DIOS ES AMOR Y TODO EL QUE LO AMA LE CONOCE Y LE SIRVE

 

 

DIOS ES AMOR Y TODO EL QUE LO AMA LE CONOCE Y LE SIRVE.

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Jn 3, 16)  

Dios nos amó por primero, nos envió su Hijo que se ofreció como víctima por nuestra salvación. (1 de Jn 4, 10) La única razón por lo que Dios lo ha hecho es por Amor a todos los hombres. Y la única razón por que Jesús se ofreció a sí mismo como nuestra propiciación es por Amor a los hombres y por un acto de obediencia a su Padre. 

Cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero; a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. (Hch 10, 38- 41)

Los discípulos son testigos vivos de lo que Jesús ha dicho y ha hecho. Escucharon sus palabras y miraron su milagros, sus exorcismos, su muerte y su resurrección. Por eso pueden decir: “Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios”. (1Jn 4, 14-15) Los testigos de Jesús deben vivir como él vivió. Jesús fue pobre (2 de Cor 8, 9), sufrido, manso, humilde, limpio de corazón, misericordioso, justo y santo (Mt 5, 3- 11) Y nos invitó a servir a Dios y no al dinero, ni al poder y al placer (Mt 5, 24)

La Sagrada Escritura nos dice: “Haced justicia y derecho, librad al oprimido de la mano del opresor; no abuséis del forastero, del huérfano y de la viuda; no derraméis sangre inocente en este lugar”. (Jr 22, 3) La justicia y el derecho es la santidad. Y la semilla de la santidad es la Palabra de Dios. De lo que Jesús dice: “Dichosos los que escuchan mi Palabra y la obedecen" (Lc 8, 21) Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. (Jn 14, 23- 24) Hacer el bien o no hacer el mal, no es una opción, es una obligación. Así lo entendió Isaías al decir:

Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 15- 19)

Amar o hacer el bien no es una opción es un deber, para guardar los Mandamientos de la Ley de Dios. “Porque pudiendo hacer el bien y no lo hacemos estamos pecando de omisión”. (Snt 4, 17) Así lo había dicho la Sagrada Escritura: “Si hay entre los tuyos un pobre, un hermano, en una ciudad tuya, en esa tierra tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas el corazón ni cierres la mano a tu hermano pobre”. (Dt 15, 7-8)

 

Haz el bien y rechaza el mal, son dos principios de toda moral: “No robes al pobre, porque es pobre, no oprimas al desgraciado en el tribunal, porque el Señor defenderá su causa y pondrá zancadillas a los que se las ponían. (Pr 22, 22-23) No robarás en el pecado contra el 7° mandamiento. No robarás ni al pobre ni al rico, lo que es ajeno no es tuyo, respétalo. Ten siempre presente las palabras de Santiago: “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo”. (Snt 1, 27) Esto es posible si hemos pasado de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, hay que pasar del hombre viejo al hombre nuevo (Ef 4, 23-24).

Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano. (Mc 3, 1- 5) Extender la mano es compartir, es ayudar, es amar. A Dios lo amamos si amamos a los hermanos: “Tuve hambre y me diste de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." (Mt 25, 35- 36))

Pablo nos invita y exhorta a rechazar el mal y hacer el bien con corazón limpio y con fe sincera (1 de Tim 1, 5) “Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración”. (Rm 12, 9-12)

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. (1 de Cor 13, 1- 6).

Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. (1 de Jn 4, 7- 8) Y todo el que ama practica la justicia, y sin justicia no hay amor: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.(1 de Jn 2, 29) En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano. (1 de Jn 3, 10) Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. (1 de Jn 3, 17- 18)

 

 

 



 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search