VEN TU A IMPONER TUS MANOS SOBRE ELLA
PARA QUE VIVA.
Cuando encontraba palabras tuyas las
devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu
nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos! (Jr 15,
16)
El relato evangélico:
En aquel tiempo, mientras Jesús
hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo:
“Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a
vivir”. Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos.
Entonces, una mujer que padecía flujo
de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla
del manto, pues pensaba: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. Jesús,
volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en
aquel mismo instante quedó curada la mujer.
Cuando llegó a la casa del jefe de la
sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo:
“Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de
él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano
y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región (Mt 9, 18-26)
Dos milagros fruto de la fe y de la
misericordia de Dios. El primero es de la mujer hemorroisa. Enferma por doce
años, había gastado toda su fortuna en médicos, y nada, seguía sangrando.
Religiosamente era impura, contagiaba y hacía impuros a los quien la tocaban.
No podía vivir con su familia, estaba al margen de su realización. Alguien le
habló de Jesús, sembró en ella una esperanza. Llegó ese día, a Jesús lo seguía
una gran multitud de gente, para ella imposible hablar con Jesús, y pensó con
que yo toque su vestidura me curaré, se le acercó y lo tocó, del cuerpo de
Jesús salió una fuerza que entra en ella y se le secó la hemorragia. Jesús,
volviéndose, a ella, le dijo: “Hija, ten confianza, tu fe te ha curado”. Y la
mujer quedó curada. Por su fe fue curada.
Cuando nuestra fe es débil podemos
pecar, entonces quedamos divididos, agrietados, y sangramos. Se escapa el buen
olor de Cristo y entran los olores de los espíritus impuros. Hay muchas
personas muy religiosas, pero que no cambian, son violentas y agresivas,
lujuriosas y soberbias, no crecen y no caminan espiritualmente. Está divididas
interiormente entre la inteligencia y la voluntad, no tiene moral (Ef 4, 18)
Oran y escuchan la Palabra, pero no cambian, es necesario un milagro de Dios.
Están llenas de miedo de complejos de inferioridad y de culpa, son infelices.
¿Qué les falta?
Qué el amor entre en sus vidas, el
amor que viene de un corazón limpio y de una fe sincera, que vienen de la
escucha de la Palabra de Dios, semilla del amor. El amor viene a unir lo que
estaba separado y dividido, la inteligencia y la voluntad. Estaban peleadas,
una voluntad sin carácter, es una fe débil y arrastrada. El amo rlas une y hace
la triada llamada “Conciencia Moral” que es Cristo que une lo que estaba
separado y es luz que ilumina lo que es bueno y lo que es malo, es fuerza para
rechazar lo malo y es fuerza para hacer lo bueno. El corazón ha sido sanado,
mientras permanezca unida la inteligencia con la voluntad, mientras no
pequemos. Sin Cristo en nuestro corazón, todo es vacío, caos y tinieblas. Falta
la Luz, la Fuerza y el Amor.
El otro milagro, es para la hija del
jefe de la sinagoga. Que estaba muerta, pero Jesús dice que está dormida, y
recordamos a san Juan que Jesús dice: “Vengo para que tengan vida y la tengan
en abundancia” (Jn 10, 10) Jesús le dice al padre de la niña: “Basta que
creas”. La gente se burla de Jesús, está lista para la fiesta de la muerta,
para su culto, habrá comida gratuita por lo menos para dos semanas, las
plañideras estás lista para sus llantos y para sus alaridos, todo por paga.
Jesús los corre de la casa, los echa fuera, sólo deja a Pedro, Santiago, Juan y
los padres de la niña. Jesús no quiere estar expuesto a la charlatanería ni a
la superficialidad ni al negocio ni al culto de los muertos.
Se acerca a la niña, la toma de la
mano y la levanta. Gesto que hace referencia a la resurrección, la niña camina
y Jesús les dice: Denle de comer, está viva. Jesús tiene poder sobre la
enfermedad y sobre la muerte, por eso nos dice: “Yo son la resurrección y a
vida” (Jn 11, 25) La señal que hemos pasado de la muerte a la vida es el amor
que une lo que está dividido y agrietado. (cf 1 de Jn 3, 14) La fe es vida, es
poder, es amor, es un don de Dios, podemos pedirlo con sencillez y con
humildad.
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