NO ENTRISTEZCAN AL ESPÍRITU SANTO DE DIOS.
Hermanos: No entristezcan al Espíritu Santo
de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención. Eviten la
amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de
maldad. Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los
unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo. Traten de imitar a Dios,
como hijos suyos muy queridos. Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos
amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios. (Éfeso 4, 30—5, 2)
Entristecer al Espíritu Santo equivale a
pecar, a ofender al Señor, dándole la espalda, Es el sello de la Nueva Alianza
recibido el día de nuestro Bautismo. Su trabajo es realizar la Obra redentora
de Cristo en nuestros días. Es el que guía a los hijos de Dios (Rm 8, 14) Nos
lleva a Cristo, nos reviste de Jesucristo (Rm 13, 14) Nunca nos lleva a lo
obscurito para que pequemos. Como Gracia increada que es, es nuestra Luz para
que descubramos el mal y lo evitemos. Es el Poder para que rechacemos el mal y
para que hagamos el bien. Y es el Amor que nos lleva a amar a Dios y al prójimo.
(cf 1 de Jn 2, 3- 5)
Desechad la malicia, la mentira, la
envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1) Huyan de las pasiones
de su juventud (2 de Tim 2, 22) Rompan con el pecado para que participen de la Naturaleza divina (2
de Pe 1,4b) Hoy nos invita a “Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los
gritos, los insultos y toda clase de maldad.”
Sean como Cristo, manso y humilde de corazón (Mt 11, 29) Compasivo y
Misericordioso (cf Mt 5, 48; Lc 6, 36) Y sobre todo practiquen el amor que nos
lleva a la verdad que nos hace ser íntegros, honestos, honrados, leales y
fieles. Él nos lleva por el camino del Hombre Nuevo:
Honren la verdad, piensen la verdad, hablen
la verdad, vívanla y defiéndanla. Fuera de tus labios toda mentira. Es la
verdad la que nos hace libres del mal para que amemos y sirvamos. (cf Ef 4, 25)
Si os airáis, no pequéis; no se
ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo. (Ef 4, 26- 27)
Que tu corazón no sea una bodega para guardar tus piedras, tus rencores, odios,
resentimientos, etc. Dios te dado un corazón para amar.
El que robaba, que ya no robe,
sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer
partícipe al que se halle en necesidad. (Ef 4, 28) Fuera de tu vida todo fraude
y todo robo, acuérdate del séptimo mandamiento: “No robaras”.
No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea
conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os
escuchen. (Ef 4, 29) La boca habla de lo que hay en el corazón (Lc 6, 45) Si
eres portador del amor de Dios tus palabras son amables, limpias y veraces.
Palabras que animan, liberan, reconcilian, consuelan, salvan y corrigen.
Los dones del Espíritu Santo son una “fe sincera, un
corazón limpio y una conciencia recta” (1 de Tim 1, 5) En la unidad de las tres
tu corazón se convierte en una fuente de amor, paz y gozo (Rm 14, 17)
Recordemos las palabras de Pablo: “Cristo me amó y se entregó por mí” (Gál 2,
19) “Nos amó y se entregó por nosotros como una hostia vida” (Ef 5, 2) “Amó a
su Iglesia y se entregó por ella” (Ef 5, 25) Ahora, también nosotros, conducidos
por el Espíritu Santo ofrezcamos a Dios un sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios, es decir, aceptemos y sometamos nuestra vida a la Voluntad de Dios (Rm
12, 1)
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