LLAMADOS
A SER SACERDOTES DEL SEÑOR.
El
sacerdote es un hombre, no un superhombre. Es un ser con necesidades, con debilidades, con defectos y
con virtudes, posee el libre albedrío, para que haga el bien o haga el mal, según
lo que él decida, es sobre todo un ser humano, puede ser libre o puede ser
esclavo, puede ser responsable o puede ser irresponsable, puede amar o puede
odiar. Sacado del pueblo para ser un “segregado”. Llamado a ser un ser para los
demás, un servidor de todos. Elegido para ser ministro de Cristo y de la
Iglesia, no se pertenece, es propiedad total exclusiva de Cristo y de la
Iglesia, Por eso su vocación es la Cruz, estar crucificado con Cristo para ser luz
de los hombres (cf Gál 5, 24) Si se baja de la Cruz pierde su identidad para
identificarse con la gente mundana y pagana.
Varias
cosas le recomienda Pablo al Obispo Timoteo: Tú, pues, hijo mío, manténte
fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia de
muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de
instruir a otros. (2 de Tim 1, 2) Firme y fuerte en la gracia de Dios. Eres el
hombre de la Palabra que nos lleva a la salvación (2 Tim 3, 14) Y nos lleva a a
perfección cristiana (2 de Tim 3, 17) Dedícate a la enseñanza a hombres fieles
que sean capaces de enseñar a otros. A hombres que tengan fe en Cristo y que se han fieles al Mensaje.
Soporta
las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica
a la milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que
le ha alistado. (2 de Tim 2, 3- 4) Como soldado prepárate para la lucha
espiritual y no te enredes en la vida mundana y pagana, sé fiel a tu ministerio.
No te enredes en los asuntos de la vida civil.
Y lo mismo el atleta; no recibe la corona si no ha competido según el reglamento.(2 de Tim 2, 5) Recuerda que el Evangelio es Vida, es Poder, no es una ideología, no es una ciencia. No mezcles el evangelio con las ideologías para que no te descalifiquen: “Ojala fueras frío caliente, pero como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, voy a vomitarte de mi boda” (Apoc 3, 15- 16) Recuerda que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13, 8)
Y
el labrador que trabaja es el primero que tiene derecho a percibir los frutos. Entiende
lo que quiero decirte, pues el Señor te dará la inteligencia de todo.(2 de Tim
2, 6- 7) Como el campesino es el primero de comer los frutos de la cosecha,
también tu sé el primero en creer, vivir, celebrar y anunciar lo que crees: la
Palabra de Cristo. Estas son las cuatro dimensiones de la fe.
Por
eso Pablo recomienda a todo cristiano y de manera especial recomienda a todo
sacerdote: “Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una
manera digna de la vocación con que habéis sido llamados con toda humildad,
mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en
conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”. (Ef 4, 1. 3) Con
toda humildad, mansedumbre, paciencia y amor para conservar la unidad del
Espíritu y ser pacíficos. Para eso el sacerdote ha de responder a la virtud de
la Piedad que consiste en vivir en comunión con Dios y en comunión con los
hombres. La Piedad cristiana nos lleva al amor fraterno que se despliega hacia
la caridad, a Dios y al prójimo (cf 2 de Pe 1, 7- 8)
¿Cómo
han de vivir los presbíteros? A los presbíteros en esa comunidad, yo,
presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la
gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a
vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios
quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores
sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando
aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. (1Pe
5, 1-4)
El presbítero ha de estar abrazado de la cruz
de Cristo para que pueda participar de su Pasión. Ser pastores según el corazón
de Cristo: pobres, sufridos, mansos, humildes, limpios del corazón,
misericordiosos, pacíficos y justos, aún en medio de sus muchas debilidades. (Mt
5, 3- 11) Para que teniendo a Cristo como modelo, podamos ser también nosotros
modelo del rebaño. Gobernar es servir de buena gana y de buen modo, con
humildad y mansedumbre (cf Mt 11, 29). Y no con sórdida ganancia, sino con
generosidad. Recordando que nuestro Modelo de Pastor no tenía ni una piedra
para reclinar la cabeza (Lc 9, 58) No hay lugar para hacerse ricos en dinero,
en propiedades, en lujos superfluos. En ser consumistas y derrochistas.
