Dios en segundo o tercer lugar en nuestra vida. A esto le llamaos “Inversión de Valores” Los profetas le llamaron “Idolatría”. Dios no es un ídolo, ídolo es todo lo que ponemos en lugar de Dios en nuestro corazón. El ídolo nos oprime, nos explota, nos esclaviza y nos mata, Dios nos da la vida en Cristo Jesús (Rm 6, 23). Y nos ha dado un “libre albedrío para que decidamos entre el bien y el mal, rechacemos el mal y hagamos el bien (Dr 30, 15)
Para Jesús es el Centro de su Vida, es su Padre, el lo Primero y el único que debe de estar en su corazón. En segundo lugar, pone al hombre, creado a Imagen y semejanza de Dios- Creado por Dios para ser único e irrepetible, responsable, libre y capaz de amar y servir. Para Dios el hombre es un fin, no es un medio. Np invirtamos los valores porque lo convertimos de su vida en caos, una cosa, un instrumento. Para Dios es un Alguien, una Persona, uno de sus hijos. Un ser valioso importante y digno, de gran valor y amado por Él (Is 43, 3-4)
Para Jesús el que dice que ama a Dios que ame también al hombre. Por eso pide justicia para todo hombre. Para viudas, huérfanos, pobres y extranjeros Todos somos iguales en dignidad (Is 1, 16) San Pablo nos dirá en el Nuevo Testamento: ” Y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.” (Col 3, 10- 11)
Para Jesús al maestro de la Ley que le hace la pregunta, responde con sensatez a Jesús y le dice: “No estás lejos del Reino de Dios”. El que guarda los Mandamientos ama y obedece a Dios, y le hace justicia al hombre y a la misma vez le hace justicia a Dios. San Juan en su primera carta nos dice: Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. (1 de Jn 4, 20).
Por eso Jesús nos dice: “No he venido abolir la Ley sino a darle plenitud.” (Mt 5, 17) El que me ama, ama a mi Padre, y el que ama a mi hermano, también ama a mi Padre. Así lo dice san Juan: El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.» Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. (Jn 14, 21- 24)
El todo aquel que obedece a Dios y le hace justicia, se convierte en un candidato para que Dios realice su Obra en él; Lo libera, lo reconcilia, lo hace una nueva creación y lo promueve, es decir, el Señor se manifiesta en él, sin obligarlo, sin manipularlo, más bien con un “Sí tú quieres”. La salvación es un don gratuito, pero, no es barato, el hombre es un ser para responder para rechazar al Dios que lo ama incondicionalmente.
Esto lo encontramos en la pedagogía de Jesús: Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. (Lc 9, 23- 24)
Por eso a sus discípulos les da su Ley: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34). Con el mismo amor que Jesús ama a su Padre, ama a sus hermanos, y con ese mismo amor deben amarse ellos unos a los otros.
“Si tu quieres” Jesús no es un manipulador de conciencias, Él respeta y nos hace libres para que seamos como Él.
Publicar un comentario