ÉL
ES VÍCTIMA DE PROPICIACIÓN POR NUESTROS PECADOS Y LOS DE TODO EL MUNDO
Hijos
míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno
que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. El es víctima de propiciación
por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo
entero (1 de Jn 2, 1- 2)
Si
os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis
ocasión al Diablo. (Ef 4, 26- 27) El pecado nos priva de la gracia de Dios (Rm
3, 21) Antes del encuentro con Cristo estábamos bajo la ley, después del
encuentro estamos bajo la gracia de Dios. Por eso hay que considerarnos como
muertos al pecado y viviendo para Dios. Tal como lo dice Pablo: Así también
vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus
apetencias. Ni hagáis ya de vuestros miembros armas de injusticia al servicio
del pecado; sino más bien ofreceos vosotros mismos a Dios como muertos
retornados a la vida; y vuestros miembros, como armas de justicia al servicio
de Dios. Tm 6, 11- 13)
Antes
el pecado reinaba en nuestros corazones, hoy podemos decir: “Donde abundó el pecado,
sobreabunda la gracia de Dios” (Rm 5, 20) Por gracia de Dios podemos refrenar
nuestras pasiones desordenadas, nuestras miradas, palabras y acciones, pues ya
no estamos vendidos al pecado, sino que caminamos en la gracia de Dios. ¿Qué
fue lo que realmente pasó? Dios nos envió una Palabra a nuestros corazones, la
escuchamos, la acogimos y entró como luz, poder y misericordia, reconocimos
nuestros pecados, nos arrepentimos y fuimos perdonados para nacer de Dios;
nacer de lo Alto, del agua y del Espíritu (Jn 3,1- 5) Ahora con el poder de
Dios podemos rechazar la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la
maledicencia (1 de Pe 2,1) Y como niños recién nacidos comenzamos a
alimentarnos con la leche espiritual del Evangelio para levantarnos y caminar
por los senderos de Dios en rectitud. (cf 1 de Pe 2, 2- 3)
Ahora
somos libres en Cristo para amar y servir a Dios (cf Gál 5, 1) Como fruto de la
escucha de la Palabra de Dios. Según lo dicho por el mismo Jesús: “Permanezcan
en mi Palabra, serán mis discípulos, conocerán la verdad, y la verdad los hará
libres” (Jn 8, 31- 32) Libres de la carga del pecado (Mt 11, 28) y libres para ser manos y
humildes de corazón (Mt 11, 29) Es decir, libres, para amar y para servir. Solamente
aman y sirven los que son libres en Cristo, con una libertad interior, que es
don y respuesta, es tarea y conquista. ¿Qué nos pide esta libertad interior?
Pide esfuerzos, renuncias y sacrificios. Lo que dice Jesús: “Niégate a ti
mismo, toma tu cruz y sígueme” (Lc 9, 23) Es el camino del grano de trigo que
al caer en tierra, muere para luego, crecer y dar mucho fruto ( Jn 12, 24) Es
el camino de Jesús morir y resucitar para dar mucho fruto. El fruto es el amor,
para verlo crecer en el jardín de nuestro corazón hay que morir.
Todo
el que cree en Jesús y entra en su Pascua, se apropia de las leyes de la Nueva Alianza:
Pertenecer, amar y servir a Cristo. Asó lo entendió Pablo al decirnos: Pues los
que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus
apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No
busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos
mutuamente.(Gál 5, 24- 26) Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien (Rm
12, 9) Para que con el bien venzan el mal (Rm 12, 21) El bien es la Palabra de
Dios puesta en práctica, es vigor, es virtud, es poder de Dios en nuestros
corazones. A esto Pablo le llama: “Revístanse con las armas de Luz, con la
armadura de Dios” (Rm 13, 12) “Revístanse de Jesucristo (Rm 13, 14) A lo
anterior Jesús le llamó: “Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas
encendidas” ,(Lc 12, 35) Lo que significa: Luchen contra el pecado y revístanse
con las virtudes. Vigilen y no duerman para no ser sorprendidos por el
adversario: “Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima
cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto,
apareció entonces también la cizaña”. (Mt 13, 24- 26) Dichosos los siervos, que
el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará
ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda
vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! (Lc 12, 37-
38)
Vigilad
significa conocer las debilidades, las fragilidades, la pecaminosidad y conocer
el camino que nos lleva a la Casa del Padre. Conocernos a la Luz de la Palabra
de Dios que nos muestra el Camino a seguir: las Bienaventuranzas: «Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados
los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan
por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera
persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. (Mt 5, 3-12)
La
Palabra de Dios es la Luz que ilumina el Camino: “El cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí
mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta
la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre,
que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo
Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre”. (Flp 2, 6- 11)
La
Cruz es el Camino que nos lleva a la Resurrección. A Jesús y a nosotros.
Publicar un comentario