EL PRIMER ANUNCIO DE LOS APÓSTOLES FUE
EL KERIGMA.
¿Qué anunciaban los Apóstoles?
El
primer anuncio de los apóstoles fue el Kerigma. Que Jesús había muerto en manos
de gente malvada para el perdón de los pecados, que Dios lo había resucitado
para darnos vida eterna. Y que había sido constituido como Señor y Mesías (Hch
2, 22. 36) ¿Qué hacer frente a este mensaje? Creer en Jesucristo y bautizarse
para recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo y para
integrarse a la Comunidad de Cristo (Hch 2, 37- 40) Después de escuchar el
Kerigma y convertirse, seguía la catequesis, para profundizar en la fe: “Asistían
asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión y al fracción del pan y a las oraciones (Hch 2,
42) En tercer lugar estaba: el servicio a las mesas. Son nombrados los siete
Diáconos (Hch 6) Y todos viven en comunión y compartían el pan con alegría. Los
dos pilares de la Comunidad: la Diaconía y la Koinonía.
Cristo
ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función
de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que
lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al
hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.(Ef 4, 11-13) La Iglesia
es edificada sobre los apóstoles y los profetas, que a la vez están edificados
sobre la piedra angular. Cristo fundamente de la Iglesia (1 Cor 3, 11).
Empieza
la persecución para que se cumpliera la Palabra de Jesús: “Así como a mí me
persiguen, también a ustedes los perseguirán (Jn 15, 20) El destino del
Maestro, es también el de los discípulos. La Misión del Señor Jesús, es también
la Misión de la Iglesia (Mt 28, 18- 10) “Los
apóstoles salieron del Consejo contentos de haber merecido aquel ultraje por el
nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas,
anunciando el Evangelio de Jesucristo”. (Hch 5, 41-42)
El testimonio de Pablo, apóstol de
Jesucristo por voluntad del Padre
(Ef 1, 1). Vive para predicar el evangelio de Cristo para que todo el que lo
escuche y se convierta se salve. Desde el corazón nos dice:
Este
tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una
fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan
por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados;
acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda
ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos,
continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte
está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de
fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos
y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con
Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien.
Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de
Dios. (2 Corintios 4, 7-15)
Este
tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una
fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos arrastran
nos oprimen, nos maltratan, nos azotan, estamos entregados a la muerte por
causa de Jesús. Por amor a Jesús nos levantamos y caminamos hasta la muerte. Sabiendo
que el mismo que resucitó a Jesús, nos resucitará también a nosotros. Somos
vasijas de barro llenas del hermoso tesoro de la gracia de Dios. Al quebrarse
la vasija se desparrama del perfume de la gracia y alcanza a muchos. Quebramos
la vasija de barro cuando nos inmolamos en la presencia de Dios, cuando nos
sacrifican en la presencia de Dios, entonces se cumple el mandato de Jesús: “Hagan
esto en memoria mía”, estamos partiendo el pan para los demás.(Lc 24, 31)
“Todo
es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el
agradecimiento, para gloria de Dios”. Lo mismo dice el apóstol en la carta a
los romanos: “Todo lo que nos sucede es para bien de los que aman a Dios (Rm 8,
28) En la lucha y en la prueba, estamos dando “Testimonio de Cristo,
participando de su Pasión”. Estamos
siguiendo a Cristo, somos sus
discípulos, somos de los suyos. Gracias Señor por las pruebas, Gracias Señor
por todo lo que nos sucede para gloria de Dios y el bien de la Iglesia.
El grito del Apóstol Pedro: No se duerman,
estén despiertos.
Sed
sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente,
ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe. (1 de Pe 5, 8) No
se duerman, vigilad y orad para no caer en tentación, dice Jesús (Mt 26, 41)
Porque en todas partes hay hermanos y hermanas que estás siendo maltratados y maltratadas.
No somos los únicos, mantengamos la Unidad de la fe, para crecer en el conocimiento
de Dios, hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto Cristo, crucificado (Ef
4, 13).
“Todo
lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13) Cristo es nuestra
fortaleza para levantarnos en cada caída. No nos quedemos caídos, con la fuerza
de Dios nos levantamos y caminamos hacía la Meta: Jesucristo resucitado, el Hombre
Nuevo que está presto a levantarnos. Para que sigamos siendo “Vasijas de barro”
que podemos decir con Pablo: “Mi gracia te basta, mi amor es todo lo que lo que
necesitas” (2 de Cor 12, 9)
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