ABRIRSE A LA VOLUNTAD DE DIOS ES CULTIVAR
UNA FE SINCERA.
Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono,
como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. (Apoc 3, 2’- 21)-
¿Cuál es el trono de Jesús?
El lugar para vencer al pecado es la Cruz de Jesús. La Cruz es desechar la
malicia; es negarse a sí mismo; es morir al pecado (1 de Pe 2, 1; Lc 9, 23; Gál
5, 24)- La cruz de Jesús hoy día no es de madera, ni de metal ni de joyas
preciosas, es un estilo de vida, manifestación de la voluntad de Dios. Es
caminar siguiendo las huellas de Jesús, para vivir como él vivió- dejándose
conducir por el Espíritu Santo. Es abrazar la voluntad de Dios para revestirnos
de Cristo y caminar en el Reino de Dios. (Mt 6, 9)- La cruz es inseparable de
la resurrección y de la ascensión: morir con Jesús, resucitar con él y ascender
con él. Es entrar y permanecer en la Pascua para vivir en verdad, justicia y
santidad (1 de Cor 5, 8)-
Salir de la Pascua es lo
mismo que bajarse de la cruz; lo que significa darle la espalda al Señor para
abrazar a los ídolos o al ser personificado del mal, y llevar a sí una vida
mundana, pagana y pecaminosa, a esta vida se le llama la carne, que no es grata
a Dios (R, 8, 9)- La Cruz nos lleva a la resurrección, con palabras de Jesús:
Era necesario que el Mesías padeciera antes de entrar en su Gloria (cfr Lc 24,
26)- Así podemos entender que cruz y resurrección son dos momentos de un mismo
acontecimiento: la Pascua de Cristo, el paso de la muerte a la vida; del pecado
a la gracia, de la esclavitud a la libertad.
Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.
Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un
asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él. (1 de
Jn 3. 14- 15)- Permanecer en la cruz es permanecer en el amor a Dios y al
prójimo. El que ama conoce a Dios y permanece en él (1 de Jn 4, 7)-
La cruz es Amor,
es Verdad y es Vida, es Libertad y es Justicia.
Sin la cruz
no hay seguimiento de Cristo, no hay gracia de Dios. Hablar de amor, paz y gozo
sin cruz es puro iluminismo, es pura fantasía, es pura fachada. Como también
hablar de cruz sin resurrección es fatalismo drástico. Es como una fe sin
obras, está muerta (Snt 2, 14)- Por eso afirmamos que la fe pide una vida
abierta a la voluntad de Dios. Abrirse a la Persona de Jesús, a su Palabra y a
su Obra. Entonces podemos hablar y escuchar las palabras de Dios que nos
animan, nos consuelan, nos liberan, son salvan y nos corrigen. Hay apertura y
hay soltura: Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo:
«Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!» Se abrieron sus oídos y, al instante, se
soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. (Mc 7, 34- 35)-
La Cruz es darle muerte al hombre viejo (Col 3,
5)- Negándole el alimento que le entra por los oídos: La malicia, la mentira,
la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1)- Porque del corazón
salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos,
falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre; que el comer
sin lavarse las manos no contamina al hombre.» (Mt 15, 19- 20)- Por tanto, mortificad vuestros miembros
terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es
una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, y que
también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. Mas
ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y
palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos
del hombre viejo con sus obras. (Col 3, 5- 9)-
Para
Pablo la cruz es una vida consagrada a Dios; es un ofrecerse a él como un
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, este es nuestro culto espiritual (Rm
12, 1)- Es rechazar el mal y hacer apasionadamente el bien (Rm 12, 9)- Porque
cada vez que amamos, morimos al egoísmo y a otros pecados. Por eso la cruz nos
leva a la resurrección y a la ascensión para que podamos practicar las virtudes
cristianas. Cada vez que practicamos una Virtud, morimos al pecado, resucitamos
con Cristo y ascendemos con él a la gloria del Padre.
Cada
vez que hacemos trabajamos en el cultivo de una virtud, morimos al pecado, presentamos
a Dios una ofrenda; hay una resurrección y hay una efusión del Espíritu Santo. A
esto se le llama Ascensión, ser levantados en alto con Cristo Jesús. Abracemos
la Cruz con Amor para entrar en la Verdad que nos hace libres para amar y para
servir, recordando que la puerta de la felicidad se abre hacia fuera, hay que
salir del egoísmo para seguir a Cristo amarlo, seguirlo y servirlo, pero con la
Cruz que es el centro de la santidad, del amor fraterno y de la Caridad.
Publicar un comentario