EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ Y ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR Y
LIBERAR.
Iluminación: En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu
de piedad y temor de Dios.(Isaías 11, 1-2)
El vástago de Jesé.
El vástago que brota del tronco de
Jesé es Jesús, el Mesías de Dios que ha sido ungido con el Espíritu Santo para
ser sacerdote, profeta y rey para realizar la Obra del Padre. Este Mesías hace
participes a los suyos de su Espíritu: "«Yo os bautizo con agua; pero
viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus
sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el
bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la
quemará con fuego que no se apaga.»" (Lc 3, 16- 17)
El Espíritu del Seños está sobre mí.
"El Espíritu del Señor sobre
mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha
enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para
dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor." (Lc
4, 18- 19) El Espíritu del Señor: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza,
temor de Dios y piedad.
"No juzgará por las
apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y
sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con
la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será
el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos."(Is 11, 3- 5)
No mira a las apariencias, No valora por lo que se tiene, sino por lo que eres;
mira al corazón por eso cuando juzga sus juicios son misericordiosos. Hace
justicia al pobre, a la mujer, a los indefensos. El Mesías ni juzga ni condena,
sino que perdona, se dona y entrega hasta el extremo.
Jesús no viene ni a juzgar ni a condenar.
No viene a juzgar ni a condenar,
viene anunciar el Reino de Dios, viene a reconciliar a los hombres con Dios y
entre ellos. “Viene a traernos vida y vida en abundancia (Jn 10, 10) Viene a
construir una Comunidad espiritual que tenga como fundamento al mismo Cristo (1
de Cor 3, 11) Comunidad fraterna, solidaria y servicial, en la que todos
bebiendo de un mismo Espíritu forman parte del mismo Cristo ( 1 de Cor 12, 12)
Así lo dice el apóstol Juan: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su
propio hijo para que todo aquel que crea en él tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
El que crea y se bautice se salvará.
El que crea y se bautice se
salvará” (Mc16, 16) Así lo confirma Pedro cuando le responde a los que le
habían preguntado: ¿Nosotros que podemos hacer?
“Crean en Jesucristo y háganse bautizar para que sus pecados sean
perdonados y reciban el Espíritu Santo” (Hch 2, 37-38) Y sean justificados,
reconciliados y santificados (cf Rm 5, 1) Para que reciban la Gracia de Dios
con los dones del Espíritu Santo, infundidos por Dios en el alma que se
encuentra en Gracia de Dios. El vino nuevo se hecha en odres nuevos, (Mc 2, 22)
en corazones limpios en virtud de la sangre de Cristo (Ef 1, 7; Heb 14. 9) El
corazón limpio va acompañado de una fe sincera y de una conciencia recta (1 de
Tim 1, 5)
Habiéndonos despojado del hombre
viejo, nos revestimos de Jesucristo, el Hombre Nuevo: "Pues todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. .En efecto, todos los bautizados en
Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni
libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si
sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la
Promesa." (Ga 3, 26- 29) La fe, la esperanza y la caridad abren el camino
para que los dones del Espíritu Santo vengan a nuestros corazones y crezcan y
den como fruto la santidad.
Los regalos de Jesucristo resucitado a su Iglesia.
"Al atardecer de aquel día, el
primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del
lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos
y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez:
«La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto,
sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis
los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos.»" (Jn 20, 19- 23) El Perdón, la Paz, el Gozo, la Misión, el don
del Espíritu Santo y el Ministerio de la Reconciliación. Para que trabajen en
la edificación de la Iglesia y hagan de ella una Comunidad Nueva (2 de Cor 5,
17)
¿Qué necesitamos para recibir los dones del Espíritu Santo?
Lo primero es apropiarnos por la
fe, la esperanza y la caridad de los frutos de la Redención de Cristo Jesús: El
perdón, la paz, la resurrección y el don Espíritu Santo. "Por eso, también
yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para
con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis
oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente;
iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza
a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él
en herencia a los santos, y cuál la soberana grandeza de su poder para con
nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que
desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su
diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud,
Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en
el venidero."(Ef 1, 15- 21)
La clave del crecimiento en los dones del Espíritu Santo.
La clave del crecimiento en los
dones del Espíritu Santo es una “conversión auténtica y verdadera.” Un vivir en
Cristo y para Cristo por la acción del Espíritu Santo, lo que equivale a vivir
según Dios. Es un vivir despojándose del hombre viejo y revistiéndose del
Hombre nuevo en justicia y en santidad (Ef 4, 23- 24) En la carta a los romanos
Pablo nos habla de una vida ofrecida a Dios en proceso de conversión: "Os
exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto
espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos
mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es
la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto." (Rm 12, 1-2)
Aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella.
El sacrificio es aceptar la
voluntad de Dios y someternos a ella. Al estilo de Jesús, el pobre de Nazaret,
"El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a
Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a
sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le
exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y
toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios
Padre."(Flp 2, 6- 11)
Con la ayuda de los dones del
Espíritu Santo vivimos el “Señorío de Cristo” en amor y en servicio a Dios y a
los hombres, en la construcción de la “Civilización del Amor.” Sólo con la
Gracia de Dios podemos vivir las “Bienaventuranzas” y poder reproducir la
imagen de Jesús (Rm 8, 29) Sólo con la ayuda de la Gracia de Dios podemos
escuchar, obedecer y poner en práctica la Palabra de Dios. "«Si alguno me ama,
guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en
él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es
mía, sino del Padre que me ha enviado."(Jn 14, 23- 24)
Publicar un comentario