LLAMADOS A SER UNA REVELACIÓN DE CRISTO JESÚS.
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Aún tengo muchas cosas que decirles,
pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la
verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su
cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a
suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya
comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de
lo mío y se lo comunicará a ustedes". (Juan 16,
12-15)-
¿De qué cosas no pueden entender
los Apóstoles?
Las cosas que el Espíritu Santo
enseñará y explicará sobre la Revelación que Dios hace de sí mismo y del
misterio de su voluntad, la salvación de los hombres. La Revelación que encontramos
en su Palabra y en la Tradición (Mt 28, 18- 20)- y que confesamos en el Credo
de la Iglesia: Que Dios es Uno y Único, manifestado en tres personas distintas,
pero iguales en dignidad, el poder y en santidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
El Hijo es el Revelador de Dios,
según lo dice su Palabra.
Porque tanto
amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Juan 3,16-
17)- El Hijo es el revelador del Padre y del hombre, llamado a ser lo que
todavía no es, una Plenitud de Cristo, si creemos en él y nos convertimos a él.
«Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a
mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.» Le
dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? (Juan
14, 6- 9)-
Jesús con su
sus Palabras, con su vida, con su muerte y su resurrección nos muestra los
Rostros de Dios. Nos manifiesta la Voluntad de Dios: “Esto es bueno y agradable
a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento pleno de la verdad.” (1 de Tm 2, 4)-
La Verdad
plena nos muestra el conocimiento de los Rostros de Dios manifestados en Cristo
Jesús.
El primer
rostro es que Dios es Padre. Padre que tiene muchos hijos ue han
sido redimidos y justificados por Cristo y han recibido el don del Espíritu
Santo para conducirlos y llevaros a la Verdad. Padre es el nombre propio de
Dios en el Nuevo Testamento: “Abba, Padre” (Gal 4, 6; Rm 8, 15)- Es el Padre de
su Hijo Jesucristo, Hijo por naturaleza, nosotros somos hijos por adopción (Ef
1, 4)- A Dios le agrada que le llamemos Padre, como Jesús nos enseñó, Padre
nuestro… (Mt 6, 9)- Padre que quiere
hacer de todos los hombres una sola Familia, la Familia de Dios en la que todos
somos llamados a ser hermanos. A los que llama a ser sus herederos en el Hijo.
El segundo rostro de Dios es el
Amor. Por amor nos entregó a su Hijo; por amor el Hijo nos entregó su
vida; por amor nos entregó el Espíritu Santo; por amor nos llamó a la existencia.
En
esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su
Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en
que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo
como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de
esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. (1 de Juan 4, 9-
11)-
Dios es Amor, nos ama y se preocupa por nuestra
salvación y quiere que lo amemos y nos amemos unos a los otros para que su Amor
permanezca y crezca en nosotros. El que lo ama confía en él y es llamado
bendecido (Jer 17, 7)- Bendecir significa que Dios nos hace partícipes de lo que
él es y de l que él tiene, si nosotros
somos de Cristo (1 de Cor 3, 12)- Ama al Señor el que guarda sus mandamientos y
gurda su Palabra (1 de Juan 2, 3-5)- El corazón de Dios es como un mar lleno de
amor, y él quiere que sus hijos echen clavados y nademos en su amor para que llenos de su amor, amemos
a todos: a Dios, a los demás, a sí mismo y a la naturaleza.
El tercer
rostro de Dios es el Perdón. Perdonar es Amar y amar es
donarse, entregarse y darse, de la misma manera que Dios se nos ha entregado y
donado a nosotros. Dios es rico en misericordia y en perdón. Perdona lo mucho y
lo chiquito; perdona lo grande y lo poquito. Isaías nos dice: Venid, pues,
y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual
la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana
quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 18- 19)-
En virtud de la sangre de Cristo somos perdonados. (Ef 1, 7)- Y nuestros
corazones son lavados de los pecados que llevan a la muerte (Hb 9, 14)-
La primera carta de Juan nos
dice: Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en
nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos
los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No hemos pecado»,
le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros. (1 de Juan 11, 8- 10)-
Pero si reconocemos nuestros pecados, nos arrepentimos de haber ofendido a Dios
y pedimos perdón, somos perdonados y reconciliados con Dios, con nosotros
mismos y con los demás.
El cuarto
rostro de Dios es la Libertad. “Para ser libres nos liberó Cristo”
(Gál 5, 1)- La Palabra de Cristo nos lleva a la verdad y ésta nos hace libres
(Juan 8, 32)- Dios es el totalmente libre; libre para crearnos de la nada;
libre para darnos la herencia; libre para dejarnos ir y derrocharla; libre para
salir a buscar y hacer que regresemos a Casa; libre para hacernos una fiesta
por haber vuelto: Libres de todo o malo y libres para amar y para servir.
Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí
está la libertad. Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos
como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma
imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu. (2
de Cor 3, 17- 18)-
Los hombres que son libres en
Cristo y por Cristo son libres, con la libertad del Espíritu del Señor para
reproducir la imagen de Cristo, imagen visible del Dios invisible (Col 1, 15)- Y
compartir con Cristo lo que s y lo que tiene: el amor, el perdón y la libertad.
Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben
lo que hacen.» (Lc 23, 34)- Con toda autoridad nos puede enseñar: «Pero
yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los
que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al
que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el
manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo
tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo
vosotros igualmente. (Lc 6, 27- 31)-
De esta manera podemos vivir el Evangelio de
Jesús y ser transformados en hijos de Dios, hermanos de los demás y ser
servidores de todos, especialmente de los hermanos en la fe (Gál 6, 8)- La
señal que hemos pasado de las tinieblas a la luz es el Amor: Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.
Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un
asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él. (1 de
Juan 3, 14- 15)-
Con la ayuda y la Gracia del Espíritu Santo
entramos en la revelación de Dios, en la vida Trinitaria, somos presencia de
Cristo que habita por la fe en nuestro corazón. (Ef 3, 17)-
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