EL GRAN ENVÍO DE JESÚS A SUS DISCÍPULOS Y ELLOS A TODA LA IGLESIA.
Iluminación: Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se
alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como
el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Jn 20, 19- 23)
La Misión de Cristo Jesús es la Misión de la Iglesia. El destino de
Jesús es el destino de la Iglesia. Y el mismo Espíritu que estaba con Jesús
está ahora en la Iglesia para que continue en la Historia la Obra realizada por
Jesús: La redención y la salvación de los hombres.
El relato evangélico.
Jesús se acercó a ellos y les
habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y
haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.» (Mt. 28, 18- 20)
Todo poder se e ha dado en el
cielo y en a tierra. El poder que Jesús recibió de su Padre es el Espíritu
Santo que ahora el da a su Iglesia: “Recibiréis
la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos
en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»
(Hch 1, 8) Dar testimonio de Jesucristo como Él ha dado testimonio de su Padre.
Ser testigos de la muerte y resurrección de Jesús. Participando de la Pasión de
Cristo. Dar testimonio de Cristo con la Palabra y con la vida.
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes.
Jesús quiere que los hombres estemos en comunión con Dios, a eso somos
llamados a ser sus hijos, discípulos de Cristo y servidores de Él. ¿Cómo
lograrlo? Mediante la evangelización que nos da la escucha y la obediencia de
la Palabra. Escucha y obediencia nos hace ser discípulos de Cristo; Para luego
hacer la Opción Fundamental por Jesucristo y aceptar pertenecerle a Él con todo,
para luego pertenecer a los Doce y vivir comunión con la Iglesia, estas cuatro
cosas nos hacen ser discípulos de Cristo Jesús. A quienes también les llama
amigos y hermanos- Para que así como en las venas de Jesús, corra la misma
sangre en las venas de los discípulos: es decir, el mismo Espíritu que está en
Jesús, esté también en sus discípulos.
Bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Por el bautismo somos
incorporados y revestidos de Cristo, entramos a pertenecer a Cristo y a su
Cuerpo que es la Iglesia ( Gál 3, 26- 27) “Pues del mismo modo que el
cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo,
no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también
Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no
formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu. (1 de Cor 12, 12- 13) Por eso Al oír esto,
dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos
de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros
se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados;
y recibiréis el don del Espíritu Santo; (Hch 2, 37-38) El bautizado es
discípulo de Cristo en potencia, cuando escuche la Palabra y la obedezca será discípulo
en acto.
Enseñándoles
a guardar todo lo que yo os he mandado.
Jesús nos
enseñó la Voluntad de Dios. Jesús es el Verbo del Padre y habló las palabras de
Dios: “Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado” (Jn 7, 16) ¿Qué
enseñó Jesús? Habló del Reino de su Padre, de su amor a los hombres y su deseo
de salvar a todos los que crean y se conviertan: “Porque tanto amó Dios al
mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino
que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar
al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3, 16- 17)
Jesús nos enseñó el “Arte
de amar” a todos sin acepción de personas, amar a los enemigos y rezar por
ellos (Lc 6, 27- 28) Amarse recíprocamente, unos a los otros: “Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Jn 13, 34- 35)
Nos enseño el “Arte de servir”.
Mas Jesús los llamó y
dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos,
y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino
que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y
el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma
manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar
su vida como rescate por muchos.»(Mt 20, 25- 28).
Jesús nos
enseñó el “Arte de convertirse al Reino: “Crean y conviértanse” (Mt 4, 17; Mc
1, 15) Convertirse es ser como Cristo y llenarse de Él: «Venid a mí todos los
que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga
ligera.» (Mt 11, 28- 30) Aceptar su Yugo para caminar y trabajar con Él.
Y he aquí
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
La alegría de Jesús es
estar con los suyos, para eso vino y puso su orada entre los hombres (Jn 1, 14)
“Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt. 18, 20) Hoy día nosotros podemos
encontrar con Jesús: en su Palabra, en la Oración en la Liturgia, especialmente
en los Sacramentos de la Confesión y la Eucaristía, la práctica de las Virtudes
y en el Apostolado. Jesús está con nosotros porque nos ama, y está en nuestra
esquina para conducirnos animarnos, consolarnos, liberarnos, reconciliarnos, salvarnos
y promovernos, siempre con Amor y con delicadeza.
“Quien a
vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me
ha enviado.” “Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta
recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo
recibirá.” Mt 10, 40- 41)
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