SOMOS EL
PUEBLO ELEGIDO POR AMOR Y PARA AMAR Y SERVIR.
Iluminación: Le
respondió Simón Pedro: «Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de
vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a
vosotros, los Doce?» (Jn 6, 68- 70)
Elegidos por
amor y para amar.
Subió al monte y llamó a los
que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él,
y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. (Mc 3, 13- 15)
De dentro de una gran multitud de discípulos Jesús elige a los Doce para darles
la Misión que el Padre le había encomendado a Él. Lo anterior es confirmado por
el mismo Cristo resucitado en los cuatro evangelios.
En Mateo: Jesús se acercó a ellos y les
habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id,
pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo.» (Mt 28, 18- 20)
En Marcos: Y les dijo:
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El
que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. (Mc 16, 15-
16)
En Lucas: y les dijo:
«Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al
tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los
pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois
testigos de estas cosas. «Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi
Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de
poder desde lo alto.»(Lc 24, 46- 49)
En Juan: Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el
Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 20- 23)
La elección es
para toda la Iglesia de todos los tiempos.
Bendito sea
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda
clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos
ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados
en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos
adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. (Ef 1,
3- 6)
Pero
vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para
anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su
admirable luz vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el
Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son
compadecidos. (1 de Pe 2, 9- 10)
Una sola Fe,
una sola Esperanza y un solo Amor.
Os exhorto, pues, yo, preso
por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis
sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a
otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el
vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza
a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un
solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. A cada
uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la medida de los dones
de Cristo. (Ef 4, 1- 7)
Trabajando
todos en la Unidad.
El mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de
los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo
de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento
pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la
plenitud de Cristo. Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y
zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y
de la astucia que conduce engañosamente al error (Ef 4, 11- 14)
Elegidos para dar fruto en abundancia.
No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a
vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto
permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
(Jn 15, 16) El fruto es el amor, la paz el gozo, la humildad, la mansedumbre,
la bondad, la verdad, la justicia, entre otros. (Gál 5, 22- 23; Ef 5, 9; Col 3,
12) Para dar fruto hay que permanecer en comunión con Cristo y permanecer en el
Amor (Jn 15, 7-10) Es decir con las raíces siempre en el agua y cultivando el
barbecho de nuestro corazón ( Jer 4, 3) Aprendiendo a ser dóciles y fieles a la
acción del Espíritu (cf Col 1, 8)
El destino de Jesús es el destino de sus discípulos.
«Si el mundo os odia, sabed
que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo
amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he
sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os
he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también
os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra
guardarán. (Jn 15, 18-20)
Toda la Iglesia es llamada a ser servidora del evangelio.
Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que
lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda
sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del
Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en
el conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su
gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría gracias
al Padre que os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en
la luz. (Col 1, 9- 12)
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