JESÚS PIDE ORAR
SIEMPRE Y SIN DESFALLECER.
En aquel
tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin
desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: “En cierta ciudad había un juez
que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad
una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra
mi adversario’.
Por mucho
tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: “Aunque no temo a Dios
ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a
hacerle justicia para que no me siga molestando”. Dicho esto, Jesús comentó:
“Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus
elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que
les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que
encontrará fe sobre la tierra?” (Lc 18, 1-8)
Orar siempre, en cualquier lugar
y por cualquier circunstancia.
La verdadera oración es íntima, cálida y extensa, es decir sin
desfallecer. Para orar tenemos un Maestro interior que nos ayuda es el Espíritu
Santo: Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda
de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como
conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y
el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que
su intercesión a favor de los santos es según Dios. (Rm 8, 26- 27)
Existen muchas formas para hacer oración.
La primera forma de orar es la humildad. La oración humilde pide, no exige como un derecho. Como la
oración del publicano que pide perdón por sus pecados (Lc 18, ) Dios quiere
perdonar nuestros pecados, y pedirle el perdón está en la voluntad de Dios- ¡¡¡Perdona
Señor que soy un pecador!!!-
La segunda forma de oración es agradecida. Esta forma debe de ir acompañada por las obras, como el amor,
la paz, la alabanza y la acción de gracias. Gracias por todas sus bendiciones,
personales, familiares y comunitarias.
La tercera forma es en fe. Es decir
que lleve como ingrediente principal la confianza y la obediencia a su Palabra.
En fe es ir al encuentro del Señor con un corazón limpio, en gracia de Dios
para decirle: ¡¡¡Señor, confío en Ti y te amo!!! La fe es confianza y abandono
en las manos de Dios, y por otro lado, es donación, entrega y servicio a Cristo
y a los demás.
La cuarta forma de orar es la intercesora. Pedir por otros, somos muchos que estamos en necesidad, orar
por los que nos piden oraciones. Por nuestra familia y familiares, enfermos y
pobres. Interceder por los demás es nuestro trabajo, si nos cansamos, volvamos
a empezar. Jesús oró por Pedro cuando fue tentado (cf Lc 22, 32) y oró desde la
cruz por sus verdugos (cf Luc 23, 34).
La quinta forma de orar es la de vaciamiento. Poner en las manos de Dios todas nuestras preocupaciones (1 de
Pe 5, 7) Nuestros fracasos, nuestros miedos, odios, nuestras insatisfacciones,
cansancios y frustraciones. ¡Vomotarlo todo en sus manos!
Otra forma de orar es la de ofrecimiento. ¡te ofrezco Señor toda mi vida! Mi vida, mi sufrimiento, mi
enfermedad, mi pobreza, mi trabajo, mis luchas y mis fracasos- ¡¡¡Te ofrezco
todo lo que soy!!!
Otra forma para orar es el silencio. Quizá la más difícil; silencio interior y silencio exterior.
Sin palabras, sin preocupaciones, sin ruidos, Dios conoce nuestras necesidades,
y el Espíritu Intercede por nosotros según la voluntad de Dios. Hacer silencio para
escuchar la voz de Dios y el clamor de los pobres. Esta forma de orar pide
hacer recogimiento interior, entrar dentro de nuestro corazón para encontrarnos
con Dios: Tú, en cambio, cuando vayas a
orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que
está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mt 6, 6)
La fe sin oración está muerta.
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará =fe sobre
la tierra?” (Lc 18, 8) ¿De qué fe se trata? De la fe
sincera, que es acompañada con la confianza, la obediencia a la Palabra, al
amor y al servicio. La fe es comunión con Cristo Jesús. La fe que pide
corazones redimidos, limpios para que Cristo viva en ellos- (cf Ef 3, 17)- Para
que nuestro culto sea vivo, santo y agradable a Dios (Rm 12,1) Por que la oración
sin fe no es grata a Dios (cf Heb 11, 6; Mt 7, 21- 23).
La oración por excelencia es el Padre Nuestro:
«Vosotros,
pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro[um1] pan
cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos
perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, más líbranos
del mal. (Mt 6, 9. 12)
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