El
mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores;
a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden
a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta
que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de
Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. (Ef
4, 11- 13)
¿Dónde
está el sacerdote, no lo encuentro? Está
en el apóstol, en el profeta, en el evangelizador, en el pastor, en el maestro
y en otros. Eso sí, no es un superhombre, es un ser humano que siente, que
piensa, que habla, escucha, camina, come
y viste, al igual que todos, con necesidades y con debilidades, capaz de
caminar y capaz de caerse. Capaz de dar buen testimonio y capaz de dar mal testimonio.
Por eso en todo sacerdote ha de haber cuatro actitudes que estaban en nuestro Modelo Cristo Jesús: La Glorificación al Padre, Actitud que lo llevó a decir; "Mi alimento es hacer la voluntad de ni Padre y realizar su Obra" (Jn 4, 34) Todo lo hizo para la Gloria de Dios. La segunda actitud es "Una vida" empapada de oración, Oraba de noche y predicaba de día. Nosotros oramos porque Jesús oraba y porque nuestra lucha es contra poderes espirituales que sól Dios los puede vencer, La tercera actitud es su entrega y su donación a todos, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes,niños y viejos. Jesús no hizo la "opción por los pobres" Él la hizo por lo humano. L acuarta actitud es lo más típico de Jesús: es un Pastor pobre. Nació pobre, vivió pobre y murió pobre, no fue un buscador de riquezas, su riqueza eran las almas a las que servía y quería salvar. Actitudes que exigen tener una fe sincera, un corazó limpio y una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) Para que de ellas salga el Amor.
Hace
ya muchos años cuando yo andaba de misionero en Venezuela, visitaba un pueblo muy
bonito llamado “Escuque”, tierra de nubes, acompañando a un sacerdote que era
original de ahí. Un día mire al sacerdote que estaba con un grupo de personas
hablando pestes del párroco de aquel pueblo. Otro día me invitaron a una
reunión con el Equipo de la Renovación. Hubo cantos, palabra de Dios, mensajes,
visiones, y luego me dieron la palabra para que interpretara todo. Era gente
muy preparada, con varios profesionistas en el Equipo. Después de un momento de
silencio, les pregunté: ¿Ustedes pueden morderse la cabeza? Y ¿las orejas? Y ¿Los
ojos? Ellos empezaron a reírse, como pensaron que yo no los estaba valorando
como personas valiosas e importantes. La respuesta fue concreta: No podemos mordernos
ni la cabeza ni los ojos, ni los oídos. Les faltó decir: ¿Usted que se cree que
es? Con seriedad les dije: Yo los he visto
a ustedes morder su Cabeza, al párroco de su parroquia. Lo están desprestigiando,
hablando pestes de él. Y les dije cuando y con quien lo habían hecho.
¿Qué
tenemos que hacer? Reconcíliense con él. No se puede es un neurótico. Sale corriendo
de la misa y se encierra en su cuarto. Les tiene miedo, les dije. Vayan toquen
la puerta y reconcíliense. No nos abre la puerta. Contestaron. Túmbensela, les dije.
Eran ya después de las once cuando me fui, ellos se quedaron, y fueron al
cuarto del Padre, que ya dormía, lo despertaron, les abrió la puerta y se reconciliaron
con él y él con ellos. Lloraron, se abrazaron e hicieron la fiesta del perdón. Otro
día el padre, después de la misa no corrió como siempre la hacía para irse a su
cuarto, esta vez se sentó a confesar. Estaban estrenando un nuevo sacerdote.
Tres
años después, estando yo en el seminario en Colombia, llegó un seminarista del pueblo
de Escuque y me preguntó que si recordaba al sacerdote de su parroquia. Claro
que lo recuerdo. Ha sido nombrado como Obispo de una diócesis de Venezuela. El
que estaba acabado por la crítica de sus propios feligreses, ahora, a servir a
otras ovejas del Señor.
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