ESTE ES EL MÁS GRANDE Y EL PRIMERO DE
LOS MANDAMIENTOS.
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había
dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor
de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento
más grande de la ley?"
Jesús le respondió: "Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente. Este es el más grande y el primero de
los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. En estos dos mandamientos se fundan
toda la ley y los profetas". Mt 22, 34-40
Los enemigos de Jesús, el Cristo son los mismos ayer, hoy y siempre. Hoy
podemos decir que son enemigos de la fe cristiana: Los fariseos, los saduceos y
los herodianos. El fariseísmo es rigorista, legalista y perfeccionista, sin amor
y sin misericordia. Los saduceos que no creían en la resurrección ni en los
Ángeles, eran ateos, utilitaristas y amantes del dinero. Los herodianos con una
inclinación política, sembraban violencia y odio contra los romanos, no
creyeron en la paz y la misericordia que Jesús les ofrecía.
Jesús ofrece el camino del Amor.
En medio de crisis y pruebas Jesús vive y responde con lo que Él y lo
que hace: Ama, perdona y salva. A la pregunta sobre el primer Mandamiento Jesús
responde: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el
más grande y el primero de todos los Mandamientos. Hay orden y hay prioridad.
La inversión de los valores lleva al Vacío existencial. Luego añade: el segundo es semejante a éste: “Amarás
a tu prójimo como a ti mismo”.
Primero
Dios, después el hombre, y después lo que tengas, la inversión, lleva a la idolatría.
¿Cómo amar a Dios, al prójimo y a uno mismo? La respuesta es del mismo Jesús: “Amen
como Yo lo he hecho”. La delicia de Jesús era hacer la Voluntad de Dios (Jn 4,
34) Para luego amar a los hombres (Jn 13, 34) Hasta dar su vida por estos dos
objetivos: Para hacer la Voluntad del Padre y por amor a los hombres (Jn 10, 10)
No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos (cf Jn 15, 13)
La
recomendación de Jesús para los suyos.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en
su amor. (Jn 15, 10) Lo que os
mando es que os améis los unos a los otros (Jn 15, 17) Pero hágalo como
Yo, con amor hasta el extremo, hasta el dolor, hasta el sufrimiento, hasta la
muerte (cf Jn 13 1)
Aplicación a nuestra vida.
Dios que nos amó por primero, (1 de Jn 4, 10)
está por encima de todos y de todo. Por encima de uno mismo; por encima de la
familia, de los bienes materiales, intelectuales y espirituales. Por encima del
trabajo y de las amistades, hijos, hermanos y hermanas. Después Jesús nos
propone al prójimo, hasta nos ha dado el criterio de oro: "Todo lo que quieres que otros te hagan,
hagan los también. Esta es la esencia de la ley y los profetas". (Mt 7,
12)
¿Qué sucede cuando los padres abandonan y
descuidan a sus hijos por estar trabajando? ¿Qué sucede cuando los padres aman
más a uno de sus hijos y hacen preferencias entre ellos? ¿Qué sucede cuando
prefieren más los lujos o el dinero que a la misma familia? ¿Qué sucede cuando
no reconocemos al otro como persona, su no que lo vemos como una cosa? Hay un
principio filosófico que dice: “Nadie puede dar lo que no tiene”. Nadie puede
amar a Dios o al prójimo si no tiene amor, si ha caído en la inversión de
valores.
Para guardar los Mandamientos de Dios hay que
haber sido justificados por la fe. Por la fe somos redimidos, amados,
perdonados, reconciliados, salvados y poseemos el don del Espíritu Santo. Tenemos
fe, esperanza y caridad (cf Rm 5, 1- 5) Sólo a partir de la “Experiencia de
Dios” que es el Motor de la Vida Nueva, podemos amar a Dios y al prójimo. Tal
como lo dice la Palabra de Dios: “Hay que nacer de nuevo” (Jn 3, 1-5) Para
romper con el pecado (1 de Jn 1, 8) Y poder guardar los Mandamientos y la
Palabra de Dios (1 de Jn 2, 3- 5). Hay que caminar en la verdad que nos hace
libres (Jn 8, 32) La verdad nos lleva a los terrenos de Dios para que demos los
frutos de la Luz: la Bondad, la verdad y la Justicia. (Ef 5, 9) Lo contrario a
la Verdad es la mentira que viene a ser la fuerza del mal y de la “Inversión de
valores”.
Jesús en su Palabra nos enseña el orden, los
criterios y la prioridad que debe de haber en nuestra vida. Para no vivir
engañados, el engaño, nos paraliza y nos lleva a la frustración. Nuestro culto
es vano y vacío. Ahora podemos entender las palabras de Jesús: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán
aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces
les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de
iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)
Conocer equivale a amar.
Lo que Jesús quiere decir: no me amaste, no te negaste por mí. Invertiste el
orden y preferiste más el dinero, a los hombres, a las ideologías que a mí. Con
palabras de Jeremías lo podemos entender mejor: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron,
Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el
agua no retienen. (Jer 2, 13)
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