¿QUÉ TENEMOS QUE HACER PARA TENER VIDA
ETERNA?
La
fe verdadera nace y crece de lo que se escucha, la Palabra de Dios. (Rm 10, 17)
Con la fe verdadera se construye la Casa de Dios que somos nosotros mismos:
«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será
como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia,
vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella
casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. (Mt 7, 24- 25)
Todo aquel que se baja de la cruz, no
tiene fe. Al igual que los Saduceos, los que no creen en la
resurrección, no tienen fe, son ateos. En cambio aquellos jóvenes movidos por
la fe en la resurrección, ofrecieron sus vidas, no por un puñado de normas o
reglas, sino por sus principios y por sus convicciones. (2 de Macabeos 7, 1ss)
Tenían una fe viva, una esperanza cierta y una caridad ardiente.
Con
la fe verdadera, aquella que va acompañada de la muerte y resurrección de
Cristo podemos dar frutos de vida eterna. Dos momentos que son parte de un
mismo acontecimiento, la Pascua de Jesús, por un lado morimos al pecado y por
otro lado, vivimos para Dios. (Rm 6, 11)
Muerte
al pecado, de todo aquello que rompe la comunión con Dios: de la malicia, del
engaño, de la envidia, de la hipocresía, de la concupiscencia, de la
maledicencia; (1 de Pe 2, 1) es renunciar, es huir, es huir de la corrupción, es
negarse a sí mismo, para participar de la Vida eterna; para participar de la
Naturaleza divina, (2 de Pe 1, 4) para luego crecer mediante la práctica de los
Mandamientos y de las Virtudes. (2 de Pe 1, 5- 8)
Para
tener vida eterna hemos de tener fe en Cristo Jesús: “Y esta es la voluntad del
que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo
resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que
vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último
día.» (Jn 6, 39- 40) La Fe es la Puerta de la Salvación (Jn 10, 7) Es el Camino
para ser gratos a Dios (Heb 11, 6) La Fe nos deja Luz, Poder y Amor. Sin Fe no
hay Salvación. Por la fe recibimos:
Por
la Fe recibimos el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo… (1 Tm 5,
1-5) El Espíritu Santo guía a los hijos de Dios… (Rm 8, 14) Para irnos
despojando del hombre viejo…. Para revestirse del hombre nuevo… (Ef 4, 23- 24) Nos
Despojamos del traje de tinieblas…. Para revestirse de luz, de verdad, de amor,
(Rm 13, 12- 13)
Por
la fe huimos de las pasiones de la juventud… para buscar la vida recta, la
caridad, la paz, la justicia… (2 de Tim 2, 22) Y los Mandamientos y la Palabra
de Dios (Jn 14, 21- 23)
Por
la Fe podemos ofrecernos a Dios como un sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios (Rm 12, 1) Para que podemos dar frutos de vida eterna: amor, paz, gozo, …
(Gál 5, 22) Pasamos de las tinieblas a la luz y damos los frutos de la luz: la
bondad, la verdad y la justicia (Rf 5,
9) Para revestirnos de Cristo (Rm 13, 14)
Lo
anterior es negarse a sí mismo…. Para aceptarse la voluntad de Dios… Para pasar
de la muerte a la vida…. De la esclavitud a la libertad…. De la aridez a las
aguas vivas… de las tinieblas a la luz
(cf Col 1, 13- 14)
A
la pregunta: ¿Qué tenemos que hacer para tener Vida eterna? Podemos invertirla
y preguntarle a Jesús: ¿Qué tengo que hacer para agradarte, amarte, servirte…?
A lo que responde a todo discípulo: Ámame y sígueme. Cómo duce san Lucas: Decía a todos: “Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. (Lc
9, 23) Con palabras de san Juan: “El que dice que ame a Dios que ame también a
sus hermanos” "Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero aborrece a
su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha
visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de
Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano".(1 de Jn 4, 20- 21)
Santiago nos dice
que una fe sin obras está muerta (Snt 2, 14) Lo mismo nos diría san Juan al
decir: Sin los Mandamientos, la fe es estéril y vacía: .El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me
ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a
él.» (Jn 14, 21) Los Mandamientos son Palabras de Dios; palabras santas
y divinas, él que los guarda ama a Dios y a su prójimo. Tiene fe y conversión,
ama y sigue a Jesús.
Otra
pregunta similar a la primera: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento
mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento.
El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos
dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» (Mt 22, 36- 40) Amar a
Dios y al hermano como Jesús nos amó a todos:: sin límites y sin acepción de
personas. (Jn 13, 1; 13, 34)
Oremos:
Oren para que la Palabra de Dios se propague e irradie los corazones para que
seamos fecundos en la fe verdadera; conozcamos los frutos de la fe y los
valores del Reino de Dios en esta vida y después la Vida eterna.
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