SI TE VUELVES PORQUE YO TE HAGA VOLVER SERAS MI SERVIDOR.
Iluminación: Entonces Yahveh dijo así: Si te vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a ellos. Yo te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable. Y pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy yo para librarte y salvarte - oráculo de Yahveh -. (Jer 15, 19- 20)
La enseñanza del Eclesiastico.
A los que se arrepienten, el Señor los ayuda a volver, y él reanima a los que pierden la esperanza. Vuélvete al Señor y deja ya de pecar, póstrate en su presencia y quita los obstáculos. Aléjate de la injusticia y vuélvete al Altísimo, aborrece con toda el alma lo que él aborrece.
¿Quién alabará al Altísimo en el sepulcro, como aquellos que le dan gloria mientras viven? El muerto ya no alaba al Señor, pues ya no existe; es el bueno y sano quien le da gloria. Cuán grande es la misericordia del Señor y su perdón para los que se vuelven a él. Sirácida 17, 20-28
¡¡¡Señor, hazme volver y volveré!!!
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido." (Lc 15, 4- 6)-
La conversión es obra de Dios que trabaja con nuestra colaboración. Me busca como buen Pastor que es, y yo me dejó encontrar. Él me busca, me habla, me toca, me sacude, me seduce, hasta que se da el encuentro entre la misericordia y la miseria; me dejo encontrar por él, que me levanta en sus brazos, me pone sobre sus hombros y me lleva al rebaño, no me deja en el monte, sino que delante de todos, empieza el proceso de mi sanación para que todos aprendan de su pedagogía a sanar las heridas del corazón.
Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados (Hch 3, 19).
Sin el reconocimiento de los pecados no hay arrepentimiento. Y sin arrepentimiento no hay conversión; como tampoco hay perdón y salvación. Lo primero que Dios hace a una persona que quiere salvar es enviarle a su corazón la Palabra de vida. Palabra de luz que ilumina las tinieblas del corazón para que se de cuenta que es un pecador y ha pecado. Y con el pecado ha apagado la luz de su corazón y ahora camina en tinieblas. Se encuentra vacío de amor y de Dios. San Juan nos dice:
Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros. (1 de Jn 1, 8- 10)- San Pablo nos dice la hermosa verdad que somos pecadores: Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo. (1 de Tm 1, 15)-
El que reconozcamos nuestros pecados es la primera victoria de Dios en nuestra vida. El pecado nos priva de la gloria de Dios, nos divide, nos agrieta y nos da muerte espiritual (Rm 6, 20- 23) Pero Dios que es rico en misericordia, sigue trabajando en nosotros y hace nacer el arrepentimiento. El pecado es una ofensa y una desobediencia contra Dios y comienza a el dolor por haber sido revendes y haberle dado la espalda para abrazar al dios personificado del mal. Me duele haberte ofendido Señor, y no vuelvo hacerlo. Esto es lo que se llama el “propósito de enmienda”.
He hecho una peregrinación del pecado a Cristo, de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia, de la esclavitud a la libertad.
Y, ¿ahora que sigue? Sigue el encuentro con Cristo; pasar por la Puerta estrecha; la puerta santa (Mt 7, 13- 14, Jn 10, 7) Jesús me atrae hacia él con cuerdas de ternura y de misericordia: Vengan a mí lo que están cansados y agobiados por la carga, (Mt 11, 29) Pongan todo a los pies de mi cruz para que yo redima sus pecados y lave sus corazones (Ef 1, 7; Heb 9, 14).
El Encuentro personal con Cristo, hoy, es en el Sacramento de la Confesión, en el que el pecador se encuentra con Cristo y con la Iglesia que recibió de su Fundador el Ministerio de la reconciliación (Jn 20, 23); Enel que los pecados son perdonados, no por los méritos del sacerdote, sino por los méritos de Jesucristo, en virtud de su Sangre derramada en la cruz. Del encuentro con Cristo y con la Iglesia el pecador sale convertido en un hombre nuevo, caminando en el poder de Dios. Ha pasado de la muerte a a vida. “Me hiciste volver Señor”. Ahora soy portador de a Vida eterna.
Ahora puedo participar de tu Gloria (La Pasión de Cristo) y puedo con tu Gracia: “Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias.” ( 1 de Pe 2, 1) Puedo caminar por los caminos de la Rectitud; puedo amarte y servirte como amigo, hermano y discípulo tuyo. Y todo porque Tú me amaste por primero. (1 de Jn 4, 10)-
Gracias Señor por la Obra que has realizado en mí…
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