DE LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS
VIENE LA FE Y CON ELLA LA VIDA ESPIRITUAL.
Iluminación: Dice el Señor Dios: «Vosotros sois rebaño mío, ovejas de mi grey;
y yo soy vuestro Dios.» (Ez 34, 31)
Para
creer en Jesús hemos de escuchar su Palabra (Rom 10. 17) Pero no basta con
oírla, hay que ponerla en práctica: Por eso, desechad toda inmundicia y
abundancia de mal y recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que
es capaz de salvar vuestras almas. Poned por obra la Palabra y no os contentéis
sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos (Snt 1, 21- 22) Entonces somos discípulos
y amigos de Jesús, pues hacemos lo que él nos dice: “Vosotros sois mis amigos,
si hacéis lo que yo os mando.” (Jn 15, 14)
El
mismo Jesús nos dice: «¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os
lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán
divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre
contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija
contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.» (Lc
12, 51- 53) La división es entre los que tienen fe y los que no tienen; entre
los que tienen el Espíritu de Jesús y los que no los tienen. Jesús viene a
separar el bien del mal, la luz de las tinieblas, el odio del amor, la mentira
de la verdad. La fe nos deja luz, poder y amor, para discernir entre lo bueno y
lo malo, para que rechacemos lo malo y para que hagamos lo bueno (cf Rm 12, 9)
A sus discípulos les habla diciéndoles: “No
temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a
vosotros el Reino” (Lc 12, 32) El Reino de Dios es para los que creen y se
convierten al amor, a la paz y al gozo del Señor.
¿Qué tenemos que hacer para pertenecer
al rebaño de Jesús?
Escucha,
hijo mío, recibe mis palabras, y los años de tu vida se te multiplicarán. En el
camino de la sabiduría te he instruido, te he encaminado por los senderos de la
rectitud. (Prov 4, 10- 11) Los senderos de la rectitud son los mandamientos de
la Ley de Dios. “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es
justo. Honra a tu padre y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva
consigo una promesa: Para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra”.
(Ef 6, 1- 3) Hay fe donde se guardan los mandamientos y se obedece la Palabra
(Jn 14, 21. 23) El que guarda los mandamientos camina en la verdad, ama a Dios
y a su Prójimo (1 de Jn 2, 3- 4) Quebrantar los mandamientos rompe la comunión
con Dios, y nos lleva a la muerte espiritual (Rm 6, 23) Dios se manifiesta en
los que tienen fe: los libera, los reconcilia, los hace de su Familia y los
promueve en la vida para ser instrumentos de su amor.
Nos
da su Palabra para que tengamos su Luz, su Poder y su Amor: Jesús les habló
otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la
oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.» (Jn 8, 12) Su Palabra es Luz y
es Vida.
Decía,
pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi
Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres.» (Jn 8, 31- 32) Nos libera de todo lo que nos hacer ser
esclavos, del pecado, y nos hace libres para que amemos y hagamos el bien. Por
eso Pablo nos dice:
Vuestra
caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos
cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con
un celo sin negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la
alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la
oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la
hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. (Rm 12, 9- 14) Y
en la carta a los corintios nos dice: La
caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no
toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo
lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba
nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la
ciencia. (1 de Cor 13, 4- 8)
Los que aman y sirven son hombres y mujeres
nuevas, lo viejo ha pasado, lo que ahora hay es nuevo, y lo nuevo es Cristo y
la Nueva Creación: la Comunidad fraterna, solidaria y servicial. A los que
Jesús les llama Discípulos, y a los que les da el mandamiento regio: Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13, 34- 35) Amor
que encuentra su Plenitud en el servicio a Dios y a los hombres (cf Jn 13, 13)
Pueden amar y servir los que son libres con la libertad de los hijos de Dios
(Gál 5, 1) Sin confundir la libertad con el libertinaje que nos lleva al agujero
de la deshumanización. El libertinaje pertenece a la ceguera espiritual: Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si
un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.» (Mt 15, 14)
El
amor de Cristo, derramado en nuestros corazones (Rm 5, 5) Nos lleva a dar un
culto espiritual grato y agradable a Dios (Rm 12. 1) El amor viene de una fe sincera y de un corazón
limpio, el culto se hace con amor y por amor. Donde hay amor hay esfuerzos, renuncias
y sacrificios, se vence la tibieza, la mediocridad y la superficialidad. Así dice
Jesús a los que quieran ser sus discípulos, ser de sus ovejas para pertenecer a
su pequeño y querido rebaño: Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera
salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la
salvará (Lc 9, 23- 25)
Pablo
corona su enseñanza sobre la Palabra de Dios al decir a Timoteo y a nosotros: Tú,
en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo
presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas
Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe
en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para
argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se
encuentra perfecto y preparado para toda obra buena (2 de Tim 3, 14- 17)
Santifícalos
en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también
los he enviado al mundo. (Jn 17, 17- 18) Enviados con el Poder del Espíritu a
predicar la Palabra de Vida. (Mt 28, 18- 20; Jn 20, 20- 23)
Mis
ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. (Jn 10, 27) Escuchar
la Palabra equivale a obedecerla: Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno
oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo.(Apoc 3, 20)
1Ts
2, 13
Nosotros continuamente damos gracias a Dios; porque habiendo recibido la
palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana,
sino —como es en realidad— como palabra de Dios, que ejerce su acción en
vosotros, los creyentes.
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