OS DIGO QUE EL DÍA DEL JUICIO SERÁ MÁS
LLEVADERO A QUE A USTEDES.
En
aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi
todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de
ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en
vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a
vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno.
Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado
hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a
ti.» (Mateo 11,20-24)
¿Qué es para Jesús la conversión?
Según
los profetas del Antiguo Testamento la conversión era practicar la justicia y
el derecho (Os 2, 21; Mq 6, 8; Is 1, 15- 16) Una religión sin justicia estaba
vacía y no era agradable a Dios: “Pues bien, ya que vosotros pisoteáis al
débil, y cobráis de él tributo de grano, casas de sillares habéis construido,
pero no las habitaréis; viñas selectas habéis plantado, pero no beberéis su
vino. ¡Pues yo sé que son muchas vuestras rebeldías y graves vuestros pecados,
opresores del justo, que aceptáis soborno y atropelláis a los pobres en la
Puerta!” (Amós 5, 11- 12)
Así
dice Yahveh: ¡Por tres crímenes de Israel y por cuatro, seré inflexible! Porque
venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisan contra el
polvo de la tierra la cabeza de los débiles, y el camino de los humildes
tuercen; hijo y padre acuden a la misma moza, para profanar mi santo Nombre; sobre
ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar, y el vino de los que han
multado beben en la casa de su dios...(Amós 2, 6- 8) No había justicia a Dios
ni a los demás. Todo era opresión, explotación y falso culto.
Para
Jesús hacer justicia a Dios es darle toda la Gloria a su Padre y hacer de su
voluntad la delicia de su corazón (Jn 4, 34) Para hacer justicia a los hombres
era reconocerlos como personas, aceptarlos como son, respetarlos, cargar con
sus debilidades y ponerlos en camino. La pedagogía de Jesús es la misma que la
de Dios: “No hacer acepción de personas” Pedagogía que es la misma hace cuatro
mil años, que hace dos mil años, como lo es ahora, Dios no la ha cambiado es la
Misma: “Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre.” (Heb 13, 8)
Por eso Jesús separa el culto a Dios de la injusticia y del pecado: «No todo el
que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás
os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)
Y
dice a sus discípulos: «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que
la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.(Mt 5,
20) Todo lo hacían para quedar bien y buscaban los primeros lugares y en todo
buscaban que les fuera bien eran amantes de dinero (Mt 21, 1-5) No practicaban
la justicia ni a Dios ni a los hombres. Para Jesús es la conversión es “Un
Nuevo Nacimiento”. De nada sirve ponerle un parche al vestido o ponerse un
curita sobre la herida (Mc 2, 21) Ha que despojarse de todo lo viejo para revestirse con un
vestido nuevo. Para llegar al Nuevo Nacimiento hay que quedar embarazados con
la Palabra de Dios.
¿Qué es y de dónde viene la fe?
Es
un don que viene de Dios. Lo primero es escuchar la Palabra de Dios (Rm 10, 17)
Palabra de Vida y de luz que ilumina nuestro corazón y nos lleva al
reconocimiento de nuestros pecados. Palabra que nos lleva al encuentro con
Cristo, llevando un corazón contrito y arrepentido para confesar nuestros
pecados. Entonces al recibir el perdón se da el Nuevo Nacimiento, recibimos la
Vida eterna y el don del Espíritu Santo. Nacimos en la fe, o Cristo nace en nuestros
corazones por la fe (Ef 3, 17) Somos nueva Creación (2 de Cor 5, 17) Somos hombres
y mujeres nuevos y nuevas (Ef 4, 24) Estamos en comunión con Cristo (Jn 15, 4)
Ahora incorporados a Cristo podemos caminar con él hasta la Plenitud, es decir,
llenos de Cristo podemos dar el fruto de la fe.(Gál 5, 22- 23)
Para
Jesús la conversión es creer en él, es confiar en él, obedecerlo, pertenecerlo,
amarlo para seguirlo y servirlo. El que cree en Jesús guarda sus mandamientos y
guarda su Palabra, su Mensaje, acepta su Misión y su Destino. La recompensa por
creer en Jesús es el don del Espíritu Santo que se une a nuestro espíritu para
darnos testimonio de que somos hijos de Dios, y sí, hijos, también herederos con
Cristo, de la herencia de Dios. (cf Rm 8, 15- 17) “El que crea y se bautice se
salvará” (Mc 16, 16) Por el bautismo
somos incorporados y revestidos con Cristo (Gál 3, 26- 27) El bautismo es un
morir, ser sepultados y resucitar con Cristo a una nueva vida, la vida de los
hijos de Dios (Tm 6, 3- 4) Es un vivir como hombres nuevos o como mujeres
nuevas, en proceso de conversión.
Sin
fe y sin amor no hay salvación. La fe y la conversión nos llevan al amor, a la
caridad, a la verdad y a la justicia, a la libertad y a la santidad (Ef 4, 24;
5, 9) Nos lleva a llenarnos de Cristo, el Hombre Nuevo.
«¡Ay
de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho
los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas
de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro
y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás
al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti,
habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a
Sodoma que a ti.» Cafarnaum es la ciudad de los ricos y poderosos que no pueden
escalar hasta el cielo, su destino es abajo… su pecado es la idolatría.
La
gente de estas ciudades le cerraron el corazón a Jesús, lo rechazaron, se les
hizo poca cosa, prefirieron la vida mundana, pagana y de pecado. Prefirieron la
observancia de la Ley. Pero a los pocos que lo recibieron les concedió legar a
ser hijos de Dios (Jn 1, 11- 12)
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