LOS TRES PROFETAS ELÍAS, JUAN EL BAUTISTA Y JESÚS.

 

LOS TRES PROFETAS ELÍAS, JUAN EL BAUTISTA Y JESÚS.


Iluminación: En aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego,sus palabras quemaban como antorcha. Él hizo venir sobre ellos hambre, y con su celo los diezmó. (Eclo 48, 1- 2)

El fuego que quema, pero, no destruye, tan sólo purifica para que crezca en el corazón de los hombres la presencia salvadora de Dios, en Cristo Jesús. Donde hay fuego divino. hay “Celo Apostólico” que viene de la “Caridad Pastoral” para encender en los hombres el “fuego de la fe.” Quién posea la Caridad Pastoral tiene la “disponibilidad para hacer la voluntad de Dios”. Posee la “disponibilidad de salir de sí mismo para ir fuera y servir, a encender corazones con el fuego del amor, y tiene “la disponibilidad de dar su vida”, morir, como profeta, por hacer los dos objetivos anteriores.

 

 

El relato bíblico.

Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista. Mateo 17, 10-13

El espíritu y el poder de Elías se manifestó en el Juan Bautista, la Voz que clama en el desierto, el Mensajero del Señor, su Palabra era como de fuego y lejía que lava y limpia los corazones pecadores: Tal como lo dice Malaquías “Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero” (Mal. 3, 2) El fuego que estaba en Elías y en Juan el Bautista estaba en Jesús y en todos sus profetas: “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!” (Lc 12, 49- 50). Es el fuego del Amor y de la Evangelización.

La Misión de los profetas es preparar el camino de Cristo Jesús el Señor para que se manifieste en la vida de los hombres, mediante la conversión y el arrepentimiento: “Andas equivocado, levántate y vuelve al Camino de que lleva a la Casa de mi Padre. Así lo dice otro profeta de Cristo: “Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús.” (Hch 3, 19- 20)

Jesús anuncia su Palabra, la fe y la conversión para hacer presente el Reino de Dios entre los hombres (Mt 4, 17) Vino a los suyos, pero, estos no lo recibieron, pero a los que lo recibieron les concedió llegar a ser hijos de Dios (Jn 1, 11- 12) A estos los libera, los perdona, los reconcilia, los salva y los santifica. A sus apóstoles les llama profetas y los envía con este Mensaje: El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.” Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.» (Mc 16, 16- 18).

El Destino de los profetas es la Cruz. Ser perseguidos y martirizados.

“Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán.” (Jn 15, 18- 20)

La Misión de Jesús es también la Misión de los suyos.

La Misión de Jesús, es anunciar el Reino de su Padre; es reconciliar a los pecadores con Dios y con los hombres, con Dios para ser sus hijos y con los hombres para ser  hermanos; Jesús viene a salvarnos, a sacarnos del pozo de la muerte para llevarnos a la Casa del Padre; para sacarnos del pecado y levarnos ala Gracia de Dios; del pecado a la vida. Así lo explica el evangelista Juan:

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 19- 23)

 

San Pedro nos habla del Nuevo Pueblo de Dios: “Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos.” (1 de Pe 2, 9- 10)

Demos gracias al Señor porque a nuestro alrededor hay muchos – profetas- testigos de Dios, hombres y mujeres que dan testimonio de Cristo y de su Evangelio, personas fieles que sin actitudes espectaculares están demostrando que sí es posible vivir según las bienaventuranzas de Cristo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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