LA PEDAGOGÍA DE DIOS PARA REVELARSE A LOS HOMBRES.
Iluminación: "Miren: Viene un tiempo, dice el Señor, en que haré surgir un
renuevo en el tronco de David: será un rey justo y prudente y hará que en la
tierra se observen la ley y la justicia. (Jr 23, 5-8)
La biblia contiene la Revelación
de Dios, lo que Dios es y lo que Dios hace o quiere hacer.
Jesucristo es el Revelador de Dios, que es Padre
que nos ama, nos perdona y nos salva; (cfr Jn 3, 16; Jn 17, 1ss) es también el Revelador
del hombre, Él es lo que nosotros estamos llamados a ser: Hijos de Dios,
hermanos de Jesucristo y templos vivos del Espíritu Santo. Él nos revela el
Plan de Dios para todos los hombres y para todo el hombre. (Ef 1, 3- 8)
La pedagogía de Dios para
revelarse es la misma ayer, hoy y siempre.
Dios a todos ama, pero, no en todos se manifiesta,
Su pedagogía es la misma hoy que hace cuatro años en la época de Abraham, en la
época de Moisés hace tres mil años, en la época de David en el siglo diez y es
la misma que en la época de Jesús hace más de dos mil años. Dios no la ha
cambiado, a todos ama, pero, no en todos se manifiesta o se revela. Sus
consentidos son los los que pertenecen al Resto fiel, a los pobres de Yahvé, de
los que Jesús dice: “No tengas miedo, pequeño rebaño, que a mi Padre le ha
parecido daros el Reino”. (Lc 12, 32) Fuera de ese pequeño Rebaño, todo es
muchedumbre es multitud llamados a creer y a convertirse a Jesucristo, el
Hombre Nuevo.
José pertenece al pequeño resto,
al Resto fiel.
Cristo vino al mundo de la siguiente manera:
Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos,
sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José,
su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó
dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños:
"José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa,
porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú
le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados".
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca
del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz
un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir
Dios-con-nosotros. (Mt 1, 18-24)
Dios le cambió los planes a José
como antes se los había cambiado a María.
José era un hombre justo y fiel a la Ley de Dios,
capaz de hacer el bien y rechazar el mal. Con el Resto fiel había encarnado la “Esperanza
Mesiánica”. Un Mesías espiritual que traería la justicia y la paz a su pueblo.
Era joven de unos 25 años, desposado con María, pero, ella sin tener contacto
con José había quedado embarazada por la acción del Espíritu Santo. Él amaba a
María, pero, no aceptaba ser el padre de un hijo que no era de él. Como era un
hombre de bien, no quiso denunciarla, sino, que decidió alejarse e irse lejos a
otras tierras. Pero el Ángel del Señor se la apareció y le cambia sus planes.
"José, hijo de David, no dudes en recibir en
tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará
a su pueblo de sus pecados".
Dios le revela a José todo lo que María callaba. Lo
que hay en ella es por obra del Espíritu Santo, ella dará a luz un hijo y tu le
pondrás el nombre de Jesús, que significa que Dios salva a su pueblo de sus pecados.
No le dice que será poderoso, rico y triunfador, que acabará con la pobreza de
los hombres y con las guerras entre los pueblos, le dice que viene a salvar a
los hombres de sus pecados.
José acepta que el hijo de María será también su
hijo, y que se trata del Mesías, el cumplimiento de las Promesas del Antiguo
Testamento: Es Emmanuel que sígnica Dios con nosotros, entre nosotros y a favor
de nosotros. Acepta la Voluntad de Dios, se levanta y va por María para llevarla
a su casa. Desde ahora vive para cuidar a María y al Niño Jesús. Es el fiel y
prudente servidor.
Hoy como ayer Dios se revela a los que abrazan su
Voluntad y que tienen una fe sincera, un corazón limpio y una recta intención (1
de Tm 1, 5) No basta con creer, hay que guardar sus Mandamientos para que Él se
manifieste en nuestra vida (cfr Jn 14, 21) Hay que vivir en la Gracia de Dios
para aceptar nuestras oraciones y nuestros sacrificios para no ser vomitados de
su boca (cfr Mt 7, 21- 23; Apoc 3, 14- 16)
La Voluntad de Dios es que
amemos y sirvamos a su Hijo Jesucristo y a los hermanos. ( 1 de Jn 3, 23) Para
que podamos ver los frutos de la fe: El amor, la paz y la justicia… (Gál 5, 22-
23; Rm 14, 17) Que no tengamos miedo entrar en la religión que Jesús fundó
entre nosotros: la religión del Amor que nos lleva a la Verdad y a la Santidad
(Jn 14, 6).
Recordemos las palabras de Pablo a los gálatas: No os
engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el
que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el
espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. (Gál 6, 7- 8) Y a los corintios: “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de
mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría”. (2 de Cor
9. 7)
Nada por obligación, por la fuerza, por interés, o para quedar bien, sino
por amor y con alegría.
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