LA
INTERIORIDAD ES DIFERENTE A LA ESPIRITUALIDAD.
El hombre
tiene un adentro y tiene un afuera, debe salir, para volver entrar y volver a
salir; El Señor guarda las entradas y salidas (Slm 121, 7)- El adentro son los
pensamientos, los sentimientos, las emociones: la mente, la voluntad y el
corazón; el hombre ha de tener sus propios pensamientos y sus propias
decisiones. El afuera son los otros, es Dios y es la naturaleza, con quien debe
encontrarse, para darse, donarse, entregarse y servir.
Cuando Dios
y el Amor están en el corazón del hombre es impulsado a salir fuera y ser
conducido por el Espíritu Santo que nos lleva a salir fuera para vivir la
espiritualidad cristiana. Si no sale, se queda dentro y se asfixia, no se
desarrolla; si se queda fuera y no vuelve a su interior, se gasta y se deshumaniza.
Le espiritualidad cristiana nos lleva e encontrar el sentido de la vida, el amor
que se manifiesta en servicio.
Para servir
por amor, hay que salir del exilio, de la esclavitud, de los terrenos del Ego,
para salir fuera y ponerse en camino de éxodo, ponerse en peregrinación desde
el ego hasta Cristo que nos lleva al amor y al servicio. Sino no hay vida
interior, no hay espiritualidad- La puerta de la felicidad se abre hacia fuera,
hay que salir para ir al encuentro de una persona concreta para amarla y la
servirla, para compartir con ella o para lavarle los pies. Salir fuera para vivir
de encuentros con Dios, los demás y con la misma naturaleza es loque se le llama
espiritualidad cristiana, una vida conducida por el Espíritu Santo-
María de
Nazaret es Modelo de espiritualidad.
Ella, portadora
del Verbo del Padre y llena de la Gracia de Dios, toma la firme decisión de
salir fuera para ir al encuentro de una persona necesitada de sus servicios,
por esta acción es modelo de espiritualidad cristiana: “En aquellos días,
María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en
la casa de Zacarías, saludó a Isabel. (Lc 1, 39)- María es portadora de la
Gracia increada, el Verbo de Dios y del Espíritu Santo que realizó la Obra
perfectísima de la Encarnación:
En cuanto
ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel
quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la
madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño
saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto
te fue anunciado de parte del Señor”. (Lc 1, 39- 42)-
Las tres lesiones del Catecismo de
María, son palabras del Espíritu Santo que habla por medio de Isabel.
“¡Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” María es bendita Dios la hace participe de lo que
él es y de los él que tiene, la bendición de María es Cristo, Jesús que se está
encanando en su seno, Por eso el Ángel le había dicho la “lena de Gracia.”
¿Quién soy
yo para que la madre de mi Señor venga a verme? María se auto presenta como la humilde esclava del
Señor, es la servidora, su espiritualidad es ponerse en camino para ir a servir,
pero el Espíritu Santo le tiene algo reservado: Ser la Madre del Señor. La
Madre de Jesús, el Cristo y Cristo es Dios. María es la madre del Hijo de Dios.
Jesús el engendrado no creado, por ser el Hijo de María es verdadero hombre y
por ser el Hijo de Dios es verdadero Dios.
“Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá
cuanto te fue anunciado de parte del Señor.” María creyó en las palabras del
Ángel que sería madre siendo virgen; creyó y se ofreció a sí misma respondiendo
a las palabras del Ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra,”
Y el verbo se hizo hombre y puso su Morada entre los hombres (Jn 1, 14)-
La fe de María, la Madre y Modelo de la Iglesia, es
abandono total y confianza en las manos de Dios, fe que puede mover montañas;
pero, por otro lado, la fe de María es donación, entrega y servicio a su Pueblo.
La espiritualidad de María es una vida conducida por el Espíritu de Dios, por
eso es llamada “Reina”, que significa “servidora” de Dios y de la Iglesia.
La presencia de Cristo y del Espíritu nos hace ser “Santuarios
de Dios” (1 e Cor 3, 16; Ef 3, 17)- Presencia que nos hace ser hijos de Dios,
discípulos de Cristo y servidores de la Iglesia por la acción del Espíritu
Santo.
Lo contrario a la espiritualidad cristiana es el
pecado, es el hombre viejo que lucha en nuestro interior con el hombre nuevo:
la lucha del mor, contra el Ego; las virtudes contra los vicios; esta lucha nos
dice que no somos espectadores, sino, protagonistas porque la fe es un don y es
una lucha: El Reino de Dios está en tensión y es de los que lo arrebatan. (Mt
11, 12)- Para entrar al reino hay que pasar por muchas tribulaciones: Hay que
salir fuera del egoísmo para salir y ponerse en camino del éxodo por el camino
de Cristo que es angosto y que está lleno de esfuerzos, renuncia y sacrificios
para vivir la espiritualidad del servicio que ha de hacerse con amor.
La fe cómoda, superficial, no es fuente de
espiritualidad cristiana que pide romper con el pecado, guardar los
Mandamientos; guardarse del Mundo y de los profetas que nos llevan a perder la
fe y a desviarnos del camino. (1 de Juan 1, 8- 10; 1 de Jn 2, 3- 4; 2, 15; 2,
18)-
El que siembra en la carne (el pecado) cosecha
corrupción y el que siembra en el Espíritu cosecha vida eterna (cfr Gál 6, 7- 8)-
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