LA PUERTA ESTRECHA ES JESUCRISTO CRUCIFICADO
Iluminación: Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte
y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. (Cfr 2 Tim
1, 10)
El relato evangélico.
En aquel
tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que Jesús hacía, éste
dijo a sus discípulos: “Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”. Pero ellos no
entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las
volvía incomprensibles. Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto. (Lc 9,
43-45)
¿Qué dice la gente de nosotros? ¿Nos preocupa lo
que digan de nosotros? ¿Nos gusta que nos admiren, hablen bien de nosotros y
nos aplaudan? A Jesús no le gustan los aplausos como tampoco que lo elogiemos,
ni los gritos, ni los vivas, Él más bien nos dice: Presten mucha atención a mi Palabra, porque me tapo los ojos para no verlos
y los oídos para no escuchar sus escándalos porque sus manos están anchadas de
sangre (Is 1, 15) Jesús es Dios y no le gustan nuestros aplausos, más bien
quiere que le abramos las puertas de nuestro corazón obedeciendo su Palabra (cf
Apoc 3, 20)
San Agustín decía que los aplausos inflan a los
predicadores, e impiden que la Palabra entre al corazón. Es puro ruido, como lo
es el canto de algunos coros que no están bajo la moción del Espíritu Santo.
Como son también los Mariachis que cantan en las Misas, pero sin el Espíritu
Santo. Como lo es el pedir aplausos para el Señor o vivas para los Santos o
aplausos para el predicador, todo es puro ruido. “Me tapo los oídos para no
escucharlos”. Lo que el Señor quiere es justicia, obediencia y fidelidad. (cf Is
1, 16)
“Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va
a ser entregado en manos de los hombres”. Va a padecer, va sufrir, lo van a
matar, pero al ercer día resucitará. Pero un velo les cubría a cara y no
entendían nada. Es el velo del pecado del cual nos habla san Pablo: Hasta el día
de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. Y
cuando se convierte al Señor, se arranca el velo. Porque el Señor es el
Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. (2 de Cor
3, 15- 17) Convertirse a Cristo para que se caiga el velo.
¿Y qué es
convertirse a Cristo?
«Entrad por la entrada
estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y
qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.
(Mt 7, 13- 14) Convertirse es caminar por e Camino estrecho y entrar por la
Puerta estrecha.
Jesús dice
que Él es la Puerta que lleva a la Vida (Jn 10, 7)
Jesús es la Puerta estrecha,
para entrar por ella hay que despojare del traje de tinieblas, hay que esforzarse
para entrar con la ayuda de la Gracia y con nuestras decisiones. La Puerta
estrecha es Cristo Crucificado, ofreciéndose al Padre por la salvación de los
hombres.
¿En cuál
camino estás, en el ancho o enangosto? ¿Cuál puerta has elegido para pasar, la
ancha o la angosta? ¿Cuál voluntad estás haciendo, la tuya o de Dios?
Si estás haciendo tu voluntad,
el Señor te dice: «¿Por qué me llamáis: "Señor,
Señor”, ¿y no hacéis lo que digo? (Lc 6, 46) La voluntad de Dios es que entres
por la Puerta estrecha para que aceptes a Cristo crucificado como tu Salvador. Él
se ofreció al Padre como ofrenda viva, santa y agradable a Dios por nuestra
redención. Para que nuestros pecados fueran perdonados. Y en virtud de su
sangre nuestros corazones fueran limpios de los pecados que llevan a la muerte
(cf Hb 9, 14)
Frente al
hombre está la vida y la muerte, la felicidad o a desdicha (Deut 30, 15) Frente
al hombre está el agua o el fuego (Eclo 15, 1) Es libre para decidir salvarse o
perderse. Dios nos propone la Puerta estrecha, Cristo crucificado, tú lo eliges
o tú lo rechazas, de lo que hagas tu eres responsable: “Conmigo o contra í, el
que no junta desparrama” (Mt 12, 30) Dios no obliga a nadie a salvarse, no
manipula, no engaña.
Si llegas
a la Puerta que es estrecha y levas un corazón contrito y arrepentido, Cristo te
recibe, y al pasar por la Puerta Él perdona tus pecados, te da su Paz, te hace
participe de su resurrección y te coparte de su Espíritu. Entras al Reino de
Dios, donde hay Salvación, Resurrección y hay Vida eterna. Eres hijo de Dios y
hermano de Jesucristo.
Y, ¿Ahora que sigue?
Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que
lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda
sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del
Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el
conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria,
para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría gracias
al Padre que os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en
la luz. (Col 1, 9, 12)
Lo anterior es ser discípulo de Cristo para amarlo y servirlo con un
con una fe sincera y un corazón limpio para, con la ayuda de la Gracia de Dios.
Esforzarnos para ser “Una víctima, viva, santa y agradable a Dios”. (cf Rm 12,
1)Esa es la voluntad de Dios. Y no para buscar fama, prestigio, aplausos, dinero.
Jesús nos enseñó el Padre nuestro, en el cual pedimos y escuchamos
tres peticiones: «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la
tierra como en el cielo.” (Mt 6, 9- 10) Al pasar por la Puerta estrecha
recibimos el Espíritu de santidad para ser santos como Él es santo (1 de Pe 1,
15) Entramos y pertenecemos al Reino de Dios para que amemos, sigamos y
sirvamos a Cristo Jesús, nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor. Esa
es la voluntad de Dios que pasemos por la Puerta estrecha: Cristo
Crucificado.
No tengamos
miedo abrazar la Cruz que el Señor nos ha dado, en ella estamos muriendo al pecado
y vivimos para Dios. Desde la Cruz le pertenecemos, lo amamos y servimos. El
que entra por la Puerta estrecha recibe un Espíritu de Amor, de Fortaleza y de
Dominio propio (2 de Tm 1, 6) Para seguir a Cristo Crucificado yResucitado.
Publicar un comentario