COMO PIEDRAS VIVAS SANTAS Y
AGRADBLES A DIOS PARA EDIFICAR LA IGLESIA.
Rechazad, por tanto, toda
malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como
niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella,
crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno. (1
de Pe 2, 1- 3)
Como niños recién nacidos, rechacen
y tiren el alimento chatarra que nos ofrece el mundo y busquemos el alimento
espiritual que nos nutre y nos hace crecer en la fe, esperanza y amor. Al
hombre viejo hay que matarlo de hambre (Col 3, 5) El que se alimenta con el
alimento chatarra no tiene hambre de Dios. La Oración, la Palabra de Dios, la
Eucaristía las obras de caridad.
Acercándoos
a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios,
también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio
espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales,
aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. La piedra viva es Jesús, la Piedra
angular, el Fundamento del edificio espiritual ( 1 de Cor 3, 11) Piedras vivas,
lavadas y pulidas por la acción del Espíritu Santo para formar parte del
edificio espiritual que es la Iglesia. Las piedras muertas serían lo que
permanecen en el pecado, separados de Dios. Sin luz y sin vida. (cf Jn 1, 4).
Luz o tinieblas creer o no creer, Cristo o el Diablo.
Para
vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra que
los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, en piedra de
tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra;
para esto han sido destinados. (1 de Pe 2, 7- 8) Así lo había dicho el anciano
Simeón: Simeón les bendijo y dijo a María, su
madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser
señal de contradicción – (Lc 2, 34). Se tropiezan y caen los que no creen en
Jesús. Y se levantan, es decir, resucitan, los que creen en él.
Pero
vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido,
para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su
admirable luz, vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el
Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son
compadecidos. (1 de Pe 2, 9- 10) Un Pueblo formado por judíos y gentiles, ahora
sumergidos en Cristo están en paz (Ef 2, 14) Son miembros de una misma Familia,
la Familia de Dios, en la que todos son hijos de Dios y hermanos unos de los otros.
Un pueblo formado por sacerdotes, profetas y reyes, elegido para proclamar las
maravillas del Señor.
“Huyan de las pasiones de la juventud” Para que no vuelvan al pecado (
2 de Tm 2, 22) “Rompan con el pecado para que participen de la naturaleza
divina ( 2 de pe 1, 4) Desechen la malicia, la mentira, la envidia, la
hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1) No vuelvan a los terrenos del
hombre viejo (Ef 4, 23) Olvidando lo que dejaron atrás echen para delante y
cultiven las virtudes y revístanse con ellas (cf 2 De Pe 1, 5- 8). Con palabras
de Pablo decimos: Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a
vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos,
para servir a Dios vivo y verdadero. (1 de Tes 1, 9).
El valioso testimonio de Cristo, es
participar de su Pasión.
Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de que, en
lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras
den gloria a Dios en el día de la Visita. (1 de Pe 2, 12) El testimonio
de Cristo es hablar bien de él, renunciar al mal y hacer el bien. Y con el bien
vencer el mal (Rm 12, 21)
Pues esta es
la voluntad de Dios: que, obrando el bien, cerréis la boca a los ignorantes
insensatos. Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad
un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios. (1 de Pe 2, 15- 16) La
libertad es hija de la Verdad (Jn 8, 32) Para ser hijos de Dios nos libertó
Cristo (Gál 5,1 ) Pero sin confundir la libertad con el libertinaje (Gál 5, 13)
El hombre libre en Cristo es aquel que ama y sirve con alegría (Gál 6. 7-8)
No es lo mismo sufrir en pecado mortal que sufrir en gracia de
Dios.
¿Pues qué gloria hay en soportar los golpes cuando habéis faltado? Pero si
obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Pues
para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros,
dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas. ( 1 de Pe 2, 20- 21) El pecado
paga con la muerte, pero, Dios nos da la vida en Cristo Jesús (Rm 6, 23) Para
crecer en la fe, en el conocimiento y en la Gracia de Dios, hay que participar de
la naturaleza divina (2 de Pe 1, 4) Lo que equivale a estar en Comunión con
Cristo para dar frutos de vida eterna (Jn 15. 7-9)
Jesús, el buen
Pastor es el Modelo para nosotros los creyentes.
El que no cometió pecado, y en cuya boca no se
halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer,
no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el
mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que,
muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas
habéis sido curados. Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto
al pastor y guardián de vuestras almas. (1 de Pe 2, 22- 25)
Ser discípulos de Jesús el Cristo como Pedro.
A los
ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo
de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para
manifestarse. Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no
forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia,
sino de corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo
modelos de la grey. Y cuando aparezca el Mayoral, recibiréis la corona de
gloria que no se marchita. De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los
ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios
resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la
poderosa mano de Dios para que, llegada la ocasión, os ensalce; (1 de Pe 5, 1-
6)
La carta de
Pedro está unida a toda la Sagrada Escritura, especialmente a Lucas, Pablo y a
Santiago, es enseñanza del Maestro Jesús de Nazaret.
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