LLAMADOS A DAR FRUTO EN
ABUNDANCIA.
Introducción: Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto
y su fruto permanezca. Cfr Jn 15, 16
En aquel
tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino
de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola: “Había un hombre de la nobleza que se fue a
un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó
llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno
y les dijo: ‘Inviertan este dinero mientras regreso’.
Pero sus
compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que
dijeran: ‘No queremos que éste sea nuestro rey’. Pero fue nombrado rey, y
cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había
entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.
Se presentó
el primero y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas’. Él le
contestó: ‘Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una
cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades’.
Se presentó
el segundo y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas’. Y el
señor le respondió: ‘Tú serás gobernador de cinco ciudades’.
Se presentó
el tercero y le dijo: ‘Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un
pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que
no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado’. El señor le contestó: ‘Eres
un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre
exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he
sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al
volver, lo hubiera recobrado con intereses?’ Lc 19, 11-28
¿Qué tengo de
bueno que no lo haya recibido de Dios? (1 Cor 7, 4)
Dios nos ha
dado talentos o dones para dominar la Creación y nos ha dicho: “Cultiven y
protejan.” (Gn 2, 15) “Cultiven el barbecho de su corazón (Jer 3, 4) El que se
cultiva se realiza y el que no se cultiva se queda al margen de su realización,
tirado al borde del camino- Cultiven el bien y rechacen el mal (Gn 2, 17; Dt
3015ss; Eclo 15, 11ss: Rm 12, 9) Pablo nos ha dicho el que no trabaje en su
realización que no coma (2 de Tes 3, 19) El que no trabaje en su liberación, en
su reconciliación en su salvación que se quede al margen.
Dios
dijo a Josué: Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo
cuidado de cumplir toda la Ley que te dio mi siervo Moisés. No te apartes de
ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que
vayas. (Jos 1, 7) Y Jesús dijo a sus discípulos: Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es
apto para el Reino de Dios.» (Lc 9, 62) La carta a los hebreos nos dice la
Palabra: fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual,
en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia
y está sentado a la diestra del trono de Dios. (Heb 12, 2) Pablo confirma todo
lo anterior al decirnos: Ellos mismos cuentan de
nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios,
tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero. (1 de
Tes 1, 9)
¿Cómo se cae en los ídolos o en la idolatría?
Inclinando nuestra
inteligencia y nuestra voluntad hacia el mal, y comer, del árbol de la ciencia
del bien y del mal (Gn 2, 17) Jeremías lo dice: Doble mal ha hecho mi pueblo: a
mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas
agrietadas, que el agua no retienen. (Jer 2, 13) Caemos en el desenfreno
de las pasiones o de los vicios (Ef 4, 18) Perdemos la armonía interior y
quedamos divididos entre la inteligencia y la voluntad, por esa grieta se
escapa el buen olor de Cristo y entran otros olores que paralizan nuestros
dones. Y aparecen en nuestra vida los enemigos de la realización:
El relativismo, el conformismo, el totalitarismo, el secularismo, el
ateísmo, las supersticiones y las ideologías, es decir lo que el mundo nos
ofrece como poder, tener y placer (1 de Jn 2, 15) Que nos ofrecen las obras de
la carne: Ahora bien, las obras de la carne son conocidas:
Fornicación,
impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras,
rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas
semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen
tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (Gál 5, 19- 21)
En el Reino de Dios se dan
los frutos del Espíritu: En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra
tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la
carne con sus pasiones y sus apetencias. (Gál 5, 22- 25)
El Reino de
Dios pide caminar en la Verdad que nos hace libres de todo lo malo, y libres
para amar y para hacer el bien. La Verdad y el Amor unen la inteligencia y la
voluntad para que tengamos el arma poderosa para discernir entre lo que es
bueno y malo, rechazar el mal y para hacer el bien. Para que Cristo habite por
la fe en nuestro corazón y podamos ser testigos del amor (cfr Ef 3, 17ss)
Para que
tengamos frutos en abundancia hemos recibido el don del Espíritu Santo: “Vuestra
caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos
cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con
un celo sin negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la
alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la
oración; compartiendo las necesitades de los santos; practicando la
hospitalidad”. (Rm 12. 9- 13) Lo que significa vivir en Santidad.
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