JESUCRISTO ES EL FUNDAMENTO Y EL FUNDADOR DE LA IGLESIA.
Iluminación: Yo, Pablo, soy servidor de Dios
y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al
pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la
vida eterna. (Tito 1, 1-2)
¿Cuál es la verdadera religión?
Muchos son los que predican que Jesucristo no fundó ninguna Iglesia y
que no fundó ninguna religión, que todo esto es cosa de hombres. La Biblia dice
otra cosa muy diferente. Veamos.
Jesucristo en vida eligió por amor a los Doce para que estuvieran con Él
y los preparó para luego, enviarlos a predicar su evangelio hasta los confines
de la tierra (cf Mc 3, 13- 14) Los Apóstoles son pilares de la Iglesia.
Con su
muerte y con su resurrección, pagó el precio para liberar a los hombres del
pecado, sellando la Nueva Alianza de la que nació el Nuevo Pueblo de Dios, los
Sacramentos y la Ley del Amor. En la nueva alianza, el
sacrificio de Jesús es único, a diferencia de los pactos de la alianza del
Antiguo Testamento, que se confirmaban con el sacrificio de animales. En
la Última Cena, Jesús instituye la Eucaristía y utiliza los términos "sangre
de la nueva alianza". (Mt 26, 22ss; Lc 22, 10- 20; 1 de Cor 11, 23ss)
La Nueva Alianza nos trae el perdón de los pecados
y el don del Espíritu Santo.
Purificaos de la levadura
vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual,
Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura,
ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.
(1 de Cor 5, 7-8)
El envío de los Apóstoles es también envío de la
Iglesia.
Por eso
después de la Resurrección dijo a sus Apóstoles: Y les dijo: «Id por todo el
mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. (Mc 16, 15- 16)
Jesús es el Mediador de la Nueva
Alianza.
Jesucristo es el mediador de la Nueva
Alianza y del Nuevo Testamento. Su muerte libera a los hombres de los
pecados cometidos en la primera alianza y les permite recibir la herencia
eterna. (Hb 9, 15)
Jesucristo es el Fundador de la Iglesia, 4l Nuevo
Pueblo de Dios.
Y yo a mi vez te digo que tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y
lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos.» (Mt 16, 18- 19)
La Iglesia de Jesús está
edificada sobre Pedro y los Apóstoles y a ellos y a toda la Iglesia les entregó
las llaves del Reino de Dios. Después de su Resurrección Jesús la envía
revestida de Poder a predicar su Palabra, a celebrar sus Sacramentos y de conducir
a su Iglesia a la Verdad, a la Justicia y a la Bondad: Jesús se acercó a ellos
y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra: “Id,
pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo.” (Mt 28, 18- 20) En los Doce,
toda la Iglesia es enviada, es Misionera y es Servidora.
La Iglesia
es revestida con Poder para ser partícipe de la Misión de Jesús.
Al atardecer
de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los
judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó
Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús
les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os
envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 19- 23)
Para Pablo
la Iglesia es fundada por Cristo.
Pablo no es
el fundador del cristianismo, es el servidor de Dios y el apóstol de Jesucristo
(tito 1, 1) Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. (Ef
5, 23) Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos
de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los
apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda
edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en
quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de
Dios en el Espíritu. (Ef 2, 19- 22)
Él existe con anterioridad a
todo, y todo tiene en él su consistencia. Él es también la Cabeza del Cuerpo,
de la Iglesia. (Col 1, 16- 18) Ahora me alegro por los
padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a
las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1,
24)
Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no
desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo
muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su
parte los unos miembros de los otros. (Rm 12, 4- 5)
Ahora bien,
vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así
los puso Dios en la Iglesia, primeramente, como apóstoles; en segundo lugar
como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el
don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso
todos son apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de
milagros? (1 de Cor 12, 27- 29)
Para el
recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para
edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la
fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a
la madurez de la plenitud de Cristo. (Ef 4, 12- 13)
Jesucristo
es el fundador de la religión de amor.
Religión
viene de religarse y Jesús se unió a la Humanidad por la Encarnación: El Verbo
de Dios tomó rostro humano y puso su Morada entre nosotros (Jn 1, 14) Luego
predicó su Palabra, hizo milagros y exorcismos para instalar el Reino de su
Padre entre nosotros. Y después se ofreció a sí mismo, murió y resucitó, para
el perdón de los pecados y para darnos Espíritu Santo.
Antes de su muerte nos dejó
la parábola de la Vid: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo
sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia,
para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os
he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento
no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco
vosotros si no permanecéis en mí.” (Jn 15, 1- 4)
La
religión de Jesús es la religión del amor a Dios y al prójimo- Amor que se
manifiesta en el servicio y en el compartir (Mt 20, 28; Jn 13, 13; Jn 13, 34-
35; Mc 3, 5) Así el destino y la misión de Jesús es el destino y la misión de
la Iglesia.
Santiago
recibió la enseñanza de Jesús y nos dijo: La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del
mundo. (Snt 1, 27) Y Juan nos confirma la religión del amor: “Si alguno
que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su
corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de
palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad”. (1 e Jn 3, 17- 18)
El amor es
la señal que somos discípulos de Cristo y pide esfuerzos renuncias y
sacrificios (cf Lc 9, 23) Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de
Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha
conocido a Dios, porque Dios es Amor. (1 de Jn 4, 7-8)
Lo que Jesús
pide a su Iglesia.
“No temas,
pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el
Reino. «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se
deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la
polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas” (Lc 12, 32- 35).
Hablamos de La Religión y de
la Iglesia que Dios ha fundado en favor de toda la humanidad, el que crea y se
bautice se salvará (Mc 16, 16; Hch 2, 38; Gál 3, 26-27.
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