LA ESPIRITUALIDAD DE LA PALABRA ES DEJARSE CONDUCIR POR ELLA. Y POR EL ESPÍRITU SANTO DE DIOS.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, - pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó - lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. (1 de Jn 1, 1- 3)-
Por la
escucha y obediencia de la Palabra estamos en comunión con Dios.
Ninguno de los evangelios o
de las cartas de los apóstoles nos hablan del físico de Jesús; si era alto,
delgado, gordo, chaparro, blanco, moreno, negro, guapo o feo. – Ellos nos
hablan de la Palabra, de la Verdad, de la Vida, de la Santidad y de la Libertad
que han visto, oído y tocado.
Os escribimos esto para que
nuestro gozo sea completo. Y este es el mensaje que hemos oído de él y que os
anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos
en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad.
(1 de Jn 1. 3-6)- Es el gozo de anunciar al Dios que se hizo hombre y anunciar
su Obra. Redentora. Así lo dice en su
evangelio: Jesús les habló otra vez diciendo:
“Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que
tendrá la luz de la vida.” (Jm 8, 12)-
La
Espiritualidad bíblica consiste en dejarse conducir por el Espíritu Santo de
Dios.
Se trata del
Espíritu que inspiro a los profetas a escribir la Sagrada Biblia; es el mismo
Espíritu que estaba y conducía a Jesús, desde s nacimiento hasta su muerte y
resurrección; es el mismo Espíritu que esté en nosotros como templos vivos del Espíritu. ¿Cuál es la diferencia? Ninguna, o bueno,
podemos reconocer que nosotros no somos fieles a las mociones del Espíritu y
que es otro espíritu el que nos guía. Tal como lo dice san Pablo: “Pero el que
come dudando, se condena, porque no obra conforme a la fe; pues todo lo que no
procede de la buena fe es pecado.” (Rm 14, 23)- Todo espíritu que no viene de
la fe, no viene de Dios: la mentira, la envidia, el odio, la soberbia, la ira,
la hipocresía y la maledicencia. (Mt 15, 19; 1 de Pe 2, 1)-
Jesús nos
habló de un Nuevo Nacimiento, nacer de la Alto, nacer de Dios. Para por la fe
recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Y por la fe
aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, como nuestro Maestro y como nuestro
Señor de nuestra vida y de nuestra historia. Ahora dejarnos conducir por el
Espíritu Santo por los Caminos de la Rectitud y poner en práctica la Ley del
Amor de Cristo.
La Espiritualidad bíblica la encontramos en la primera de Juan.
Primera condición es caminar en la luz: Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en
comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo
pecado. (1de J 1, 7)- Y nuestro corazón es fuente de amor, de paz y de gozo en
el Espíritu. (Jn 7, 37- 38)- Caminar en la luz es caminar en la Verdad que nos
hace responsables, libres y capaces de amar (cfr Jn 8, 31- 32)-
Segunda condición es romper con el pecado: Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no
está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para
perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No
hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros. (1 de Jn
1. 8- 10)- Esta condición nos lleva hacer la Opción fundamental por Cristo: Es
la decisión de dejarse conducir por la palabra de Dios y dar la espalda al mundo.
Tercera
condición es guardar los mandamientos de la Ley de Dios: En esto
sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le
conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en
él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado
a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. (1 de Jn 2, 3- 5)- Para
entrar en la Plenitud de Dios que es Cristo, hay que pasar por la puerta
estrecha, hay que despojarse de las tinieblas para revestirse de Luz (Rm 13,
12)- Y caminar con las velas encendidas (Lc 12, 35)-
Cuarta
condición es romper con el mundo: No améis al mundo ni lo que hay en
el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que
todo lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia
de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del
mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan;
pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. (1
de Jn 2, 15- 17)-
El Mundo
entendido como el sistema de ideología y doctrinas que niegan a Jesucristo, a
su Mensaje ya si Obra. Nosotros, en la Iglesia, somos servidores de Dios que es
nuestro Señor Jesucristo.
Quinta
condición es guardarse de los falsos profetas: Hijos míos, es la última
hora. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos
han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora. Salieron
de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los
nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de
manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis
ungidos por el Santo y todos vosotros lo sabéis (1 de Jn 2, 18- 20)-
Queridos, no os fieis de cualquier espíritu,
sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han
salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que
confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no
confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído
que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. (1 de Jn 4, 1- 3)-
Mateo y Juan recibieron la misma enseñanza
de Jesús.
«Guardaos de los falsos
profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son
lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los
espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el
árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni
un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis. (Mt 7, 15-
20)-
La
espiritualidad bíblica nos presenta la vida cristiana como un vivir en
Santidad.
Mirad qué amor nos ha tenido
el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce
porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha
manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta
esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro. Todo el que comete
pecado comete también la iniquidad, pues el pecado es la iniquidad. Y sabéis
que él se manifestó para quitar los pecados y en él no hay pecado. Todo el que
permanece en él, no peca. Todo el que peca, no le ha visto ni conocido. Hijos
míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo.
(1 de Jn 3, 1- 7)-
La Palabra nos lleva a la
salvación por la fe y a la perfección cristiana por las buenas obras- (2 de Tim
3, 14- 17)- Es Palabra viva, eficaz y actual-.
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