LUCHEN HASTA LA MUERTE PARA QUE TENGAMOS RECOMPENSA.

 

LUCHEN HASTA LA MUERTE PARA QUE TENGAMOS RECOMPENSA.



Introducción: Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor. (Apoc 2, 10)

El ángel acercó su hoz a la tierra, cosechó la viña de la tierra y echó los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios. Pisaron las uvas en el lagar, fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los frenos de los caballos, en una extensión de unos trescientos kilómetros. (Apoc 14, 18-19) Es la sangre de los mártires derramada por amor a Cristo.

El Mensaje de Jesús,

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”. Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?” (Luc 21, 5- 7)

Jesús está hablando del final del reinado del mundo religioso judío. Acontecimiento que llenó de sangre las tierras de Israel, año 70 D. C. Vinieron de Roma los generales Tito y Vespasiano, Con un poderosísimo ejercito que destruyeron aldeas y pueblos, sitiaron la ciudad de Jerusalén. En la que la gente moría de hambre, de sed y de grandes epidemias. Quemaron la ciudad, destruyeron el Templo y murió más de un millón de personas. Este fue el final del pueblo judío y su Templo, tal como lo había dicho Jesús: “No quedará piedra sobre piedra”.

Lo anterior ya ha pasado, es historia. Jesús, hoy no habla del fin del mundo. Está hablando de la destrucción del mundo religioso judío y de su patria. Y sigue diciéndole a la gente:

Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”. (Luc 21, 7- 9)

 

Para luego hablar del final del reinado del pecado en los creyentes.

Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”. (Lc 21, 10- 11)

 

¿Cuándo empieza la lucha?

 

Cuando el creyente se encuentra con Jesús y lo saca del reino de las tinieblas y lo lleva al reino del Hijo de su Amor Col 1, 13- 14) Es poseedor de la Gracia de Dios. Prepárate para la prueba, comienza la lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Es la lucha entre Cristo y Luzbel, los frutos de la luz son la bondad, la verdad y la justicia. La lucha es entre el hombre viejo y el Hombre Nuevo. Esa lucha es en el interior del hombre creyente. Perder la lucha es muerte, es caer en el pecado (Rm 6, 23)

La lucha entre el amor y el odio, la verdad y la mentira, la vida contra la muerte, la soberbia contra la humildad, la agresividad contra la mansedumbre, Reino contra Reino, el Reino de Cristo, que es un reino de Luz, contra el reino de Satanás, que es un reinado de tinieblas. Las armas para la lucha son la “Armadura de Dios” porque nuestra lucha no es contra la gente de carne y hueso, sino contra las autoridades espirituales del mal que reinan en este mundo tenebroso. (cfr Ef 6, 10- 12) La lucha es entre la Gracia y el pecado, entre el bien y el mal, gana aquel al que le demos de comer. El Hombre Nuevo se alimenta con la “Voluntad de Dios”, con su Palabra, con Oración. con la practica de la caridad, con la Eucaristía: “con el bien se vence al mal” (Rm 12, 21)

Las armas del reinado de las tinieblas son los pecados capitales que buscan romper la comunión con Dios para que perdamos la fe, la esperanza y la caridad; para que perdamos la Gracia de Dios, la amistad con Él y nos perdamos. Por eso Jesús nos dice estén preparados: “Con la Túnica puesta y las lámparas encendidas” (Lc 12, 35) Las lámparas encendidas son las “Virtudes cristianas” que son Vigor y Fuerza de Dios que se cultivan en la escucha y en la obediencia a la Palabra de Dios, (cfr Mt 7, 24)

El arma poderosa es Cristo viendo en nuestro corazón, desde donde hace la Unidad entre inteligencia, voluntad y corazón para darnos la fuerza para rechazar el mal y para hacer el bien. Hablamos del “don de Fortaleza”.

Pablo nos recomienda a los cristianos que permanezcan en la Palabra.

Tú, pues, hijo mío, mantente fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuánto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros. Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha alistado. (2 de Tim 2, 1. 4)

Hacer mezcla entre el bien y el mal, resulta tibieza espiritual, y a los tibios los vomitaré ce mi boca (Apoc 3m 20). En la lucha contra el mal lo que se nos pide es que seamos fieles a Jesús, a su Mensaje y a su Obra. La fidelidad a Jesús pide abrazar la Cruz con Amor, para morir al pecado y vivir para Dios (cfr Gal 5, 24) Recordando o que nos dice san Juan: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. (1 de Jn 2, 1- 2)

 

 

 

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