Domingo trigésimo cuarto del tiempo ordinario
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
En este último domingo del tiempo ordinario, Domingo de Cristo Rey, celebramos
a este Jesús que se ha quedado con nosotros, tomando nuestras penas y
presentándoselas al Padre, que ha recibido nuestras alegrías y las ha ofrecido
como ofrenda agradable al Señor, nuestro Dios.
Jesucristo es nuestro Rey, pero su Reino no es un reino de esta tierra,
porque Él no aspira a un dominio temporal. El Reino de Jesucristo es un Reino
para salvar, es el Reino del testimonio de la verdad y Él es la verdad, es
decir, la plena manifestación del Padre de los cielos y de su amor salvador.
Para reconocer la realeza de Cristo es necesario ser de la verdad, es
desearla con sinceridad y no olvidarla cuando éste exige un compromiso que
incluso conlleva la vida. Solamente en el Reino universal y eterno de Cristo,
que es el Alfa y el Omega, es decir, el principio y el fin, el hombre encuentra
redención y salvación y estamos seguros de reinar porque Dios, en Jesucristo,
nos hace reyes.
Antífona de entrada Ap 5, 12; 1, 6
El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la
riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él pertenecen la gloria y el
imperio para siempre.
Gloria
ORACIÓN
COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste restaurar todas las cosas por
tu amado Hijo, Rey del universo, te pedimos que la creación entera, liberada de
la esclavitud del pecado, te sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA
LECTURA
Su dominio es un dominio eterno.
Lectura de la profecía de Daniel 7, 13-14
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las
nubes del cielo como un Hijo de hombre; Él avanzó hacia el Anciano y lo
hicieron acercar hasta Él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los
pueblos, naciones y lenguas.
Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será
destruido.
SALMO RESPONSORIAL 92, 1-2. 5
R/. ¡Reina el Señor, revestido de majestad!
¡Reina el Señor, revestido de majestad! El Señor se ha revestido, se ha
ceñido de poder.
El mundo está firmemente establecido: ¡no se moverá jamás! Tu trono está
firme desde siempre, Tú existes desde la eternidad.
Tus testimonios, Señor, son dignos de fe, la santidad embellece tu Casa
a lo largo de los tiempos.
SEGUNDA
LECTURA
El Rey de los reyes de la tierra hizo de nosotros un Reino sacerdotal
para Dios.
Lectura del libro del Apocalipsis 1, 5-8
Jesucristo es el “Testigo fiel, el Primero que resucitó de
entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra”. Él nos ama y nos
liberó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino
sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos
de los siglos! Amén.
Él viene sobre las nubes y todos lo verán, aun aquéllos que lo habían
traspasado. Por Él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así
será. Amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y
el que viene, el Todopoderoso.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
Aleluya.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya
viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.
EVANGELIO
Tú lo dices: Yo soy rey.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 33b-37
Pilato llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres Tú el rey de los
judíos?”
Jesús le respondió: “¿Dices esto por ti mismo u otros te lo
han dicho de mí?”
Pilato replicó: “¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los
sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?”
Jesús respondió:
“Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera
de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que Yo no
fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí”.
Pilato le dijo: “¿Entonces Tú eres rey?” Jesús
respondió:
“Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad,
escucha mi voz”.
Credo
ORACIÓN
DE LOS FIELES
Dirijamos, llenos de confianza, nuestras súplicas a Cristo, supremo
señor de la vida y de la muerte y rey de todas las criaturas del cielo y de la
tierra:
Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para
reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de
Jesucristo a todas las criaturas, roguemos al Señor.
Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y
culturas, germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que
Cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor
Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o
la angustia sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus
penas, roguemos al Señor.
Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo
del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un
día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz, roguemos al Señor.
Dios nuestro, principio y origen de toda paternidad, que has enviado a
tu Hijo al mundo para convertirnos en un reino y hacernos tus sacerdotes,
escucha nuestras oraciones e ilumina nuestro espíritu, para que comprendamos
que servirte es reinar y, al dar nuestra vida a los demás, proclamemos con
obras nuestra fidelidad a Cristo, el primogénito de entre los muertos y
príncipe de los reyes de la tierra. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos, Señor, el sacrificio de la reconciliación de los hombres,
y te pedimos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de
la unidad y de la paz. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Antífona de
comunión Sal 28, 10.11
El Señor reinará eternamente, él bendecirá a su pueblo con la paz.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Padre,
que quienes nos alegramos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del
universo, podamos vivir eternamente con él en el Reino de los cielos. Que vive
y reina por los siglos de los siglos.
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