MARÍA PRESENTE EN LOS MOMENTOS ESENCIALES DE LA VIDA DE JESÚS.

 

MARÍA PRESENTE EN LOS MOMENTOS ESENCIALES DE LA VIDA DE JESÚS.

 

1.    A la luz del Designio de Dios.

La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte (LG# 57) María, la llena de Gracia, la favorecida a quien el Señor ha acompañada a lo largo de su existencia, será por su “Fiat” portadora de la “!Vida!” que toma rostro humano en su seno virginal. Dios, se hizo hombre, toma rostro humano para unirse a los hombres, sacarlos de su servidumbre y hacer Alianza con ellos. 

María acompañó a Jesús en los momentos más esenciales de su vida.

 En la anunciación. Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a un pueblo de Galilea, llamado Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. Cuando entró, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» (Lc 1, 26s)

La finalidad del relato de la anunciación es declarar que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios. El niño se llamará Jesús, será hijo del Altísimo, hijo de David, el rey de Israel, el Mesías anunciado (Lc 1, 31-33).

María juega un papel importante y capital en el proyecto de Dios colaborando con toda su voluntad, con toda su libertad, con toda su entrega, con toda su fe y con todo su amor. Será una “maternidad mesiánica” y “una maternidad divina”. Madre del Mesías prometido y Madre del Hijo de Dios.

En el Nacimiento. Mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento  y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue (Lc 2- 6- 7). El nombre del Niño es Jesús, Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21)

En la Epifanía a los pastores. Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre (Lc 2, 17). Los pastores pobres y humildes encontraron al Niño se llenaron de alegría y daban testimonio de lo que habían visto y oído.

En la Epifanía a los Magos de Oriente. Unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo” (Mt 2, 1-2). Los Magos venidos de las naciones de orienta son figura de las naciones paganas que son llamadas a la Salvación. Encuentran al al Niño con su madre.

En la presentación. Cuando se cumplieron los días en que debían purificarse, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor,  y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. (lc 2, 22-24)

En la presentación en el templo oye María aplicar a su Hijo la profecía del Siervo de Yahvé, luz de las naciones y signo de contradicción (Cfr. Lc 2, 29-35).

En la búsqueda del niño. Al Niño Jesús perdido y buscado con dolor, sus padres lo hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, ocupado en las cosas que pertenecían a su Padre, y no entendieron su respuesta. Mas su Madre conservaba en su corazón, meditándolas, todas estas cosas (cf. lc., 2,41-51). María reconocerá en ellas no sólo la misión y vocación de su Hijo, sino también la superioridad de la fe sobre la maternidad carnal.

En el primer Milagro. Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fueron invitados también a la boda Jesús y sus discípulos. Al quedarse sin vino, por haberse acabado el de la boda, le dijo a Jesús su madre: «No tienen vino.» (Lc 2, 5).

En el zenit de la predicación de Jesús. Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.» Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen.» (Lc 8, 19- 21) El Señor aprovecha la ocasión para decirnos que al Reino no se entra por los lazos de a carne, sino por la fe y la conversión (Mc 1, 15)

En la crucifixión. María está de pie, ofreciéndose con su Unigénito con amor maternal al sacrificio de su Hijo. “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn19,26-27).

En el Nacimiento de la Iglesia. Como quiera que plugó a Dios no manifestar solemnemente el sacramento de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos a los Apóstoles antes del día de Pentecostés "perseverar unánimemente en la oración con las mujeres, y María la Madre de Jesús y los hermanos de éste" y a María implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo, quien ya la había cubierto con su sombra en la Anunciación (Hech 1, 14).

De la misma manera como María estuvo presente en los principales momentos de Jesús, está ahora presente cuando un cristiano nace y cuando un cristiano se consagra a su hijo. Está presente cuando un cristiano sufre, es tentado o cuando un cristiano sirve a sus hermanos. Ella la Mujer solidaria está junto a la cruz de Jesús” (Jn 19, 25).

María, es una persona humana; ella es grande por ser sencillamente humana. Es la primera persona que ha dialogado de forma plena con Dios, en actitud de escucha y de compromiso generoso en favor de su Pueblo. En Ella mostró Dios su fuerza poderosa para hacer de María la madre de Jesús, llamado el Cristo, Hijo de Dios.  

Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el curso de la vida terrena, en alma y cuerpo fue asunta a la gloria celestial y enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejará más plenamente a su Hijo, Señor de los que dominan (Ap19,16) y vencedor del pecado y de la muerte (LG 59)

¿Qué nos enseña la Asunción de María?.

María es Figura de la Iglesia. Es nuestro Modelo a seguir. Es nuestra Madre y Maestra que desde el Cielo sirve a la Iglesia de su Hijo, es la Señora que nos presenta el Apocalipsis: “Apareció en el cielo un signo sorprendente: una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y tocada con una corona de doce estrellas” (12, 1). Con un Mensaje para todos los humanos redimidos por su Hijo: “Vale la pena escuchar y obedecer la Palabra de Dios”. “Vale la pena servir al Designio de Dios”. “Vale la pena creer, amar, seguir y servir a Dios que se ha manifestado en Jesucristo”. “Vale la pena llevar una vida consagrada a Dios y a su Plan de Salvación. “Valen la pena todas las renuncias y sacrificios que se hagan por amor a la Causa de su Hijo”. “Vale la pena luchar contra el Maligno, sometiéndose bajo la poderosa mano de Dios para vencer el Mal”.

La Virgen Madre desde el Cielo dice a sus hijos: “Mírenme, como me ven, se verán, no teman creer en mi Hijo y hacer lo que Él les diga, para que tengan Vida eterna”. ¿Qué es el Cielo para la Madre? Para ella el Cielo es su Hijo, el Verbo del Padre que por la acción poderosísima del Espíritu Santo trajo el Cielo a la Tierra. Para la Madre el Cielo es Comunión con su Hijo y con todos los miembros de su Cuerpo. En el Cielo de María no hay divisiones, tampoco hay hermanos separados como tampoco hay enemigos, todo es Familia del Padre, todo es Comunión, y lo que nos une es el Amor, y como Dios es Amor es Dios el que nos une. El Cielo de María comienza aquí en la Tierra para todos los que abrazan la Voluntad de Dios: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado, para que el mundo crea que el Padre me ha enviado” (Jn 13, 34- 35).

 

 

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