EL CRISTIANO ESTÁ EN LA LUCHA ENTRE EL EGO Y EL AMOR.

 

EL CRISTIANO ESTÁ EN LA LUCHA ENTRE EL EGO Y EL AMOR.


LA MALICIA, LA MENTIRA, LA ENVIDIA, LA HIPOCRESÍA Y LAS MALEDICENCIAS (1 DE Pe 2, 1) TODO ESO FUERA DE NUESTRA VIDA,

Cuando se habla de la malicia, es decir de toda clase de vicios, como la soberbia, el egoísmo, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, y otros muchos más. Los vicios son hijos del Ego, el primogénito del Hombre viejo, La fuerza de todos los vicios es la mentira, la fuerza del mal. Jesús nos dijo que la mentira tenía como padre al Diablo (Jn 8, 44) El Mandamiento dice: “No mentiras” porque engañas y confundes a los que te escuchen.

La soberbia es la raíz de todo pecado, y su fuerza es la mentira. El Diablo engañó a Eva, La envidia, hija de la mentira, es tan fea, que para no verse tan fea, se pone mascarillas. Las mascarillas de la envidia son la crítica, los chismes, la calumnia, los falsos testimonios, y la peor de todas, es la lástima. Inspirar lástimas es un arma muy poderosa para engañar. La envidia nos lleva a la hipocresía que nos arranca de la realidad para llevarnos a ser pura fachada. La maledicencia, es hablar mal, sin sentido para herir, para ofender, para confundir, para dividir y para oprimir, 

San Pablo nos advierte: Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Ef 4, 31) La boca habla de los que hay en el corazón (Lc 6, 45) La limpieza de los labios depende la pureza del corazón, obra del Espíritu Santo, espíritu de la Verdad que nos hace libres de toda maldad, y nos hace libres para amar y para servir con rectitud y sensatez. 

Escuchemos a san Pablo decirnos; Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor, (Ef 5, 8- 10)

La Prudencia es el quicio de toda virtud.

“y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas. Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que hacen ocultamente da vergüenza; pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz. Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo. pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes, sino como prudentes;” (Ef 5, 11- 15)

 

Aprender a ser sensatos para pensar antes de hablar. 

“aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad de Señor. No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 5, 16- 20)

Jesús nos invita a un cambio de mente y corazón, para esto necesitamos la presencia del Espíritu Santo que viene a nosotros por la fe que viene de la escucha de la Palabra. La fe nos deja Luz, Poder y Amor. Luz para conocer la voluntad de Dios, lo que es bueno y lo que es malo. Luz para conocer el camino que nos lleva a Dios. Cristo mismo nos dijo: “Yo soy la Luz del Mundo, el que me sigue no camina en tinieblas” (Jn 8, 12) Poder para levantarse y caminar y para ir a un juicio, el Juicio en el que Cristo crucificado está venciendo al Diablo. Poder para romper con el pecado y recibir el Perdón de Dios. El Amor que es Dios es derramado en nuestros corazones juntamente con el Espíritu Santo que se nos ha dado (Rm 5, 5) El Amor nos hace hacer de la Voluntad de Dios la “Delicia de nuestra vida”. El Am.or es la señal que Cristo vive en nuestro corazón, hemos pasado de la muerte a la vida, del pecado a la Gracia. Somos hombres nuevos porque somos de Cristo (2 de Cor 5, 17)

El Amor es paciente, tolerante y servicial, es humilde, manso y misericordioso, es el padre de todas las virtudes. Hemos de fortalecerlo, alimentándolo con nuestra oración, con la escucha de la Palabra, con la práctica de las Obras de misericordia y con los sacramentos. Cuando el Amor crece, Cristo crece y hace su Obra desde nuestro interior. Por eso el Bautista dijo: “Conviene que yo disminuya para que Cristo crezca” (Jn 3, 30)

Escuchemos a san Pablo decirnos como es el Amo: Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. (Rm 12, 9. 13)

Es cordial, fervoroso, servidor, constante, orante, generoso y hospitalario,


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