CON LA GRACIA DE DIOS Y NUESTA DISPONIBILIDAD NOS HACEMOS CRISTIANOS.

 

CON LA GRACIA DE DIOS Y NUESTA DISPONIBILIDAD NOS HACEMOS CRISTIANOS.

 

“Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él.” (Col 1, 1- 3)

La conversión cristiana es un proceso lleno de experiencias liberadoras, gozosas, dolorosas y gloriosas. Después del encuentro con Cristo en el que nos apropiamos de los frutos de la redención, sigue una etapa de luna de miel en la cual experimentamos la presencia de Dios en nuestro corazón, para luego ser llevados al desierto para al final tomar la firme determinación de seguir a Cristo y dar la espalda al mundo, A esto le han llamado la “Opción Fundamental por Jesucristo” Para seguir con una nueva etapa de donación, entrega y servicio.

Si realmente se han encontrado con Cristo, buscad las cosas de arriba, las virtudes, los dones y las bienaventuranzas, esto es posible si somos conducidos por el Espíritu Santo de Dios. Abandonen la vida mundana, pagana y pecaminosa, ya que vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. El lugar para esconderse del mundo es la cruz de Jesús, por eso Pablo dice: “Todo el que le pertenece a Cristo está crucificado con él, muriendo al pecado y viviendo para Dios (Gál 5, 24- 25)

La conversión como proceso nos lleva a estar naciendo de Dios, muriendo al pecado y viviendo en gracia de Dios. En cada renuncia hay un Nuevo Nacimiento, hay una ofrenda y hay una resurrección. Es un pasar del hombre viejo para ser hombres nevos y revestirse de justicia y santidad (Ef 4, 24) La conversión pide vivir de encuentros con Jesús, en oración y escucha de su Palabra, e integrándose en la Comunidad fraterna, solidaria y servicial, en la Comunidad de Cristo.

Y, ¿ahora qué sigue? “Vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) Vigilad significa conócete, despójate[P1] , revístete y lucha, ya que la conversión es un don y una respuesta, el Señor quiere que seamos protagonistas de su Obra.

Despojarse equivale a dar muerte, matándolo de hambre, renunciando al hombre viejo. “Huyendo de las pasiones de la juventud” (2 de Tim 2, 22) “Muriendo al pecado” (Gál 5, 24)

Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, (Col 3, 5- 9)

Pedro nos dice lo mismo: Desechad toda malicia, mentira, envidia, hipocresía y maledicencias (1 de Pe 2, 1) La malicia son los vicios y las pasiones que al gobernar en nuestra vida nos lleva a la muerte (Rom 6, 23) La mentira es la fuerza del mal. En cambio Dios nos da la vida en Cristo Jesús para que seamos hombres nuevos, hijos de Dios y hermanos de los demás, formando una Comunión con hombres y mujeres, pobres y ricos. Como fruto del proceso de la conversión.

y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en tod0s. (Col 10, 11)

Despájense del traje de tinieblas y revístanse con el traje de luz. Revístanse de Cristo (Rm 13, 14) Así es como debe vivir un cristiano que está en conversión.

“Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros.  Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.   Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos.”

Para revestirse de Cristo hay que caminar en la Verdad que nos hace libres (Jn 8, 32) Para salir del lugar de las tinieblas para vivir y caminar en la luz de Cristo (Jn 8, 12). Y poder ver y gozar de los hijos de la luz: La bondad, la verdad, la justicia, la humildad, la mansedumbre, la paciencia y el Amor, padre de todas las virtudes cristianas. (Ef 5, 9; Col 3, 12-14)

En la escucha y obediencia de la Palabra de Dios (Mt 7, 24) “La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.” (Col 3, 16- 17)

Para ser hombres nuevos hay que poseer una fe sincera, un corazón limpio y una conciencia recta para que nuestro corazón sea fuente de Amor y Paz, (1 de Tim 1, 5; Jn 7, 38)

 


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