TENGAN LA MISMA MANERA DE
PENSAR DE
CRISTO JESÚS
Iluminación: Pero el
hombre iluminado por el Espíritu puede juzgar correctamente todas las cosas, y
nadie que no tenga el Espíritu lo puede juzgar correctamente a él. Por eso dice
la Escritura: ¿Quién
ha entendido el modo de pensar del Señor, como para que pueda darle lecciones? Pues
bien, nosotros poseemos el modo de pensar de Cristo. (1 de Cor 10, 14- 16) Pensamos como hijos de Dios,
como hermanos y servidores de Cristo y de los hermanos, sin acepción de
personas (Hech 10, 34)
¿Quiénes pueden tener la misma manera de pensar de Cristo? Aquellos
que han creído en él. Han sido justificados para que sus pecados sean
perdonados y reciban el don del Espíritu Santo para ser conducidos por él (Rm
5, 1; Gál 2, 16) Aquellos que han padecido la acción del Espíritu Santo que hace la Obra de Dios en
nuestra vida: “Y
no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad
de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm 12, 2) Podemos pensar, hablar
y actuar según Cristo Jesús. Pues la mente embotada por el pecado es acompañada
por un corazón endurecido, no tiene moral y ha caído en el desenfreno de sus
pasiones (Ef 4, |7- |8) Está lleno de espíritus
inmundos, mundanos y paganos, viven en la carne (Gál 5, 1, 16) Ahora por
su fe son hombres nuevos (Ef 4, 24) Lo
viejo ha pasado, lo nuevo ha llegado: Cristo Jesús (2 de Cor 5, 17)
El relato
evangélico
En aquel tiempo, Jesús fue a
Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos estaban
asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad. Había en la
sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a gritar muy fuerte:
“¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos?
Sé que tú eres el Santo de Dios”. Pero Jesús le ordenó: “Cállate y sal de ese
hombre”. Entonces el demonio tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y
salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían unos a otros:
“¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los
espíritus inmundos y éstos se salen”. Y su fama se extendió por todos los
lugares de la región. (Lc 4, 31-37)
Jesús rs Maestro que enseña, su
Palabra es poderosa, liberadora, es redentora y es salvadora. Jesús es el Verbo
de Dios, es Emmanuel, Dios ente nosotros, con nosotros y a favor de nosotros.
(Mt 1, 23) Cuando Jesús habla y enseña, es Dios el que habla y enseña la
Palabra de Dios. ¿Qué enseña Jesús? Nos enseña a discernir lo que es bueno y lo
que es malo. Nos enseña el arte de vivir en comunión con Dios y con los demás.
Nos enseña el arte de mar y el arte de compartir los dones recibidos para
nuestra realización y la de los demás. Nos enseña el arte de caminar en la
Verdad.
La confesión del demonio impuro.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a
gritar muy fuerte: “¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno?
¿Has venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios”. Este hombre estaba
en la sinagoga cada ocho días, escuchaba la lectura de la Escritura, la predicación de los rabinos,
cantaba y oraba, y hasta servía en la asamblea, pero al escuchar la Palabra de
Jesús, se incomoda y se manifiesta el demonio impuro que a gritos confiesa que
Jesús es el Santo de Dios y que ha venido a destruir, no a los hombres, sino “obras
del diablo (Hech 10. 38) Ha venido a liberar y a redimir a la humanidad.
¿De qué demonio de trata? Espíritu de impureza, de malicia, de mentira, de
envidia. Jesús lo descubre de que se trata: «Escuchad y entended todos: nada que entre de
fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro
al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los
pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,
codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro». (Mt 15,
19- 20)Y con su Palabra liberadora lo echa fuera y el hombre que da libre de
toda lo malo para que pueda amar y pueda servir a sus hermanos. La Palabra es
Luz que ilumina nuestras tinieblas y nos lleva a Cristo Salvador para que
nuestros pecados sean perdonados y nos dé la Gracia de Dios.
¿Quién es Jesús para nosotros? Para todo
católico practicante y discípulo de Cristo. Jesús es Dios que se hizo hombre
para amarnos con un corazón de hombre (cf Jn 1, 14) Jesús es el Don de Dios a
los hombres para que los salvará: Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su
Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida
eterna.(Jn 3, 16) Jesús es nuestro Salvador que murió y resucito para el
perdón de los pecados y darnos Vida eterna (Rm 4, 25) Jesús es nuestro Maestro
que nos enseña para que pongamos en práctica su Palabra: Nos enseña a orar, a
servir, amar y a compartir, aun a los enemigos (Lc 6, 27- 28) Jesús nuestro
Señor, el Centro de nuestra vida, a él le pertenecemos, lo amamos y o servimos
(Jn 13, 13. 34; Jn 20. 28)
Jesús hizo de la Voluntad de Dios la delicia de
su vida (Un 4, 34) Por eso en el Padre nuestro nos enseñó a ser lo mismo: “Hagan
de la voluntad de Dios la delicia de su corazón (Mt 6, 9) ¿Cuál voluntad
estamos haciendo, la nuestra o la de Dios?
¿En qué mesa estamos sentados, en la Mesa del Señor o en la mesa de los
demonios?¿De qué árbol estamos comiendo del árbol de la ciencia del bien y del mal
o del árbol de la vida? La Palabra nos dice: Por sus frutos los reconoceréis
(Mt 7, 20)
Ayer
como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre. No os dejéis seducir por doctrinas varias y extrañas. Mejor es
fortalecer el corazón con la gracia que con alimentos que nada aprovecharon a
los que siguieron ese camino.(Hb 13, 8-9)
Amén, Amén y Amén.
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