TODO HOMBRE FUE CREADO A IMAGEN Y
SEMEJANZA DE DIOS.
En
aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el
demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada,
decía: "Nunca se había visto nada semejante en Israel". Pero los
fariseos decían: "Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los
demonios". Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en
las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y
dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban
extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus
discípulos: "La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por
lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos". (Mt 9,
32-38)
Jesús
es el Liberador del hombre integral: del cuerpo, de la mente y del espíritu ( 1
de Ts 5, 21) Él nos dejo bien claro la finalidad de su visita a los hombres: “Vengo
para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) Vino a sacarnos del
pozo de la muerte y para llevarnos al Reino de su Amor (Col 1,13- 14) Jesús dio
vista a los ciegos, hizo hablar a los mudos, oír a los sordos, hizo compartir a
los de las manos tullidas, hizo caminar a los cojos y resucitó a los muertos.
Hoy nos habla el evangelio que libero a un demonio y que hizo hablar a un mudo,
frente a lo cual sus adversarios lo acusan de hacerlo bajo el poder del
Príncipe de las tinieblas, lo cual no hace mella en Jesús que sigue proclamando
el Reino con su Palabra, Milagros y Exorcismos, pero sobre todo, con su estilo
de vida. No tiene tiempo para comer y para descansar, por eso pide al Dueño de
la mies que le envié obreros para que le ayuden.
Jesús
movido por su compasión se lanza a trabajar en la restauración y liberación de
los hombres oprimidos y esclavizados por el mal. Nada ni nadie lo detiene. Viene
a salvar al hombre integral, al hombre que fue creado según la imagen y la
semejanza de Dios. Pero por la caída del pecado se ha desfigurado su rostro.
Ahora la Escritura dice: Teniendo ojos no ven teniendo boca no habla, teniendo
oídos no escucha,… Son seres atrofiados.
¿Qué significa ser imagen y semejanza
de Dios?
Ser
imagen de Dios significa que Dios hace al hombre partícipe de lo que Él es y de
lo que Él tiene; mientras que ser semejanza significa imitar a Dios, hacer las
cosas que Él hace. Podemos decir entonces que ser imagen de Dios significa:
Ser imagen de Dios significa: hablar, comunicarse, vivir en comunión. El hombre
puede decir las mismas palabras de Dios y puede crear con su palabra. Lo que
san Pablo llama “Glosalalia”: Hablar las palabras de Dios. Lenguas amables,
limpias y veraces. Lenguas que animan, exhortan, unen, consuelan, enseñan y
corrigen. El hombre existe para comunicarse.
Ser imagen de Dios significa: mirar. Pero más que mirar, distinguir, entre lo bueno
y lo malo. El hombre imagen de Dios no está ciego, puede ver con claridad y
reconocer la belleza de su dignidad y la de los otros. El hombre puede ver las
maravillas que Dios está haciendo en su vida y llenarse de alegría.
Ser imagen de Dios significa: oír, escuchar. Podemos escuchar las palabras de Dios
en lo más profundo de nuestros corazones. Podemos escuchar el clamor de los
pobres, de la familia, de los más débiles. Dios al revelarse a Moisés le dice:
“He oído el clamor de mi pueblo” (Ex 3,
9).
Ser imagen de Dios significa: caminar; caminar es amar, es darse, es entregarse sin
reservas, sin miedos, con libertad para compartir los dones de Dios con todos.
Dios nos ha dado dos pies, para ponernos de pie y caminar.
Ser imagen de Dios significa: dominar, no sólo, a los animales y a las plantas, sino
también, el mal, los propios instintos, las malas pasiones; puede dominarse a sí mismo y tener dominio propio.
Ser imagen de Dios significa: descansar. Para descansar, el hombre tiene que romper
con todos sus apegos y esclavitudes para poder entrar en el Descanso de Dios.
“Vengan a mí los que están cansados y agobiados” (Mt 11, 25ss), dice Jesús a
los suyos.
Ser imagen de Dios significa: servir. Para esto nos
ha dado dos manos con las cuales podemos hacer maravillas como lavar pies,
lavar leprosos, ser creativos; podemos hacer mucho bien y entonces ser regalo
de Dios para la humanidad. El hombre no fue determinado para hacer el bien, él,
libremente puede elegir hacer mucho mal.
El
hombre forma parte de una creación gratuita, siendo así gracia, regalo, don.
Todo lo que es y tiene de bueno es “Don de lo Alto" (cfr 1Cor 4, 7): mi
vida es regalo, porque Dios mismo es regalo.
Los perfiles del rostro del hombre
En
todo ser humano, Dios Creador y Padre hace al ser humano partícipe de lo que Él
es y de lo que Él tiene: La unicidad, la verdad, la belleza y la bondad. A la
luz de esta hermosa verdad podemos contemplar los perfiles de todo rostro
humano:
El
hombre es un ser original. No hay dos como él, es único e irrepetible. Cuando
el hombre pretende verse, pensar, hablar y valorarse como los demás pierde su
originalidad para convertirse en copia de otros, vivir en las apariencias con
una personalidad adornada, con “maquillaje”. La originalidad hace del hombre
una “perla preciosa”.
El
hombre es un ser responsable. Responsable de sus pensamientos, palabras,
sentimientos y comportamientos. Ser responsable significa vivir de frente a sí
mismo y de frente a los demás. La madurez humana se mide con la
responsabilidad. Responsable es aquel que le responde a la vida, y por ende, a
Dios.
El
hombre un ser libre. La libertad es inherente al ser y a la misma vez, es su
vocación. Es una propiedad de la voluntad que responde a las preguntas: ¿libres
de qué? y ¿libres para qué? Por su libertad el hombre decide obrar o no obrar,
hacer una cosa u otra. Puede amar y también odiar, hacer el bien o hacer el
mal. De lo que él haga será responsable. Donde hay responsabilidad hay
libertad, son inseparables. Crecen juntas, y una no existe sin la otra, y a la
misma vez que pueden crecer por el uso de su ejercicio, también pueden
disminuir por la ignorancia, la violencia, el miedo y por la práctica de actos
inmorales que esclavizan la voluntad y la inteligencia del hombre.
La
persona es un ser capaz de amar. La persona, toda persona se realiza amando:
Amar es darse y entregarse a un alguien para que se realice como lo que es,
persona, llamado a ser hijo de Dios y hermano universal de los hombres. El
mayor acto de amor que se le puede hacer a un ser humano, es ayudarle a
iniciarse en su proceso de realización humana y cristiana. El hombre se realiza
en medida que sea capaz de recibir y de dar amor.
¿Pero
realmente somos originales, responsables y libres?, ¿Realmente nos amamos?
Existe una armonía y una influencia que nos hace decir que cuando el hombre
pierde su originalidad, disminuye a la vez su responsabilidad, su libertad y su
capacidad de amar. La estructura espiritual se desmorona hasta llegar a la desintegración
interior. Solamente aman los que son
libres, y sólo existe la libertad donde hay responsabilidad.
Contra
lo que muchos han afirmado, hemos de decir que el hombre no es un ser
determinado, no obstante, sus condicionamientos y la influencia de su ambiente,
el hombre siempre es libre para decir la última palabra: yo lo quiero o no lo
quiero; lo hago o no lo hago. Esto
porque toda acción humana requiere de conciencia y de libertad, no
importa, su eficacia o su utilidad. Las acciones pueden ser buenas o malas,
morales o inmorales, pero el hombre siempre será responsable.
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