EL QUE POSEA LA SABIDURÍA DIVINA
ES PORTADOR DEL ESPÍRITU DIVINO.
Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que
da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida
con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar,
movido por el viento y llevado de una a otra parte. (Snt 1, 5-6)-
La sabiduría es uno de los dones del Espíritu Santo que Jesús da a los
que creen en él, lo obedecen y lo aman. Va siempre acompañada por la humildad y
la mansedumbre, la pureza de vida y por la santidad. La recibe aquel o aquella
que se dejan conducir por el Espíritu Santo, nunca por los que se dejan llevar
por la carne que es una vida mundana y pagana: Que no piense recibir cosa
alguna del Señor un hombre como éste, un hombre irresoluto e inconstante en
todos sus caminos. (Gál 5, 19-21; Snt 1, 7- 8)-
La diferencia entre la sabiduría y la insensatez.
La insensatez encuentra su fuerza en la mentira que engaña y manipula al
decirnos: “Cuánto tienes, cuánto vales” “Cuánto sabes, cuánto vales.” Mientras
que la sabiduría encuentra su fuerza en la Verdad que nos dice: “Tú vales por
lo que eres” Un hijo o hija de Dios; una persona valiosa, importante y digna.
Ni las cosas ni los otros te dan tu valor, este lo llevans dentro, en tu
dignidad. Escuchemos a Santiago decirnos:
El hermano de condición humilde gloríese en su exaltación; y el rico, en
su humillación, porque pasará como flor de hierba: sale el sol con fuerza y
seca la hierba y su flor cae y se pierde su hermosa apariencia; así también el
rico se marchitará en sus caminos. (Snt 1, 9- 11)-
“Pues toda
carne es como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba
y cae la flor; pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la
Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros.” (1 e Pe 1, 24- 25; Jer 17, 9)- El
apóstol Santiago nos habla del pecado religioso que nadie confiesa: idolatrar a
los poderosos y a los ricos, despreciando a los pobres.
Dios permite las pruebas para que maduremos y crezcamos en la fe.
La prueba tiene como
finalidad purificar nuestros corazones de las impurezas de la carne; mientras que
las tentaciones nos invitan a pecar. Así lo dice Jesús a Pedro: «¡Simón, Simón!
Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado
por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a
tus hermanos.» (Lc 22, 31- 32)- En el libro de Job, Dios permite que el hombre
justo sea probado por el Diablo (Job 1, 12)-
El apóstol Pedro nos dice: “Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea
preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a
fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero
que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de
honor, en la Revelación de Jesucristo.” (1 de Pe 1. 6- 7)-
Volvamos a Santiago, tanto las pruebas como las tentaciones vienen del
hombre. La prueba es compara a la vista del Ángel de la purificación. ( Apoc 3,
1- 3)-
“¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la
corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman. Ninguno, cuando
sea probado, diga: «Es Dios quien me prueba»; porque Dios ni es probado por el
mal ni prueba a nadie. Sino que cada uno es probado por su propia
concupiscencia que le arrastra y le seduce. Después la concupiscencia, cuando
ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra la
muerte. (Snt 1, 12- 14)-
Todo don perfecto viene de Dios.
No os engañéis, hermanos míos queridos: toda dádiva buena y todo don
perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay
cambio ni sombra de rotación. Nos engendró por su propia voluntad, con Palabra
de verdad, para que fuésemos como las primicias de sus criaturas. Tenedlo
presente, hermanos míos queridos: Que cada uno sea diligente para escuchar y
tardo para hablar, tardo para la ira. Porque la ira del hombre no obra la
justicia de Dios. (Snt 1, 16- 20)-
Somos expresión y manifestación de la voluntad de Dios que nos ha creado
por amor y para amar (Ef 1, 3)- Dios quiere que escuchemos y que también
hablemos, pero, la primacía la tiene el escuchar y lentos para la ira que nos
impide hacerle justicia a Dios y a los hombres. El hombre lleno de ira pierde
control de sus emociones y puede pecar contra su prójimo. “Enójate, pero, no le
des lugar al Diablo” (Ef 4, 26- 27)-
Aborreced el mal y amen apasionadamente el bien.
Santiago invita a los creyentes a la conversión: Desechen la malicia, la
mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1)- Rompan con
el pecado para que participen de la naturaleza divina (2 de Pe 1, 4)- Huyan de
las pasiones de su juventud para que puedan encontrar a Dios (2 de Tim 2, 22)- Poned
por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla.
“Por eso, desechad toda inmundicia y abundancia de mal y recibid con
docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras
almas. Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos
a vosotros mismos. Porque si alguno se contenta con oír la Palabra sin ponerla
por obra, ése se parece al que contempla su imagen en un espejo: se contempla,
pero, en yéndose, se olvida de cómo es.” ( Snt 1, 21-24)-
Santiago hace referencia a la Ley perfecta, la Ley de Cristo, la del
Amor.
Juan nos
dice: En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien
dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad
no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios
ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que
permanece en él, debe vivir como vivió él. (1 de Jn 2. 3- 6)-
“En cambio
el que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad y se mantiene
firme, no como oyente olvidadizo sino como cumplidor de ella, ése,
practicándola, será feliz.” (Snt 1, 25)- Porque el Señor es el Espíritu, y
donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Mas todos nosotros,
que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor,
nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como
actúa el Señor, que es Espíritu. (2 de Cor 3, 17- 18)
La verdadera religión es la del amor.
Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que
engaña a su propio corazón, su religión es vana. La religión pura e intachable
ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su
tribulación y conservarse incontaminado del mundo. (Snt 1 26- 27)-
La enseñanza de Santiago viene de su Maestro, Jesús de Nazaret.
Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos,
adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. (Mt 15,
19)- Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me
disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me
vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."
(Mt 25, 35- 36)-
La religión
que Cristo fundó es la de la caridad, la del amor, sin el amor nuestra fe está
muerta (Snt 2, 14)- Por eso, tanto Juan, como Pablo y Pedro nos hablan del amor
como corona de todo el proceso: (Jn 3, 13. 17; Rm 12, 10- 13; 1 de Cor 13, 13; 2
de Pe 1, 7-8)- “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis
discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced
en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (Jn 15, 8- 9)-
Amor a las viudas, a los huérfanos, los extranjeros y a los pobres.
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