NADIE
ENCIENDE UNA VELA Y LA PONE DEBAJO DE LA CAMA.
En
aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Nadie enciende una vela y la tapa
con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un
candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto
que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse
público. Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le
dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener". (Lc
8, 16-18)
Ustedes.
Los que han creído en Cristo y son sus discípulos, son “Luz del Mundo” (Mt 5, 13)
Cristo es la Luz (Jn 8, 12) y todo el que se une a él por la fe lleva la Luz en
su corazón, sus lámparas están encendidas (Lc 12, 35) A eso ha venido Jesús al
Mundo, a encender los corazones con su Luz para que puedan ver y discernir
entre el bien y el mal, para que luego se separen del mal, luchen, para vencer con
el bien al mal, puedan dar frutos de vida eterna. Es la enseñanza que encontramos
en los primeros versículos de la Biblia: La iluminación, la separación y la ornamentación
(Gn 1, 1- 25) Sin luz no hay separación y sin ésta no hay ornamentación. Es
decir sin Cristo, que es la Luz estamos en tinieblas, nuestra fe es estéril.
Cuando
Cristo enciende su Luz en el corazón de los hombres, es consecuencia de haber
escuchado la Palabra de Dios. Se da un Nuevo Nacimiento, hay perdón de los pecados
y hay vida eterna; ahora tiene la Luz del Espíritu Santo, somos convertidos en
un “Don de Dios para los demás”. Jesús no esconde sus dones, los pone en lugar
visible para que sean vistos, porque sus dones son para compartirse; son para
el bien de quien los recibe y para el
bien de todos. ¿Ahora que sigue? Sigue el compartir, el servir, el trabajar.
“Si
alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado que hay
entre vosotros algunos que viven desconcertados, sin trabajar nada, pero
metiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor
Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan. Vosotros,
hermanos, no os canséis de hacer el bien”. (2Ts 3, 10b-13)
Trabajar
en nuestra liberación y en la reconciliación, en nuestra salvación y
santificación. Todo bautizado existe para servir, y el que no sirve, para nada sirve.
Esta atrofiado por la soberbia o por la mentira. La soberbia que está a la raíz
de todo pecado, y la mentira que es la
fuerza de todo lo malo. El proverbio dice la mentira no es eterna, un día se
descubre, la Verdad si es eterna, y Cristo es la verdad (Jn 14, 6) Verdad que
nos libera de toda esclavitud del pecado, y nos libera para amar y para servir.
“porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun
aquello que cree tener”.
La
fe que no produce es estéril, está vacía, está muerta” (Snt 2, 14- 17) “Quítenle
lo poco que tiene y denle al que tiene más”. (Mt 25, 28- 29) Para que la planta
de la fe pueda producir hay que cultivarla y hay que protegerla (Gn 2, 15) Es
decir, hay que trabajar. ¿Cómo y en qué?
“Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien” (Rm 12, 9) “En la escucha y
en la obediencia de la Palabra de Dios”. Lo que implica “Hacer de la voluntad
de Dios la delicia de nuestra vida” (cf Jn 4, 34) Para eso Santiago nos dice en
su carta:
“Sea todo hombre pronto para escuchar, tardo
para hablar, remiso para la cólera. El hombre encolerizado no obra lo que
agrada a Dios. Quien piensa que sirve a Dios y no refrena su lengua se engaña a
sí mismo. No vale nada su religión”. (Snt 1, 19-20. 26) El culto en pecado no
es agradable a Dios, pide, justicia, obediencia y amor que se manifiesta en
servicio a Dios y a los hombres. No se puede servir a dos señores, con alguno
se queda mal (Mt 6, 24) El servicio a Dios pide permanecer en la Gracia del
Señor, sólo entonces podemos dar frutos de vida eterna (cf Jn 15, 4) Amar a Dios
y al hombre pide guardar los Mandamientos y la Palabra de Dios. (cf Jn 14, 21.
23) Este es el camino para llegar y cumplir la voluntad de Dios:
Llegad
a la plenitud en el conocimiento de la voluntad de Dios, con toda sabiduría e
inteligencia espiritual. Así caminaréis según el Señor se merece y le
agradaréis enteramente, dando fruto en toda clase de obras buenas y creciendo
en el conocimiento de Dios. Fortalecidos en toda fortaleza, según el poder de
su gloria, podréis resistir y perseverar en todo con alegría. (Col 1, 9b-11)
Por
tanto, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra
elección. Obrando así nunca caeréis. Pues así se os dará amplia entrada en el
Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2 de Pe 1, 10- 11) ¿Cómo
se logra ser fieles a la elección y a la vocación que viene del Señor? Luchando
y trabajando contra el mal. Por eso el apóstol Pablo nos exhorta a “fortaleceos
en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para
poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra
la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades,
contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal
que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes”.
(Ef 6, 10- 13)
Las
armas son la lámparas encendidas de las
que habla Lucas (Lc 12, 35) A estas lámparas Pedro les llama Virtudes: Por esta
misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la
virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la
tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor
fraterno la caridad. Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no
os dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro
Señor Jesucristo. (2 de Pe 1, 5- 8) El Amor es la corona de todas las Virtudes.
Se trata del “Amor de Dios derramado en nuestros corazones, juntamente con el Espíritu
Santo que Dios nos ha dado”. (Rm 5, 5)
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