EL
QUE QUIERA SEGIRME QUE ME SIGA QUE DONDE YO ESTÉ ESTARÁ TAMBIÉN MI SERVIDOR.
«El
Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al
encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va,
vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.» «También es semejante el
Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al
encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. (Mt
13, 44- 46)
El
hombre es un buscador de perlas preciosas, cuando la encuentra va y vende todo
lo que tiene para hacer suya la Perla preciosa, que es Cristo. Y después que el
Rey que es Dios, le entrega la Perla, también le regresa todo lo que había
pagado y lo convierte en un administrador, en un servidor de la familia, de la
Iglesia y de la sociedad.
En
esta parábolas del Reino, Jesús nos da una enseñanza sobre la vida eterna que
es gratuita e inmerecida, pero nunca barata. Jesús no pide poco, tampoco pide
mucho, él lo pide TODO. Lo bueno y lo
malo. Entregarle toda la carga del pecado para redimirlo en virtud de su sangre
ser perdonados (Ef 1, 7; Heb 9, 14) Entregarle o consagrarle todos nuestros
defectos, vicios o debilidades para poder entrar por la puerta que es estrecha: «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha
es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los
que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que
lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.” (Mt 7, 13- 14) Después de
haber entrado hay que hace la Opción fundamental por Cristo (Mt 4, 10) para
confirmarse como su servidor, y esto pide dar la espalda al mundo y sus
concupiscencias: el poder, el tener y el placer (1 de Jn 2, 15)
Jesús
llama al servicio, para darse, donarse y entregarse con todo. Recuerda que todo
lo bueno que tienen viene de lo Alto, son dones de Dios para tu realización y
para la realización de los demás. Es la invitación a compartir todo con todos.
No metas tus dones debajo del tapete, no los escondas, porque él no enciende la
lámpara para ponerla debajo de la mesa ni de la cama: «Vosotros sois la luz del
mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco
se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero,
para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante
de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos. (Mt 5, 13- 16) “Extiende tu mano” y el hombre de
la mano tullida la pudo extender (Mc 3, 5) Extender la mano es compartir tus
dones con los demás.
Pues
¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo
has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido? (1 de Cor 4, 7)
No lo escondas, como tampoco lo presumes, más bien ponlo al servicio de los
menos favorecidos. A dar Testimonio de Cristo que los dones crecen con el uso
de su ejercicio. Crecen en calidad y en cantidad por que Dios ama al que da con
alegría (2 de Cor 8, 7) Recordando que en el Reino de Dios, el campesino es el
primero en comer de los frutos de la cosecha, es decir, es el primero en creer,
el vivir, en celebrar y en compartir los dones recibidos (cf 2 de Tim 2, 6- 7)
Gratuitamente lo recibisteis, gratuitamente entrégalos. (Mt 10, 8)
¿Qué es lo que hemos entregado? Conságrale al Señor todo lo bueno: la familia, el
trabajo, las amistades, los comunidades, los bienes materiales, intelectuales y
espirituales, las preocupaciones, las enfermedades, tu vida, porque todo viene
de Dios, no eres más que un administrador y a un administrador lo que se le pide
es que sea fiel. (1 de Cor 4, 1) Fiel al amor de Cristo, fiel a la Iglesia y
fiel al servicio. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que,
llegada la ocasión, os ensalce; confiadle todas vuestras preocupaciones,
pues él cuida de vosotros.(1 de Pe 5, 6- 7) Como soldado de Cristo no te
enredes en los asuntos de la vida mundana y pagana, y, como atleta juega limpio
para que no sea descalificado. No mezcles el evangelio con las ideologías. (2
de Tim 2, 3-5)
Algo
para tener presente y nunca olvidar, son las pruebas: Te sacuden y te
despiertan para que no te hundas y te no pierdas: Hijo, si te llegas a servir
al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme,
y no te aceleres en la hora de la adversidad. Adhiérete a él, no te separes,
para que seas exaltado en tus postrimerías. Todo lo que te sobrevenga,
acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente. Porque en el fuego se
purifica el oro, y los aceptos a Dios en el honor de la humillación. (Eclo 2,
1- 5) En las pruebas el Señor te visita para confirmarte en la fe y en el
servicio; te sacude y te despierta cuando te estás desviando, atascando o
cayendo. Te levanta, de sacude, te purifica y te fortalece. La prueba ganada es
virtud probada, es victoria sobre el mal. Eres entonces un siervo bueno y fiel.
(Mt 25, 23) Un siervo abierto a la voluntad de Dios a igual que María que hizo
de la voluntad de Dios la delicia de su vida (Lc 1, 38) La prueba es una
enseñanza para la vida, es un elemento intrínseco a la espiritualidad del
servidor. La mejor compañera de las pruebas es la Oración de Jesús: «Padre, si
quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
(Lc 22, 43)
El
camino de Jesús, de María y de todos los apóstoles estaba lleno de pruebas. En
todos los servidores de toda la Iglesia de todos los tiempos, ha estado lleno
de pruebas que van llegando cuando menos se esperan, en algunos han llegado
hasta el martirio, hasta la sangre. Han sido testigos de la Pasión de Cristo.
Otros han sido, encarcelados, calumniados, perseguidos, y todo por Cristo que
nos había dicho: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos,
hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin
recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas,
madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida
eterna.(Mc 10, 29- 30)
El
servidor de Cristo es también un discípulo y es un apóstol que lleva bajo su
brazo la Misión y el Destino de su Maestro: Dar vida y dispuesto a recibir las
pruebas. Bástale al discípulo ser como su Maestro: «Si el mundo os odia, sabed
que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo
amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he
sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he
dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os
perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra
guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen
al que me ha enviado. (Jn 15, 18- 21) Y en Mateo nos dice:
“Bienaventurados
seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa
será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros”. (Mt 5, 11- 12)
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